Foto Laura Tenenbaum
Reconocida como una voz esencial del tango, Lidia Borda prefiere presentarse asumiéndose una intérprete que se afirma en ese género porque “es el que me sale con mucha naturalidad y no tengo que esforzarme ni hacer ninguna construcción extraña para cantarlo”, según confiesa a Negras & Blancas, pero, sin embargo, es desde ese territorio cultural y simbólico donde siente que puede darle pelea a este tempo político de violencias y extrañamientos.
“Últimamente vengo pensando muchas cosas porque es un momento donde todo se resignifica y, de repente, todo lo que creíamos que más o menos estaba instalado como identidad, como idiosincrasia, como una cultura, hoy parece que está como endeble, un poco en la cuerda floja. Entonces me parece que está bueno pensar, volver a pensar, volver a pensarnos y volver a ser sinceros con nosotros. Y una de las cosas que a mí me pasa cuando aparecen este tipo de crisis es que creo que lo mejor que puedo hacer es seguir haciendo lo que estoy haciendo, asegurarme en esa posición, agarrarme fuerte y quedarme ahí porque esa reafirmación a mí me da seguridad cuando una de las cosas que vino a hacer el gobierno que está ahora es justamente hacernos dudar de todo lo que somos como sociedad, hacernos dudar de quiénes somos, sacarnos lo identitario que tenemos como pueblo y dividirnos cada vez más, más allá de lo que ya estábamos divididos”, reflexiona la artista en el estudio de Barricada TV donde se desarrolla la charla.
Sobre ese regreso a las certezas y el poder del tango para vehiculizar ese tránsito, Borda especifica: “El tango, para mí, es un elemento cultural fortísimo y fundante de la Argentina y me permite volver a los inicios, a las raíces, al comienzo de las cosas y, entonces, ubicarme en un camino. Yo no creo que eso sea conservadurismo sino la posibilidad de instalarse de nuevo en un lugar para poder seguir yendo hacia adelante”.
Pese a la pertenencia interpretativa y alegórica que halla en el tango, esta mezzosoprano nacida en 1966 en el partido bonaerense de San Martín y hermana del eximio guitarrista y compositor Luis Borda (11 años mayor y radicado hace casi tres décadas en Alemania), apunta sin tapujos que “en mí misma el tango es una música marginada en relación a otros géneros, como el rock, que siento más propio aunque al momento de cantarlo no alcance el grado de sinceridad que logro desde el tango”.
Esa ligazón entre su voz y la música ciudadana la ubica como una referencia notable, una estatura que, otra vez, elige poner en cuestión: “Como soy distraída y me muevo como si nadie me escuchara –asevera- me desligo de ese rol y también de ese mundo tanguero al que no creo pertenecer aunque sí me sienta tanguera en mi esencia. Por eso puedo tener un pensamiento más flexible, hacer las cosas como me salen y acordarme de cómo era el tango antes. Entonces vuelvo a eso, vuelvo a escuchar a Gardel, lo necesito aunque no sea nada gardeliana, pero esa conexión me permite acordarme de quién era mi papá y recordar a mi mamá cantando”.
Para la libertad
Lidia se desenvuelve ajena de prejuicios y casillas en ese universo sonoro de “Caramelos surtidos”, tal nombre del espectáculo que desde 2017 comparte con el pianista y arreglador Daniel Godfrid, su ladero hace más de 20 años, y donde aborda con la misma entrega y precisión la obra de autores como Homero Manzi, Luis Alberto Spinetta, Chico Buarque, Carlos Gardel, Alfredo Zitarrosa, Agustín Lara, Charly García y Hoagy Carmichael.
Algo de ese espíritu indómito domina “La noche” (2024), octavo y último álbum de una discografía iniciada en 1997 con “Entre sueños” y en la que exhibió una plasticidad exenta de toda especulación para combinar el suceso de “Tal vez será su voz” (que en 2007 compartió con el piano de Diego Schissi y la orquesta El Arranque) con logrados tributos en “Ramito de Cedrón” (2008), “Manzi, caminos de barro y pampa” (2010) y “Canciones de Atahualpa Yupanqui” (2014) y otra gema de raigambre urbana como fue “Puñal de sombra” (2018), entre más.
Acerca de la propuesta de “La noche”, desestima cierta connotación de su denominación y apunta: “No es un disco oscuro, al contrario, es un disco con cosas románticas y hasta rítmicas, aunque tiene mucho drama porque, por supuesto, no puedo escapar de lo dramático” e inmediatamente subraya que en el repertorio donde conviven piezas de diverso carácter entre las que destacan la italiana y cinematográfica “Parlami d’amore Mariù”, la serratiana “Romance de Curro El Palmo”, el bolero “Noche de ronda”, el pulso flamenco de “Ojos verdes” y, del mundo zitarrosiano, “Stefanie”, junto a tangos de la talla de “Maquillaje” (Virgilo y Homero Expósito) y “Tormenta” (Enrique Santos Discépolo), “surge de esa idea de hacer lo que querramos. Saliéndonos un poco del tango y construyendo un repertorio basado en lo que se te viene a la cabeza por recuerdos, por vivencias y que constituyen una noche que es intensa antes que oscura”.
De la misma usina de impulsos y búsquedas, varios años antes de “La noche” también brotó “Trip”, un registro de 2021 que su par de responsables presentan como “Un fugaz viaje por el mundo García” que solamente está disponible en plataformas digitales y que se compone de tres piezas ensambladas: “Total interferencia/Necesito”, “Adela en el carrousel/Promesas sobre el bidet” y “Pubis angelical/De mí/Canción del indeciso”.
