La pretendida batalla cultural del gobierno de Javier Milei también se libra en el fútbol: insiste con un viejo debate que tuvo su origen en la década menemista y una posterior reivindicación durante el macrismo: las sociedades anónimas deportivas. Los argumentos son antiguos pero el contexto es nuevo y jamás fue tan fue tan propicio como el que modela el presente social y político de la Argentina. Esta nota es un mapa -local, regional e mundial- de ese territorio en pleno movimiento.
Diez días después de asumir, el presidente firmó un Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU) que, en la densidad de sus más de 300 medidas, habilitó el tratamiento de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) como figura legal para la gestión de los clubes. La normativa quedó reglamentada esta semana con su publicación en el Boletín Oficial, mediante la que se emplaza a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) a modificar su Estatuto en el término de un año para aceptar a las SAD como una forma de organización jurídica válida dentro del ecosistema futbolístico local. El artículo 334 de la norma dictada por el Poder Ejecutivo reconoce a “las personas jurídicas constituidas en sociedades anónimas” como variante legítima para las instituciones deportivas, a la vez que el apartado 335 garantiza todos sus derechos para el funcionamiento, incluido el de “afiliación a una confederación, asociación, federación, liga o unión”.
El DNU de Milei modificó la Ley del Deporte 20.655, una norma convenio dictada en 1974 y actualizada años después, por la que se dispone que todos los actores institucionales del deporte en Argentina deben ser asociaciones civiles. La autorización de las SAD en la administración de los clubes generó un inmediato rechazo en la AFA, cuyo estatuto -en su artículo 9- dispone que todas sus entidades afiliadas “deberán revestir el carácter de asociaciones civiles sin fines de lucro”. La reglamentación interna abunda que los clubes que no respeten esa figura dejarán de cumplir los requisitos necesarios para la afiliación. Incluso antes de la sanción del DNU, apenas cuatro días más tarde del triunfo de Milei en las elecciones presidenciales de noviembre pasado, la AFA declinó por unanimidad (45-0) a las SAD en su Asamblea Anual Ordinaria, a la que sólo faltó Talleres de Córdoba. La institución de la Docta es presidida hace una década por el empresario Andrés Fassi, amigo de Mauricio Macri, defensor de las inversiones privadas en el fútbol y copropietario del Grupo Pachuca de México, que controla clubes aztecas, chilenos y españoles.
El siguiente revés para el DNU de Milei en materia deportiva llegó en marzo de este año cuando la Cámara Federal de San Martín confirmó un fallo de primera instancia que obliga al Estado Nacional a suspender los cambios introducidos para autorizar a las SAD. El tribunal convalidó la sentencia del Juzgado Federal de Mercedes sobre una medida cautelar presentada por la Liga de Salto, que invoca la violación de su estatuto, donde sólo se contemplan asociaciones civiles como miembros. En sus argumentos jurídicos, la Cámara consideró que no existe “ni necesidad ni urgencia” para legislar en la materia y que tampoco se compromete el interés público al suspender provisoriamente la posibilidad de que los clubes se conviertan en sociedades anónimas.
Pese a la reglamentación en el BO, la AFA comunicó que respetará lo sancionado por la justicia federal y avisó que no propiciará ningún cambio en su reglamentación hasta tanto se defina la constitucionalidad o inconstitucionalidad de lo sancionado por el Poder Ejecutivo.
Dos paradigmas en tensión discursiva
El decreto reglamentario que intenta dar carácter general a la posibilidad de privatizar los clubes de fútbol fue celebrado como un paso hacia la victoria cultural por parte del gobierno y sus aliados políticos. El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, defendió que “los cambios introducidos por el presidente Milei sólo apuntan a dar mayor libertad a los socios” en la forma de administrar los clubes. La nueva figura jurídica -argumentó- genera “mayor transparencia” en la vida financiera de las instituciones. ¿Por qué le tienen miedo a que sus socios elijan con mayor libertad como organizarse?, ¿Por qué tienen miedo de que entren capitales al fútbol?, ¿Tienen miedo qué con mecanismos de gestión más transparentes aumentará el poder de los clubes en detrimento de la AFA?”, se preguntó en un posteo publicado en la red social X.
“Sería necio no reconocer que hay un terreno fértil para esta embestida. Quienes estamos en los clubes sabemos que no siempre se hicieron bien las cosas. Se convive con las falencias, los errores, la corrupción y la falta de transparencia” (César Francis)
En la misma plataforma, Macri instó a la dirigencia del fútbol argentino para que acepte una nueva lógica que permitirá “tener más inversiones y un espectáculo de mayor calidad”. El expresidente de Boca Juniors aseguró que “no tiene sentido resistirse” al desembarco de los capitales privados, un modelo que funciona bien no sólo en Europa, también en Uruguay, Chile y Brasil.
