Si la canción es una de las formas más potentes que asume la memoria poética y musical de un pueblo, la voz cantora de Antonella Restucci, de sólo 21 años, puede resultar, si fuera solo por ese dato, una irreverencia. “Te vas Alfonsina con tu soledad/¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?”, canta Antonella en su último concierto, hace días en Café Berlín, estribillo de aquella letra que grabó por primera vez Mercedes Sosa en 1969, hace más de 50 años, a partir de la caligrafía de Félix Luna, el gran historiador argentino del siglo XX. El siglo que Antonella no vivió. También canta -sobre todo canta- composiciones propias. Antes de los 21 construye, a su modo, una voz personal. Se pregunta -en una de sus letras- cómo darle “sentido al tiempo”. En la música todo es tiempo. Y en la música de Antonella los tiempos se superponen. Es el pasado que vuelve y el presente que elabora sobre la memoria.
“Si reparo en lo que está haciendo gran parte de los músicos de mi edad me siento súper afuera. Hay muchísimos artistas con los que tenemos puntos de encuentro, pero no es lo que prima. Desde ese punto de vista puedo ser un bicho raro. Pero confío en mi música y creo que hay oyentes para cada estilo”, afirma en diálogo con Negras&Blancas en el centro de Quilmes. La marca territorial no es ajena a su música.
Ser y pertenecer
Aun con el horizonte definido en la música, su rechazo a someterse la procedimiento de estudio del Conservatorio la llevó a transitar las aulas de la carrera de filosofía de la Universidad Nacional de La Plata. Pudo ser Sociología o Comunicación Social, admite. Acaso la vocación por esas lecturas es la misma que despertó tempranamente su oficio de letrista. Pero en ese momento, la UNLP fue su modo de no elegir. De no elegir el camino musical que resistía.
“Siempre fui autodidacta. De muy chica estudié piano y cantó lírico. Volvía llorando de las clases aunque nadie me hiciera nada”, recuerda, entre risas. En 2022 resolvió su encrucijada con la educación formal inscribiéndose en la licenciatura en Música y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes. Otro método para el mismo objetivo.
La musicalidad no la tenía que ir a buscar a ningún lado. Estaba en su casa: familia de clase trabajadora del sur del Gran Buenos Aires. Leonardo, su padre, sobre todo, transformaba el ambiente doméstico en un espacio de escucha y aprendizaje. Baterista por vocación y estudio, disciplinado y riguroso, que hoy forma parte de la banda estable de su hija, que también integran Julián Hermida (guitarra), Ezequiel Salinas (bajo) y Sebastián Ocampo (teclado).
Con su padre también conoció su primera referencia compositiva importante, el santafesino Jorge Fandermole. “Lo escuchábamos todo el tiempo, todos los días. Hacíamos viajecitos a donde tocara. Fue tal vez el primer artista que me provocó una emoción”.
Desde temprano descubrió y deslumbró con el vibrato de su voz. Pura expresividad. Y comprendió que, como todo recurso, había que usarlo con prudencia.
El oficio de escribir
“Al principio sentía que todo lo que escribía debía tener un toque spinetteano”, dice Antonella, que escribe canciones desde los 14 años, empujada por las primeras “crisis adolescentes”. Las letras de Restucci, sin embargo, transitan desde lo personal a lo contestario. Ahora prepara un nuevo álbum, una referencia que, aún más difusa que en otras épocas, mantiene sentido.
En 2018, a los 15 años, se integró a la banda femenina Desperdigadas, que participó (y ganó) el concurso televisivo “Rock del País”, que conducía Bebe Contepomi en El Trece. “Aprendí a manejarme con la exposición”, destaca de aquella explosión mediática. Pero necesitaba otro ambiente para escribir sus propias canciones.
En las plataformas digitales se encuentra su EP “De dónde vienen las cosas”, bajo la producción de Sebastián Schon (2022), que trabajó con artistas como Andrés Calamaro, Rubén Rada o Natalia Lafourcade. Ahora con ella colabora Julián Hermida, que, además de sus antecedentes musicales, también es oriundo de Quilmes. Esa identidad territorial no es azarosa. “Trato de que esa marca quilmeña esté en mis letras”, dice.
Es incómodo pensar,
Necesito respirar
me siento mal
Días raros en la ciudad
la ansiedad está arrasando toda la verdad
Con métrica libre y guitarra acústica, Restucci le pone voz a “Absurdo”, tema de su próximo disco, pero que probó hace algunas semanas en Temple Bar de la Ciudad de Buenos Aires. “El contexto social y político es completamente negativo. Hay una política de odio detrás de los enunciados de no ayudar, no dar incentivos, como los que se despliegan sobre la cultura. Ojalá este tiempo -al menos- nos sirva de inspiración”.
“Existe un ambiente de mucha violencia y entonces a veces me mido para no acumular sobre esa hostilidad”.
Y asegura: “A una crisis también se responde artísticamente. En esa tarea estamos”.
Hermosa nota ↕️✨