Rucci -Tosco: la nación trabajadora se hace teatro

En tiempos de debate público atravesado por agresiones y algoritmos, el debate protagonizado por los dirigentes sindicales José Ignacio Rucci y Agustín Tosco, en el contexto del enfrentamiento con la dictadura militar de Agustín Lanusse, adquiere una densidad. inalcanzable Su tránsito de la televisión al teatro.
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Corría febrero de 1973. La patria folklórica lloraba la inesperada muerte de Hernán Figueroa Reyes en un accidente automovilístico. La rockera festejaba la edición del extraordinario doble de Pescado Rabioso. Y la patria en sí estaba en suma expectante ante las elecciones del mes siguiente que retornarían al peronismo al poder, por abrumadora mayoría. En ese contexto, crucial, José Ignacio Rucci y Agustín Tosco, las dos figuras sindicales más importantes de la era, protagonizaron un sustancial debate en los estudios de Canal 11, en el que ambos expusieron visiones e ideas respecto de cual debía ser el rol del movimiento obrero durante esa brava coyuntura. Más de medio siglo después, aquel debate se convirtió en un sólido documento teatral de nombre epónimo dirigido por Manuel González Gil, que será repuesto miércoles, jueves y viernes a las 20 horas; sábados 19.30 y 21.30; y domingos a las 19.30 en el Teatro Multitabaris (Corrientes 831), con José “Pepe” Monje metido en la piel de Rucci, y Gabriel Rovito en la de Tosco.

La reposición es porque ya hubo una primera puesta el pasado año en la Unión Obrera Metalúrgica, que se extendió durante tres meses y varias salas llenas, tras encarrilar bien una propuesta que dirigentes del sindicato le habían hecho al fundador del Grupo Catarsis. “La idea inicial era hacerle un homenaje a Rucci, pero en un momento, mientras estábamos reunidos, apareció la posibilidad de que la obra se centrara en el famoso debate del 73`”, recuerda el director González Gil, que había leído el contenido de la polémica en una publicación de la Facultad de Humanidades de Córdoba, donde daba clases. “El libro me había llamado la atención por miles de motivos, pero fundamentalmente por la claridad conceptual y el respeto con que Rucci y Tosco debatieron, y me quedé con eso. Luego, empecé a ver si era posible hacer de esto una obra de teatro, vi que sí, empezaron los ensayos, y en septiembre la estrenamos”.

Las diez funciones que director y dirigentes tenían proyectado hacer en un mes se convirtieron en cuatro meses, salas llenas, y el envalentonamiento necesario para que González Gil le propusiera al empresario Carlos Rottemberg programarla en Corrientes. “El teatro siempre da sorpresas. Lo que se suponía que era nada más que para ese momento, empezó a tener una respuesta masiva y el mes se convirtió en cuatro meses, algo que habla de la tremenda vigencia que tiene la obra en la actualidad y esto es lo primero que le pasa al público. Se dice que el teatro tiene su magia, y a mí me da la sensación que, en este caso, se da que el público vive el debate como si estuviera en esa época, 52 años atrás. Lo vive con esa intensidad, pero con una diferencia: se ve con el diario del lunes, y entonces tenés clarísimo el derrotero que cada uno siguió, qué fue del país, qué fue de la historia ¿no?, y esto le da un entendimiento a la gente que muchas veces, en un debate del presente, no tiene.

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 -Un tiempo suficiente para que las pasiones –aunque no todas, claro- dejen paso a una recepción más reflexiva, si se quiere.

 -Sí, pero en la medida que el tema tratado tenga una connotación clara con la realidad. En este caso pasa porque muchas temáticas tratadas en la obra reaparecen hoy.

 -¿Cómo le fue a Tosco “de visitante” en la UOM?

 -(risas) Bueno, en principio sí, jugó de visitante, pero solo el primer mes, porque a partir del segundo empezó a venir un público heterogéneo, más allá del propio de la UOM. Un público que venía por sí mismo, ¿no?, y fue tal la afluencia, que en un momento tuvimos que trasladar la obra al Teatro Roma de Avellaneda, donde el público fue más heterogéneo aún. Allí, la respuesta fue muy diferente a la que venía teniendo la obra. Tiene que ver, creo, con que yo no hice diferencias entre Tosco y Rucci, por más que haya sido una propuesta de los metalúrgicos. Fui absolutamente fiel al debate entre ellos, porque hubiese sido un error darle más importancia a uno que a otro. No era Rucci contra Tosco o al revés, sino Rucci y Tosco contra el régimen de Lanusse. Ese era el tema central en el debate.