La respuesta de la AFA no se hizo esperar: su presidente Claudio Tapia emitió un comunicado que planteó rotundamente la continuidad del “modelo pretendido para las instituciones: las asociaciones civiles sin fines de lucro”. “Por más que intenten tratar de cambiarnos con decretos, buscando la manera de debilitar al fútbol argentino, vamos a seguir defendiendo lo que venimos defendiendo hace muchísimos años. La privatización de los clubes ya se intentó y no funcionó. Pensar que las SAD pueden salvar al fútbol argentino es una mentira total. Lo único que buscan es ser dueños y jefes de los jugadores, dueños de los clubes que ofrecen no solamente fútbol sino también otros deportes y contención social”, enfatizó “Chiqui” Tapia en su descargo.
Clubes en crisis y el espejo de los gigantes europeos
Al margen de las posiciones ideológicas, el regreso del debate sobre la privatización de los clubes de fútbol se produjo por el delicado o ya calamitoso presente económico de muchos de ellos. Los efectos de la pandemia pero fundamentalmente la acumulación de malas administraciones elevaron el endeudamiento al punto de comprometer la gestión de lo básico. Los juicios, las inhibiciones, los reclamos salariales y las dificultades financieras son moneda corriente en la realidad de los clubes argentinos, lo que provoca la pérdida de competitividad deportiva y el malestar de sus hinchas. Un combo explosivo que, complementado con ejemplos estratégicamente elegidos en el mundo, favorece la penetración de los discursos privatizadores. “Sería necio no reconocer que hay un terreno fértil para esta embestida. Quienes estamos en los clubes sabemos que no siempre se hicieron bien las cosas. Se convive con las falencias, los errores, la corrupción y la falta de transparencia”, asumió el abogado César Francis, exdirigente opositor de San Lorenzo en diálogo con NegrasyBlancas.
En su defensa de las SAD, Milei ponderó el modelo lucrativo inglés y admiró el espectáculo ofrecido cada fin de semana por los equipos de la Premier League. “No les va nada mal”, enfatizó. Los clubes ingleses permiten el ingreso de inversionistas, sean individuos o empresas, que se reservan el derecho de tomar las decisiones sin participación de los socios. Algunos como Manchester United o Tottenham Hotspur cotizan en bolsa para atraer capitales. “Los apologistas de las SAD siempre hacen referencia a los grandes monstruos europeos: el Manchester City, el United, el PSG o el Inter de Italia, pero no cuentan las experiencias fallidas, que generalmente se producen en los clubes chicos. ¿Qué pasa con ellos?, ¿qué suerte corren?” advirtió Luis Calcagno, exdirector de Entidades Civiles de la Inspección General de Justicia (IGJ).
El repaso de las experiencias de clubes en manos privadas suele omitir casos extremos como el de Unión Deportiva Salamanca en España o los Monarcas de Morelia en México, que desaparecieron después de operar como sociedades anónimas. El primero fue refundado por sus hinchas como asociación civil bajo el nombre Unionistas de Salamanca y el segundo, luego de transferir su plaza de primera división al actual Mazatlán, se reconvirtió en Atlético Morelia en la segunda categoría.
Tampoco se abunda en los fracasos registrados en Argentina a principios de siglo con Blanquiceleste S.A. en Racing Club y el Grupo Exxel en Quilmes. La empresa del ex funcionario macrista Fernando Marín gestionó Racing durante ocho años hasta que le decretaron la quiebra en 2008. Si bien en 2001 la “Academia” logró un campeonato que puso fin a una sequía de 35 temporadas, la gerenciadora enfrentó constantes críticas por mala administración y dejó al equipo al borde de su segundo descenso, que evitó en una promoción con Belgrano de Córdoba.
Los fiascos de las SAD también se constatan, por caso, del otro lado del Río de La Plata. El club Montevideo City Torque, antiguo Club Atlético Torque, perdió la categoría en 2023, seis años después de ser adquirido por el consorcio City Football Group, dueño del poderoso Manchester City. Por su lado, el Albion Football Club, que le disputa la condición de decano a Nacional y Peñarol, también se convirtió en SAD y actualmente naufraga en el ascenso de Uruguay.
“Nos hacen creer que una empresa es sinónimo de eficiencia. ¿Desde cuándo es así? Hay innumerable cantidad de ejemplos en el mundo que demuestran que no son la garantía del éxito. Entonces, ¿por qué vamos a sacrificar aquello que significa ir por el bien común?. Tenemos una historia de clubes centenarios bajo la figura de asociaciones civiles”, reivindicó Francis.
