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Fotos: Gianni Fiorito.
La Napolés de Sorrentino se conjuga con el pulso de la literatura. Como para Dickens en los tiempos de la Revolución Francesa, París y Londres daban forma a la mejor y la peor de todas las épocas, a la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación, todo al mismo tiempo; su Nápoles es simultáneamente -confiesa- “cielo, infierno y purgatorio”. Es la ciudad anárquica, dueña de una belleza que no se agota en la simetría, sino que es empujada por el desorden. Desde se construye “Parthenope – Los amores de Nápoles” (2024), última película de Paolo Sorrentino, que se acaba de estrenar en los cines argentinos.
En la película de Sorrentino, la primavera de la esperanza se filma y el invierno de la desesperación se ubica en el plano del discurso. Entre ambos se construye un relato de 137 minutos de cine en el sentido literal: la película clama por una paciencia del espectador que parece incompatible con el ritmo de las producciones audiovisuales de plataformas. Será cine o no será nada. 
La postal napolitana, bajo esa idea de la belleza que surge, del caos, sólo puede ser cercana para el espectador porteño que convive en un espacio geográfico en que el hecho artístico, la miseria, la prosperidad y la exclusión coexisten en los mismos metros cuadrados. Pero a la vez el relato napolitano de Sorrentino ni es para nosotros el relato inaugural de Nápoles, sino que se inscribe sobra la trama ya conocida del cine italiano, que ya nos la mostró la ciudad -en otro registro al de Sorrentino, por ejemplo, en “Ayer, hoy, mañana” (1063) o “Matrimonio a la italiana” (1964), de Victtorio de Sica. Nuestra idea de Nápoles ya está trabajada por aquel barrio napolitano de Forcella que reaccionaba con solidaridad popular con el personaje de Sophia Loren, que se embarazaba indefinidamente para gambetear la cárcel gracias a una norma que impedía la prisión de la mujer en período de lactancia. El mismo barrio que alojó las peores noches de Maradona, que tampoco está ausente en “Parthenope”, sucesora de “Fue la mano de Dios” (2021).
Los primeros minutos de “Parthenope” transitan la cornisa de lo obvio. La película se ordena a partir del nacimiento de la protagonista, de belleza impar y que es nombrada por una sirena. Presenta una sucesión de desborde visual. Sea el de la actriz o el de los paisajes desde el mar Tirreno. Pero la película madura junto con el avance de la cronología, que oscila desde 1950 a la actualidad. Celleste Dalla Porta lidera un reparto que completan Gary Oldman y Silvio Orlando. Stefania Sandrelli encarca a “Parthenope” en la vejez y cierra los guiños a la tradición napolitana filmada.
“La verdad es indecible”, afirma, al final, “Parthenope”, en clave lacaniama.
Ahora, ¿de qué está hecho ese indecible? ¿Qué es esa cosa en el decir a la que sólo es posible aproximarse negándola?.
En esas preguntas Sorrentino encuentra una película.
Fotos: Gianni Fiorito.
Parthenope. Los amores de Napoles.
Parthenope, Italia, 2024
Dirección y guion: Paolo Sorrentino
Duración: 136 minutos
Intérpretes: Celeste Dalla Porta, Silvio Orlando, Peppe Lanzetta, Gary Oldman Stefania Sandrelli, Darío Aita, Luisa Ranieri, Daniele Rienzo.
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