Leo Genovese: todas las caras de un creador inagotable

El pianista y compositor santafesino, radicado en Nueva York hace más de veinte años, es uno de los músicos de jazz de mayor vuelo del presente. Aquí explora sus caminos en sus discos solistas y en colaboración: su faceta como tecladista de Residente y sus búsquedas sin límites: “Hay que dejar que la música siga su rumbo”.
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Foto: Alejandro Pedrosa

Leo Genovese levanta las dos manos del piano y cierra los ojos: regresa con la mente y el cuerpo a la noche de marzo en Brooklyn, Nueva York, en la que grabó su nuevo disco Forward. Un vuelo de jazz experimental con piano solo “improvisado, relajado y sin tensión, para que la música respirara”, dice. Y reconecta con sus teclas sin barreras: nació en Venado Tuerto, Santa Fe, en 1979, y es, desde Nueva York, el pianista argentino de mayor expansión internacional. ¿En cuántos caminos deslumbra Genovese a la par? ¿A dónde se mira hoy?

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“Intento no ponerme en el camino de la música: busco que sea ella la que hable por mí”, concibe vía Zoom, en plena gira como director musical y a cargo de los teclados en la banda de Residente (ex Calle 13). Siguen presentando el álbum Las letras ya no importan -del portorriqueño-, nominado al Latin Grammy como Mejor Disco del año. “313”, el tema que co-compusieron Residente, Leo Genovese y la española Silvia Pérez Cruz, también compite como Mejor Canción del Año. La ceremonia será el 14 de noviembre en Miami.

“Recibí las dos nominaciones con alegría, gratitud y humildad”, dice el músico del largo pelo gris. Ya habrá tiempo para profundizar en el mensaje de la canción “313” y en su trabajo como pianista de Residente, un ícono del rap y de la música urbana con sustancia y vuelo. Los primeros disparadores, aquí, son los propios proyectos de Leo Genovese. Entre ellos, el disco jazzero Forward, que se editó el 4 de octubre por el sello 577 Records. “Forward incluye dos pistas largas -dice-. Intenté un mayor estado de relax posible, y también, de ignorancia profunda: quise no estar en control de la música. Puede que sea uno de los discos más locos que hice hasta ahora”.

–Patricio Féminis: Cómo fue la noche en que lo grabaste?

–Leo Genovese: Tenía que tocar dos veces en Brooklyn, en distintas zonas que no están bien conectadas por metro de Nueva York: sabía que el viaje lo iba a hacer más rápido en bicicleta. Fui, toqué, me subí a la bici y volé para el otro concierto, el de piano solo. Capaz que fueron cinco kilómetros en total. Haber llegado en caliente, y con el cuerpo cansado, condicionó un poco la tocada hacia un lado distinto: tuve que buscar por otros rincones creativos en el piano.

Allí -recobra Genovese- es donde el improvisador, el compositor y el oyente “juegan una especie de bailoteo dentro de la mente: del espíritu que va creando la obra en vivo. Uno se va preguntando qué precisa la música para seguir fluyendo y siendo interesante. Mientras más al desnudo estás con ella y con el proceso creativo, las respuestas pueden aflorar. Es el juego de la honestidad del presente”. Así, el intérprete reúne “juego, locura, bravura” y en la creación “busca tener los canales limpios para eso que va a quedar plasmado. Hay que dejar que la música siga su rumbo”.

Desde su departamento en Prospect Park, en el distrito de Brooklyn, el pianista y compositor atesora una creatividad y un prestigio sin techo. Genovese integró el grupo de Esperanza Spalding; además de ser el tecladista de la banda de Residente, toca con el grupo de rock texano The Mars Volta; es parte de la banda Spacepilot (con los alemanes Elias Meister y Joe Hertenstein) y del Trío Sin Tiempo (con el bajista Mariano Otero y el baterista Sergio Verdinelli, cada vez que vuelve a la Argentina).

En febrero de 2023 ganó un premio Grammy en la categoría de “Mejor solo improvisado de jazz” por su performance en el tema “Endangered Species”, de Spalding, para el álbum Live At The Detroit Jazz Festival (2017), del legendario saxofonista Wayne Shorter. Desde entonces editó varios discos, en los que expande su juego pianístico entre lo más nítido del jazz y lo más experimental. Entre ellos, el 13 de septiembre lanzó Estrellero 2 (con el compatriota Demián Cabaud en contrabajo y el portugués Marcos Cavaleiro en batería) y, el 20 de septiembre, el trabajo Eyes to The Sun (con la saxofonista argentina Camila Nebbia y el baterista austríaco Alfred Vogel).

