4
0
La Bomba de Tiempo se convirtió en un fenómeno de la música en vivo. Pasaron 19 años desde sus comienzos en Ciudad Cultural Konex, en el barrio porteño del Abasto. Allí, todos los lunes desde las 20 se produce una experiencia rítmica y bailable impar. No hay palabras que permitan trasladar esa vivencia. En la Argentina de la crisis permanente, un proyecto que persiste dos décadas es noticia. “Sobre todo en contextos de opresión y crisis, hay una necesidad de expresión que se refleja en la percusión y el baile”, ensaya Luciano Larocca, uno de los integrantes de La Bomba, para darle razones al fenómeno.
El sábado 10 de mayo, desde la medianoche y hasta el amanecer, la banda celebrará 19 años. Uno de los integrantes de la agrupación, Gabriel Spiller, que toca campanas y tronco, afirma que se trata de una experiencia más cercana al trance que al concierto musical. “Es un mar de gente bailando, juntos, sin coreografía previa, sin conocer la música, que se está improvisando, y a la vez incidiendo en lo que el grupo toca. Increíble”, dice.
La Bomba de Tiempo nació en 2006 en este complejo de pleno corazón del Abasto, desde entonces se impuso en la escena porteña como una propuesta que invita a la comunión a partir de un modo diferente de hacer música en vivo. Con más de 70 señas que permiten una improvisación entre sus integrantes, cada presentación propone un viaje sonoro y visceral. 
María Bergamaschi (tumbadora y chekeré) reflexionó en el marco de la entrevista con Negras&Blancas sobre la evolución del grupo: “Mejoramos mucho en el aspecto humano, que va de la mano con el musical. Hay mayor confianza, empatía y menos juzgamientos. Valoramos más el aquí y el ahora, que es la matriz de nuestro trabajo”. Y agregó: “Nos cuidamos más entre todes y aprendimos a valorar y agradecer cada presentación que hacemos. Hubo dos hechos que nos marcaron profundamente en ese sentido: el fallecimiento de nuestro compañero Cheikh Gueye y la pandemia. Siento un antes y un después a partir de estas dos situaciones, claramente”.
Coldplay, Calle 13, Wos, Julieta Venegas, Los Fabulosos Cadillacs y Duki, son algunas de las famosas bandas y solistas con las que La Bomba de Tiempo compartió escenario en casi dos décadas de existencia. El grupo fue telonero de Carlos Santana en el Dubai Jazz Festival; y llevó su mística a Chile, Brasil, Colombia, Uruguay y Paraguay, y a Europa y Los Emiratos Árabes.
“Lunes Bomba” es el nombre del espectáculo que se impuso y se sostiene en el tiempo en el circuito musical de la ciudad de Buenos Aires. El Konex ubicado en Sarmiento 3131) el lugar que los vio nacer, y que será el sábado 10 nuevamente el escenario de la fiesta de cumpleaños, de la que participarán Tambó Tambó y DJ La Coneja China, entre otras sorpresas.
El grupo está formado por María Bergamaschi (tumbadora y chekeré), Nacho Alvarez (tambor repique y tumbadora), Mariano Tiki Cantero (tambor chico), Lucas Helguero (quinto, accesorios y dirección), Juampi Francisconi (tambor piano, chekeré, dum dum y dirección), Mario Gusso (conga y campana), Andy Inchausti (surdo, djembé y dirección), Alejandro Oliva (surdo, conga y dirección), Richard Nant (surdo, trompeta y dirección), Gabriel Spiller (campanas, tronco y dirección), Pablo Palleiro (tumbadora y tambor repique), Luciano Larocca (guira y djembé), Diego Sánchez (djembé, quinto y dirección) y Carto Brandán (semillas y surdo).
-Romina Grosso: ¿Cómo se sostiene una propuesta de esta magnitud semana a semana, de lunes a lunes, en forma independiente desde hace 19 años?
-Gabriel Spiller: Por un lado, responde a la pasión que vemos en la gente durante el show, en cualquier lugar del mundo. Esa energía arrolladora, tremenda. Por otro, fue importante el momento en que nos transformamos en cooperativa y nos apropiamos más del proyecto que tiene características de conexión con el público y de desarrollo musical muy potente y particular. Es un grupo donde cada uno aporta lo que puede en cada momento. Tiene muchísimas áreas de trabajo: música, ideas nuevas, comunicación, puesta, vestuario, luces, etc, y el trabajo en esos espacios le da al proyecto una evolución constante que lo hace siempre atractivo.
-¿Podemos decir que no es algo común la permanencia de una banda en este contexto de la Argentina? ¿Cómo es la respuesta del público cada lunes?