El secretario de Turismo, Ambiente y Deporte, Daniel Scioli, trabaja de forma activa en el gobierno libertario para acercar inversores a los clubes de fútbol, al tiempo que Juan Sebastián Verón, flamante presidente de Estudiantes de La Plata por tercera vez, rompió la unidad de los dirigentes de AFA con el impulso de un proyecto híbrido. “Hay que cambiar la forma de gestionar para lograr ese vínculo entre lo público y lo privado y que todos ganemos. Los clubes ya no pueden crecer por sus propios medios. Van camino a la quiebra. El fútbol tiene que seducir a esos capitales. Si en ese negocio el privado y el club van de la mano, ¿cuál es el problema?”, planteó la “Brujita” en sus redes sociales.
Verón, ex futbolista de la Premier League y la Serie A durante una década, encontró una alternativa en La Regla 50+1 de la Bundesliga de Alemania, donde los clubes ceden el paquete minoritario de sus acciones y le reservan a sus asociados el control general con mayoría en las votaciones. “El modelo alemán también fracasa -alertó Francis-, es una mentira creer que es la solución. Hay casos como el Schalke 04, un club de gran tradición en primera, que pelea por no descender a la tercera categoría. Cuando los inversores se acercan a los clubes, lo único que buscan es quedarse con el fútbol, que es la principal fuente de ingresos. Si a las instituciones les sacamos el manejo de sus divisiones inferiores, los derechos de televisación, la recaudación por abonos, el sponsoreo de la camiseta y la publicidad estática en los estadios quedan heridas de muerte”.
El director del Instituto del Derecho en el Deporte, Daniel Crespo, también se opuso al avance del mercado en los clubes. “No creo que sea el momento adecuado para la transformación de los clubes en SAD por el rol que históricamente han cumplido en Argentina. Las instituciones, con fútbol o sin fútbol, suplieron la carencia del Estado en la prestación deportiva porque curiosamente el deporte no está incluido en la Constitución Nacional como derecho fundamental”.
“De modo que si los clubes se convirtieran en SAD, lo primero que harían los inversores sería eliminar las actividades de las áreas deficitarias. ¿Qué pasaría con otros deportes como el judo, la gimnasia, el patín o el ajedrez? Muchos de ellos provocan pérdida pero igual se siguen ofreciendo a la comunidad. Hay clubes que tienen más de 40 disciplinas federadas. Eso no se condice con el espíritu de las SAD”, planteó al ser consultado por NegrasyBlancas.
El desafío de las asociaciones civiles
Crespo defendió la figura jurídica tradicional de los clubes con una contundente comprobación registrada en España: “Hay cuatro clubes de La Liga que no son sociedades comerciales, entre ellos, los dos más importantes: Real Madrid y Barcelona. La magnitud de esos clubes revela que las asociaciones civiles no son una figura sin idoneidad para administrar una institución deportiva”.
La formación dirigencial representa un factor clave para el éxito de las asociaciones civiles, de naturaleza diferente a las sociedades anónimas.
“Hay que romper con la idea de que obtener ganancia o lucro es el fin por el cual trabajamos en un club. En una asociación civil se persiguen objetivos deportivos, sociales, culturales y lo económico es un complemento necesario para lograr recursos”, explicó a NegrasyBlancas la licenciada Verónica Dziencielsky, docente e investigadora del Centro de Estudios de la Economía Social de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF). “Nos formamos pensando en la empresa lucrativa como modelo hegemónico pero existen un montón de otras entidades civiles (cooperativas, mutuales, clubes), en las que justamente lo económico está supeditado al bien común. La tarea del dirigente de un club implica poner en juego valores, principios e ideas diferentes a las imperan en el ámbito de la gestión privada”, entendió.
En la búsqueda de una administración eficiente, Crespo subrayó la necesidad de atender tres ámbitos de contralor de las asociaciones civiles: el estatutario, el federativo y el gubernamental. “Si logramos eso, saldremos de la trampa de creer que las SAD son el paraíso de la transparencia”, afirmó.
“Tiene que haber un control más estricto sobre el funcionamiento de las asociaciones civiles deportivas que empiece desde el punto de vista interno con participación de las minorías en las Juntas Directivas, la conformación de una Comisión Fiscalizadora y de un mecanismo de responsabilidad de los dirigentes para evitar grandes perjuicios financieros o patrimoniales al final de la gestión”, explicó.
“En cuanto a lo federativo, es necesario aplicar el régimen de licencias. Un club que presente deudas referidas al deporte en su balance no debería poder competir en su liga nacional. Reforzar ese control de las licencias es fundamental porque va a permitir que los clubes se ciñan a una administración razonable. Por último, en el ámbito gubernamental, se necesita la creación de una dependencia especial en la IGJ para auditar los balances y detectar irregularidades”, completó.
La discusión sobre los capitales privados en el fútbol quedó planteada una vez más. La voracidad del gobierno libertario amenaza con avanzar sobre un consenso básico de la identidad cultural en Argentina: “los clubes son de los socios”. Ellos tendrán la última palabra.