¿Qué ve en estos dos discos, a diferencia del solista Forward? “Son dos formaciones de trío que me interpelan -responde-. Una es la clásica, la de contrabajo, piano y batería, y la otra no tiene bajista. Tengo varios grupos en donde a veces tengo que tocar el bajo con el piano, o con algún sintetizador, o directamente no tocarlo, pero cubrir ese territorio de gramilla armónica”. El haber tocado con grupos sin bajista me hizo “sentir cómodo, también, al abordar otros sonidos e instrumentos”.

Así, suenan muy distintos los discos Estrellero 2 (con luminosas y exigentes canciones originales de Genovese, Cabaud y Cavaleiro) y Eyes to The Sun (totalmente improvisado, más críptico y aun sorprendente). Pero ambos parten de un empuje común del santafesino: “Me interesa hacer sonar la improvisación como una composición y la composición como una improvisación: cuando vas a un concierto y no sabés cuál es cuál de las dos. Me inspira y me atrae ese campo de lo creativo y lo improvisativo. Sigo navegando esas aguas”.

Foto: Luke Marantz

El sueño y la felicidad

Genovese mira hacia atrás para proyectarse al futuro. El 16 de junio de 2024 había presentado en el icónico Smalls Jazz Club el quinteto Genovese Family, “más de post-bebop, de jazz modal, con música para que cada uno salte al vacío en cualquier compás y en cualquier momento”. Días después estrenó en vivo otro quinteto, Chupacabra, “en base a un libro de composiciones personales” y el 23 de junio tocó con su trío en otro local de Brooklyn: “Abordamos música de Spinetta, Charly García, Fito Páez, algunos tangos y cosas de folklore. Todo desde la improvisación”, recuerda.

¿Cómo vive Genovese tantos cambios de piel, y de formaciones, desde el piano? “Cada semana hay algo diferente y me divierte esa metamorfosis de proyecto a proyecto. Lo importante es seguir practicando y analizando: que todo vaya en torno al crecimiento”, dice. Y lo pendiente será estímulo para seguir creando. “De a poco voy dándoles lugar a nuevas canciones y a nuevas instrumentaciones. También estrenaré este año otro libro de composiciones de jazz y otra formación, Matreros. Cada proyecto tiene su propio repertorio y en algún momento me gustaría poder documentar cada uno”.

En tanto, el 1 de noviembre habrá sido el debut del primer disco de Full Cream, el cuarteto -entre el free jazz y el rock- que comparte Genovese con el saxofonista y tecladista Greg Ward, el baterista Ziv Ravitz y el guitarrista y bajista Matthew Stevens. “Ellos tienen un trío y me invitaron a que me sumara aportando órgano Hammond B-3, piano y sintetizadores. Fue una bella experiencia”, evoca Genovese. Greg Ward lo corroboró en sintonía: “Estamos todos muy contentos de que Leo pudiera unirse a nosotros. Sus contribuciones a la música fueron increíbles”.

–Leo, ¿podés elegir un momento revelador, con alguno de tus propios proyectos, este año?

–Lo más parecido a los sueños propios es ya el hecho de elegir repertorio y pensar en la convocatoria, los arreglos y los ensayos: son micromundos que deben cuajar para que un concierto suceda. Que todo eso siga su curso, o que suceda de otra manera más allá de cómo uno lo escuchó, es la felicidad de tocar música con amigos. Yo no espero que alguien me diga “buenísimo lo que hacen” o que se llene el club de gente.  La simpleza de soñar algo que te enchufe y poder intentarlo ya es una felicidad.

–Cuando presentás un proyecto nuevo, ¿pensás en el público o en cómo vos mismo lo recibís?

–Hay algo del músico que es público, y hay algo del público que es músico. No sé cuántas veces nos sucedió que estamos en un concierto como espectadores, nos pasa algún pensamiento por la cabeza y, a los pocos minutos, todo eso que soñamos está sucediendo en el show: esa telepatía, esa conexión. Al mismo tiempo, una parte del músico que está en el escenario viaja a la mesa del que está escuchando en el club de jazz. Pero no para corroborar ni chequear, sino para jugar en el equipo de la música. Yo intento que ella tenga lo que precisa para que se genere la magia.

