Cosquín, especial.- “Una pintura pibe”, sentencia José Pepe Colángelo, el pianista que tocó en la orquesta de Aníbal Troilo, Leopoldo Federico y Julio Sosa; el músico que a los 84 años se siente un pibe cuando toca tango; el referente que se siente uno más entre estos músicos jóvenes –Franco Luciani, en armónica, Moscato Luna en guitarra y Pablo Motta en contrabajo-, que lo rodean y conforman este proyecto instrumental de tangos improvisados.
En el ensayo del auditorio de la sede de la Asociación Argentina de Intérpretes, previo a presentarse en el Festival del Folclore de Cosquín, suena el tango “María”. Afuera las nubes están más grises y anuncian una tormenta. El tango en blanco y negro hace que el tiempo quede suspendido. El diálogo entre el piano, la armónica, la guitarra y el contrabajo fluye. La dupla del pianista Pepe Colángelo y el armoniquista Franco Luciani se entiende sin mirarse. Los dedos del pianista con un estilo influenciado por la fantasía de Osmar Maderna y el toque percutivo y la elegancia de Horacio Salgán, dibujan una variación sobre la exquisita melodía compuesta por Cátulo Castillo y Aníbal Troilo, antes del remate con la armónica de Luciani, que cae a la perfección.
El encuentro tiene el espíritu del disco Tango improvisado, que grabaron en 2020, en los estudios ION y con la producción de Mavi Díaz, con el que ganaron un premio Gardel.
“Logramos una conjunción de cosas tan lindas cuando fuimos a grabar. Salían las cosas una tras otra. Teníamos la presencia de Mavi. Ella como la directora. Salió todo tan fresco, tan lindo, que fue como volver casi a lo que había hecho con Hugo Díaz. Volví a sentir esa sensación de que de no quiero papeles, porque yo seguí la partitura toda mi vida y sigo leyendo, pero esto me liberó. Cada uno de ellos va a hacer el solo como les gusta, todos ponemos ideas y de esa manera surge esto que me parece que es muy fresco. Por algo se ganó el Gardel, porque salió algo diferente, algo nuevo, distinto, y creo que tiene su valor”, dice Colángelo, entusiasmado como un adolescente.
Con este proyecto instrumental y un repertorio donde aparecen temas como “Barrio de tango”, “Los mareados”, “Golondrinas”, “Tu pálida voz”, “Duelo criollo”, o “A media luz”, se presentarán en la Plaza Próspero Molina de Cosquín el miércoles 29 de enero en la edición de platino del festival folklórico. “Era joven la última vez que fui a Cosquín. No recuerdo si con una orquesta, así que me sorprendió esta invitación. Es un festival muy importante del folklore y que nos den lugar a que nosotros hagamos tango me pone feliz por el género”, dice Colángelo, sentado en la oficina de AADI, desde donde defiende los derechos de los intérpretes.
Franco Luciani con sus 43 años, mira deslumbrado al maestro, su compañero en este viaje musical, al que no parece separarlos la brecha generacional. Hay una complicidad que se fue tejiendo, entre la admiración y el respeto. El joven músico rosarino se ganó un lugar en la escena, desde que apareció a inicios del 2002 con su disco Armusa, como un heredero casi natural de la huella instrumental trazada por el legendario Hugo Díaz, que cautivó a Louis Armstrong y Ella Fitzgerald. Un hilo rojo conecta las vidas de Luciani y Colángelo. El pianista grabó con el cuarteto de Hugo Díaz en la década del setenta. Para Franco ese disco fue una referencia en todo lo que hizo con su instrumento, desde sus trabajos iniciáticos con el grupo La Tropa, su trabajo a dúo con el pianista Daniel Godfrid en el disco Armónica y tango (2006), o hasta su participación en Proyecto Sanluca con Raúl Carnota y Rodolfo Sánchez en 2010.
Fue el destino que cruzó los caminos de Colángelo y Luciani en un tributo al armoniquista Hugo Díaz. Tocaron juntos y la química fue inmediata. “La música es muy fácil, es por ósmosis, es por contagio y con él tenemos un contagio muy especial y muy lindo. Franco es un talento, es un chico que es un flor de profesional, que maneja muy bien los climas y los géneros populares como el tango. Será porque también escuchó bastante a Hugo Díaz, pero no solo lo podría imitar muy bien que no es el caso, sino que hace totalmente otra cosa”, cuenta el pianista.

-Gabriel Plaza: ¿Te imaginábas haciendo dupla con Colángelo, que además tocó con Hugo Díaz a quién siempre admiraste?
–Franco Luciani: Para mí siempre fue un sueño a realizar, porque siempre identifique al maestro con esas grabaciones con el cuarteto y los discos de Hugo Díaz. Pasa que siempre lo vi al maestro como lo que es, un maestro que puede escribir todas las notas o desde la batuta dirigir lo que sea. Pero también sabía que podía improvisar y no es tan fácil encontrar un tipo con tanto gusto musical como se escucha en los discos de Hugo. Cuando nos encontramos en el homenaje fue realmente muy inmediata la sinergia, vamos a decirlo así. Para mí aparte es un honor, no lo creo todavía que esté tocando con él. Por un lado, fui muy respetuoso por el calibre del maestro como artista y su historia en la música argentina, pero también tuve un poco de esa insolencia para tocar juntos. Era decir, estoy acá con el mejor así que vamos a disfrutarlo, y creo que eso se notó de entrada y es algo que se mantiene intacto. El otro día fuimos a un programa de la TV Pública y hacía varios meses que no tocábamos. Nos encontramos ahí en el estudio y ya hay guiños, elementos, que es como una manera de hablar, y que vamos haciendo propia. Improvisar es un vértigo, pero con Colángelo es un vértigo seguro.