-Luciano Larocca: Es bastante particular lo que pasa con La Bomba porque si bien es cierto que el contexto no ayuda para nada al desarrollo de los eventos relacionados con la cultura, en el caso de La Bomba hay un aspecto que particularmente está muy vinculado con la necesidad de expresión y sobre todo en contextos de opresión y crisis, que tiene que ver con la percusión y el baile. Si bien somos una banda que tiene muchas aristas que la hacen súper adaptable a un montón de músicas, como poder compartir con distintos invitados, coquetear con la música electrónica o el folklore en un mismo show y ante una diversidad de públicos y edades, creo que la esencia de la banda es que somos un grupo de tambores y sabemos por la historia que estos instrumentos siempre estuvieron donde las personas necesitaron conectarse, encontrarse y compartir una misma vibración para volver al cuerpo… y esa sensación de libertad que dan los tambores, que nos llena de energía vital, es para mí la clave de la permanencia de La Bomba.
Lo veo cada lunes en los ojos de las personas, en sus cuerpos. Primero llegan y se ubican cerca del escenario sin entender muy bien lo que van a experimentar, de a poco van pasando los directores y la música comienza a ser cada vez más inmersiva hasta que de repente todo el público está adentro de esa ola increíble. Cada show tiene un momento de clímax donde sentimos que todos somos uno y es algo que hay que vivir para entender porque es inexplicable.
-¿Podrías hacer un breve recorrido por la historia de La Bomba de Tiempo, con sus cambios, su crecimiento y esa enorme potencia musical que tiene en vivo?
-Luciano Larocca: Me gusta la idea de pensar todo lo que pasa con La Bomba no desde que empezamos a tocar, sino desde antes. El circuito de la percusión en general siempre fue muy chico y todos los percusionistas hace 25 años nos conocíamos de cruzarnos en trabajos o en festivales. Estaba muy presente esta idea de que en Argentina no había cultura de tambores por carecer de afrodescendientes; y a la vez la sensación de todos los que formamos parte de esto que en realidad eso era una falacia o por lo menos algo que estaba lejos de lo que nos pasaba todos los días como percusionistas. Sentíamos que había un movimiento creciente de la percusión. Todos los estilos latinoamericanos y hasta africanos se escuchaban en ensambles, escuelas y festivales.
Cuando nos convocó Santiago Vázquez -el creador de la Bomba de Tiempo- mi sensación fue ver cómo algo que se estaba oliendo en el aire se hacía palpable al fin. Ahí entramos en la otra etapa de la historia de La Bomba, donde una persona trajo ideas innovadoras. Proponía algo que no entendíamos muy bien pero le poníamos la mejor onda para hacer sonar esas ideas. Eso fue toda una gran etapa de La Bomba, de exploración del sonido de ensamble primero en una sala de ensayos y luego con la loca idea de que hagamos ensayos abiertos para que la gente pueda disfrutar de algo que en ese momento era súper novedoso: la idea de un proceso creativo abierto en el que cualquiera puede participar y cambiar el rumbo de música. Esto por supuesto también incluía al público que de a poco se fue apoderando del espacio, no solo desde la libre danza y presencia de gente de todas las edades sino también desde copiar ritmos, cantar melodías y que eso sea utilizado para alimentar la música.
Después hay una etapa que comienza con la salida de Santiago del grupo, hace casi 12 años, donde todos empezamos a tomar decisiones grupales y a colectivizar lo que pasa abajo del escenario como imitando un poco lo que sucede arriba, es decir encontrar el propio ritmo, encontrar la propia música y que cada músico aporte lo que es y lo que quiere ser.
La potencia de La Bomba tal vez es entender que se trata de un fenómeno con un montón de aristas que vamos explorando con los años, grabaciones, shows y obras de teatros para niños, giras en festivales de cualquier género y en cualquier parte del mundo y una infinidad de rumbos que están relacionados con una sola idea, que nos dijo hace mucho tiempo Carlos Santana en un festival de jazz que compartimos: “la misión de ustedes es acercar el ritmo a la vida de la gente”. Eso hacemos cada día y sin dudas ahí reside nuestra potencia.
-¿Cómo será esta fiesta para celebrar el aniversario de La Bomba? ¿Podés adelantar algo?
-María Bergamaschi: Como en cada fiesta de cumpleaños, lo que celebramos es la vida y la permanencia del grupo en el tiempo. Por un lado, nos resulta admirable y maravilloso darnos cuenta de todos los años que venimos compartiendo juntes, tanta vida del grupo, tantas anécdotas, la familia que logramos construir y sostener, y por otro, nos da esa sensación que da a veces el paso del tiempo, algo de ” estamos más grandes”. Es un día muy especial para nosotres. Y lo que más nos gusta es poder compartirlo con nuestro público, con todos y todas las que vienen los lunes, amigos, amigas, colegas, familia.
– Luego de haber tocado en diferentes lugares del mundo y de haber compartido escenario con grupos como Coldplay, entre muchos otros, ¿Cuál es el principal desafío de la banda en la actualidad?
Gabriel Spiller: Seguir expandiendo lo que hacemos por distintos lugares del mundo, seguir generando nuevas músicas y contactando con artistas nuevos como venimos haciendo hace rato. Generar puntos de contacto con otras áreas, educativas, artísticas y mantener siempre la búsqueda de nuevos horizontes
Las suscripciones son el ingreso principal de Negras&Blancas.
Si querés colaborar en nuestro crecimiento, podés hacerlo con una suscripción a la revista. Tu aporte solventará el trabajo de las redactoras y redactores.