La raíz y la conciencia

Leo Genovese abraza otra conexión sin adjetivos: su trabajo co-creativo junto a René Pérez Joglar (alias Residente) y a la enorme cantante y creadora española Silvia Pérez Cruz en la canción “313”, del disco Las letras ya no importan, del rapero portorriqueño (en el que aportó composiciones y fue parte de la producción). “El tema ‘313’ es un ejemplo de cómo la música puede trascender fronteras y culturas -dice Genovese-. Es una obra que René le compuso a una amiga y que tiene que ver con la infinidad de la vida y con la ‘finidad’ de la vida. Es muy lindo estar nominado a los Latin Grammy, con genios como René y Silvia, por algo que es muy profundo. En todos lados hay dando vueltas un montón de mensajes superficiales, creados por un tipo de agenda y para ganarse algo, pero ‘313’ es una canción que creció desde el amor a la vida y desde lo que significa esta experiencia humana”.

–¿Cómo apareció “313”?

–Surgió desde la nada. René vino un día y dijo “mira, Leo, tengo esta idea, busquemos por aquí”. Y empezamos a armarla. En la canción grabaron un montón de músicos de muchos lados del mundo. A mí me parece que eso suma a la causa de un mensaje válido, profundo, que no tiene como meta ganar, sino compartir y crear conciencia.

A la distancia, desde Nueva York, o cuando está de gira en cualquier parte del Planeta, el virtuoso pianista y compositor de Venado Tuerto siempre reúne respiraciones y pulsos de su ciudad natal: no pierde lazos con la raíz folklórica argentina. “Esa es la ceniza. De ahí venimos y para allá vamos. De ahí vienen la inspiración y el destino, la raíz y el fruto”, establece.

En los veranos del Hemisferio Sur, Genovese suele regresar a la Argentina para recargar energías familiares (como muchos de sus compatriotas de la comunidad musical en Brooklyn). Pero el retorno es también para embeberse “de todas las músicas que se cocinan, que son de acá, del pago, y para conectar con grupos que quiero mucho y que escucho durante todo el año. Poder dar un abrazo y compartir alguna música y alguna juntada es siempre un momento exquisito”.

¿Qué desafíos vive en lo compositivo, día a día, en Nueva York? “Yo ando siempre buscando por distintos rincones. Quiero mantener esa intriga, esa llama viva -divisa-. Y a esa inspiración hay que echarle leña. Si estoy en mi casa en Brooklyn compongo todos los días: trato de que eso sea parte de mi rutina de estudio. Tengo un cuaderno bastante grande de temas que no se tocaron ni escucharon. Cuando necesito repertorio recurro a esa fuente”.

El amplio currículum de colaboraciones de Genovese se amplió en 2024 con dos discos tan desafiantes como distintos: uno es The Art of Not Playing, junto al contrabajista John Lockwood y al baterista Nat Mugavero, y, el otro, Music Frees Our Souls, Vol. 3, con William Parker en contrabajo y Francisco Mela en batería. Ambos trabajos tienen un núcleo en común: los editó el sello independiente 577 Records, de Brooklyn.

The Art of Not Playing consta de siete composiciones “en las que tratamos de reinventarnos desde algo no musical. Ir un poco más allá del pensamiento”, concibe Genovese. A su vez, Music Frees Our Souls, Vol. 3 completa una trilogía inspirada en el pianista y compositor estadounidense McCoy Tyner. Allí Genovese toca el piano, pero además el saxo. “Ambos son discos de free jazz, pero encarados en forma distinta. En Music Frees Our Souls, Vol. 3 se genera un lenguaje no articulado. Yo escucho mis discos no para el goce, sino para seguir estudiando”, delimita.

Genovese sabe que a mucha gente le cuesta estar al día con sus múltiples proyectos y discos en simultáneo. Basta ir a Bandcamp o a Spotify para encontrar un nuevo trabajo suyo, mes a mes: las sorpresas son inagotables. Ante ello sonríe y, simplemente, propone: “Que no se pierdan: que acompañen y que se pongan contentos cuando encuentren alguna sorpresa mía. Espero que eso les traiga paz, tranquilidad, placer e inspiración”.

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Patricio Feminis

Es periodista. Escribe sobre música popular, series, cine, espectáculos y cultura. Colabora con Clarín Spot, Caras y Caretas, La Agenda BA, Tiempo Argentino, De Coplas y Viajeros, Negras y Blancas y otros medios.
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One thought on “Leo Genovese: todas las caras de un creador inagotable

  1. … “no pierde lazos con la raíz folklórica argentina. “Esa es la ceniza. De ahí venimos y para allá vamos. De ahí vienen la inspiración y el destino, la raíz y el fruto”, establece.”
    Por mi parte me reconforta saber que Leo siente esa pulsión y que ella forma parte de su lenguaje profundo e inagotable. Probablemente esa nutriente musical tenga que ver con el lugar en el que nació y que seguirá renaciendo en su música, cada vez que lo necesite. Ele (EleTrío).

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