“El de Charly es un mundo que a mí me fascina y encanta pero que yo no estaba acostumbrada a cantar aunque lo viniera cantando desde la época de Sui Generis. Ciertamente es muy difícil salirse del autor e intérprete y ponerlo en voz propia para armar algo que tuviera una consistencia y me preguntaba ¿Cómo lo saco a Charly García de su propia música para apropiármelo? Eso era muy difícil, no encontraba mi voz en esas músicas hasta que, bueno, las canté, las canté, las canté, en el marco de una invitación para un homenaje por su cumpleaños 70 en el CCK para el que teníamos que elegir tres canciones. Pero yo me enojé y me puse caprichosa porque de ninguna manera podía hacer solamente tres canciones y entonces con Dany empezamos como a enlazar canciones y encontrarles una unidad. Una puede cantar cualquier cosa pero yo no lo puedo hacer, necesito entender qué me pasa a mí con esa canción, meterla dentro mío y vomitarla con parte de mí hasta poder encontrar la manera de ponerla en mi propia voz”, monologa con la misma pasión que regala al entonar cualquiera de las obras que pueblan su repertorio.
Al Tasso con canciones urgentes
Una síntesis entre “Caramelos surtidos”, “Trip” y “La noche” dominará la velada del sábado 8 de marzo en la que la dupla piano-voz ocupará el escenario del espacio porteño del Torquato Tasso como parte del elenco con el que la sala está celebrando sus 30 años de actividad.
De cara a esa presentación y sin recostarse solamente en aquellas posibilidades, Borda avisa que “como el concierto coincide con el Día de la Mujer estoy pensando algo en relación a eso, a todo lo que está pasando con esta violencia inusitada y con esta especie de despotismo en relación a las libertades individuales y a las libertades de los colectivos. Cuesta creer que, de repente, está de nuevo puesta en duda, atacada y maltratada la noción de que las personas pueden ser lo que quieren ser, como quieren ser y con quien quieran estar.
Hay un retroceso abismal también por el maltrato a los viejos, el maltrato a los niños, el maltrato a los pobres. El otro día mi hijo me dijo que este gobierno odia a los débiles y me pareció una cuestión interesante porque lleva implícito que está subido a esa idea de que sus miembros son superiores y tienen que destruir a quienes consideran débiles porque no le sirven para su estatus de perfección. Eso no se puede minimizar porque hay un peligro ahí y debe ser dicho de manera explícita. Ahí hay una urgencia y se necesitan las canciones de protesta que yo llamo panfletarias y son las canciones de las revoluciones, las canciones que cantaba cuando era militante de la Fede (Federación Juvenil Comunista) y que después no las incorporé a mi discurso porque pienso que uno puede decir las cosas de otra manera e igualmente llegar, pero también pienso que a veces esas canciones necesitan ser sacadas a la luz de nuevo porque ahora hay una urgencia”.
De Troilo a Cardei con rumbo a Europa
La vocalista que a fines de los ’80 reemplazó a Soledad Villamil en el espectáculo “Glorias porteñas” y también con Brian Chambouleyron –integrante de aquel espectáculo- grabó la placa “Patio de tango”, confiesa: “Siempre pensé que tengo como un espíritu corrido de época y aunque si hubiera nacido en otra época me hubiera ligado más de un palazo, me hubiera encantado haber podido cantar acompañada por Aníbal Troilo, haber aprendido de Troilo, haberlo conocido, haber escuchado lo que tenía para decir, sobre todo a los cantantes, porque era como un formador de cantantes aunque no solamente…”.
Si el calendario le impidió ese encuentro, en cambio le posibilitó cruzarse con Luis Cardei, un exquisito intérprete fallecido en 2000 que, subraya “fue una presencia súper importante para mí porque se dio en una época en la que el tango había perdido valor y era casi como como un objeto un poquito de burla por espacios como ‘Grandes valores del tango’ con Silvio Soldán en el que los cantantes usaban moñito en una cosa que no tenía mucho que ver con ese espíritu y esa raíz tanguera que a mí me interesa, que es más del barrio, de lo colectivo. Cuando lo conocí a Luis yo tendría 28 años y a mí me dio una gran alegría porque entonces creía que la estética tanguera que él encarnaba se había perdido, que ya no estaba. Entonces encontrarme con ese mundo que me re-conectaba con aquello que a mí me interesaba y que me había gustado en mi infancia, me dio mucho alivio y me dio también la posibilidad de volver a pensar en cantar el tango sin vergüenza, sin decir ‘estoy en un mundo completamente anacrónico’ o estoy condenada a hacer una copia mala de lo que fue”.
La agenda 2025 de Borda incluye, de momento, un regreso a Europa para actuar en julio en Bucarest (Rumania) y retomar así el vínculo con un público que valora especialmente su acento tanguero, pero ante el que tampoco resigna sus deseos expresivos.
“Obviamente en Europa hay un peso con el tango –consigna- que es muy muy importante, pero la verdad es que cuando después aparecemos con otras cosas, con otras estéticas, con, por ejemplo, una chacarera, a la gente le encanta lo rítmico y yo misma me doy bastante libertad también en ese sentido. Yo sé que a veces la gente en el exterior conoce algunas cosas que hago y las pide, cosa que me pasa con dos temas que grabé en aquel disco con El Arranque y Schissi que son “Vida mía” y “Fruta amarga” y la mayoría de las veces no los canto. Yo trato de mostrar lo que estoy haciendo en ese momento y que la gente escuche”.
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