-¿Para usted Colángelo, se borró cualquier brecha generacional cuando empezaron a tocar?
Colángelo: Es que está muy fresco el encuentro para mí. No sé durmió. Creo que lo sentimos un poco más todavía cuando nos encontramos. Esto está mejor y cada vez es más lindo. Lo lindo son las ganas. Todavía con 84 me siento capaz de darle al piano.
Luciani: Es que el maestro está al frente en el mejor de los sentidos. Eso es muy importante, sobre todo en este tipo de expresiones. Todo tiene que tener pasión y alma y la partitura hay que tocarla, pero también hay que tocar lo que está atrás de la partitura. Todavía es más lanzado que nosotros y sigue siendo la mejor manera de improvisar, porque tiene una energía que va para adelante.
-¿Cómo hicieron para ponerse de acuerdo con el repertorio?
Luciani: La idea del disco no era hacer un homenaje a Hugo Díaz. Lo que sí tiene cercano a eso es que cuando el maestro grabó en los setenta con Hugo es que ese disco tiene todos los clásicos. Entonces nosotros también rescatamos clásicos y otros temas que no se grabaron como “Golondrinas”. Aprovechamos lo que recordaba el maestro que no se grabó y hay muchos tangos de tradición instrumental que al maestro le quedan muy bien. También están los tangos canción pero tocados de manera instrumental, salvo dos intervenciones que tengo con la voz en el estribillo. Todos son grandes temas.
Colángelo: Eso es lo lindo que pudimos encontrar material buscando temas que por ahí son un poco simples como el tanguito “A media luz”, que se le puede sacar partido. Todo depende como lo vestís. Hay tres atributos para que una obra sea un éxito: primero la obra, segundo el intérprete y tercero el arreglo. Así es que tomamos un tema que para mí es hermoso de Cobián-Cadícamo como “Los mareados” y sacamos un producto hermosísimo, donde todos son solistas. Es una belleza verdaderamente lo que pasa. Todo dentro de lo que es la improvisación.
-¿Hasta dónde se llega con la improvisación?
Luciani: El secreto es hasta donde uno siente que la cosa ya está. Entonces vuelvo y redondeo la canción como para que no sea sólo improvisación, porque a mí lo que me gustó también del disco es esta armonía con los músicos, la melodía y los arreglos. Yo creo que nos alejamos lo suficiente de la melodía, pero siempre tiene que estar la melodía, o sea, a veces por ejemplo, en el jazz es muy interesante a mí también me encanta ese concepto que es presentar el tema tal cual es, pero después sobre esa secuencia armónica hacer algo totalmente distinto, agregarle, ponerle cosas y por suerte yo estoy con un señor que la tiene, y la tiene muy clara. Entonces vamos para adelante con todas esas cosas.
Colángelo: Claro, además en cuanto a la improvisación también tenes una medida porque podés improvisar sobre 8 o 16 compases, hasta ahí está bien. Nosotros creo que le encontramos la vuelta. Nunca había trabajado con la improvisación salvo en la época de Hugo Díaz. Pero con Hugo grabé, no trabajé en vivo. Me acuerdo que en la calle me decían: “Estás grabando con Hugo y con Roberto Grela, pero no saben música”. Yo les decía: “Ellos son la música”. Tuve el privilegio de estar con ellos y toda esa experiencia hoy me sirve para estar al lado de estos músicos y sentirme bien, y que ellos se puedan sentir bien conmigo porque también eso es importante. Viste que si yo siento que no va, no va, porque la música es por ósmosis. Es algo que se tiene y nosotros andamos bien y tenemos algo importante con Franquito. Nos respetamos muchísimo como profesionales y como personas.
-¿Qué pasa arriba del escenario cuando tocan. Entran en un trance o están muy presentes de lo que están interpretando?
Luciani: Creo que uno está mirando al otro y como que entra en otra sintonía. Nosotros tenemos un diálogo visual bastante importante. De hecho esto que hay mucha participación entre todo el cuarteto. La presentación, digamos el empaquetado y el moño de la melodía, lo hacemos siempre con el maestro, pero hay un diálogo constante de los cuatro músicos. Hay muchas melodías que la toma el contrabajo solista con el arco. Eso está. Entonces creo que sí o sí tiene que haber un un diálogo constante. Pero realmente es otra manera de mirarse. Cuando empieza la música, ahí arranca otra cosa.
Colángelo: Bueno, lo que pasa que la música empieza y eso se nota. Es otra cosa distinta a cuando uno graba en un estudio, o cuando ensaya. Cuando uno está en un concierto con la gente eso es irremplazable, por más que sea el mismo tema con el mismo arreglo. Eso es tan lindo. Eso te puede. Es una adrenalina que corre y creo que por eso estamos bien y por eso yo todavía estoy con muchas ganas. Voy a ser muy modesto. Estoy tocando mejor que nunca. Me siento muy bien y tengo la suerte de tener a mi lado a una compañera de fierro, la Gabi Rey, que la amo, y a mi caniche. Tengo fuerzas para seguir, tengo fuerza para hacer cosas con las limitaciones del caso, así que por ahora hay Colángelo para rato. Me van a tener que aguantar.

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