 -Tosco pasó a la historia como más impoluto que Rucci, tal vez. No necesariamente por su ideología, sino más bien porque no entró, como sí el metalúrgico, en la brava contienda dentro del peronismo que terminó con su asesinato, en medio de una interna absurda.

 -Fue una coyuntura muy especial la que le tocó a Rucci, la de unificar a la clase obrera en pos del peronismo. Su visión era que las 62 organizaciones se tomaran casi como un brazo del partido peronista para ganar las elecciones del 73`. Este fue el motivo por el cual luchó los dos años en que le tocó ser Secretario General. De hecho, cuando se da el debate, Rucci estaba abocado a que todos los gremios estén unidos, porque la pelea era por ganar las elecciones y llegar al gobierno.

 -¿Pensás que la obra reivindica al metalúrgico santafesino?

 -Pienso que tanto Tosco como Rucci fueron dos dirigentes importantes, porque ambos –y esto es lo que la obra muestra- estaban peleando por la clase obrera, a su manera. Los dos daban la vida por la clase obrera y, por entonces, el enemigo no estaba en el izquierdismo de Tosco, ni el supuesto derechismo de Rucci, sino en asumir al gobierno para poder defender los intereses de los trabajadores. De hecho, Tosco apoyó al FREJULI para las elecciones que se venían, cuando podría haberse postulado él mismo como presidente. Es cierto que había un tema ideológico que los separaba fundamentalmente. Rucci estaba dentro de un mundo peronista, quería seguir la doctrina de acuerdo a los lineamientos de Perón, y no quería volar mucho más allá. En cambio, Tosco hablaba de un sindicalismo latinoamericano, pensando en que existía un Chile que lo acompañaba, una Cuba que también. Había una situación en ese momento que lo invitaba a ese sueño. De todas maneras, es no se puede discutir que los dos peleaban apasionadamente por el bienestar de la clase obrera. Todo lo que se vivía y lo que se discutía, era en pos de eso.

  -¿Cómo fue la labor de sacarle una narrativa teatral a este debate televisivo?

 -Lo primero fue el enfoque, denominarlo documento teatral, porque de hecho es como un teatro documental, algo que hace rato quería hacer. Lo segundo pasó por la decisión de que los dos cámaras que grabaron el programa fueran contándole al público lo que pasó.

Tras tal objeto, Gil se encontró con los dos camarógrafos y con Jorge Conti, uno de los periodistas que había moderado el debate en canal 11 –encarnado en la obra por Miguel Core- y fue él quien le tiró la data madre no solo del debate, sino de sus días previos. De su producción. “Jorge me contó cómo convenció de participar a uno y a otro. Y los cámaras –que en la ficción representan Joselo Bella y Enrique Dumont- me contaron por qué se dijeron determinadas cosas, por qué otras. Cuento una: Rucci y Tosco se presentaron en el canal con sus respectivos guardaespaldas, que eran siete de cada lado, y Conti me dijo que durante los primeros minutos del debate todos estaban con pánico, porque parecía que podía desatarse una guerra en el medio del set”, ríe el director, que eligió a Sebastián Dartayete para hacer las veces de Gerardo Sofovich, el otro periodista que participó del debate (ver recuadro). “La tensión que me contó Conti duró hasta que pudieron ubicar a los guardaespaldas en oficinas separadas. Quiero decir, pasaron muchas cosas sabrosas, algo que provoca una suerte de atractivo en el público, más allá de lo histórico. La puesta no es una clase de historia del 73`, sino que suma ingredientes ricos en lo teatral, porque tiene sus conflictos, sus protagonistas, sus antagonistas y constantes situaciones, algo propio del teatro”, explica el también director de “Un judío común y corriente”, “En el aire”, y “Los mosqueteros del rey”.

 -¿Por qué pensaste en Monje y Rovito para encarnar los personajes principales?

 -Porque he trabajado con ambos, los conozco y tienen cierta similitud física Monje con Rucci, y Tosco con Rovito, algo muy importante para el documento teatral. No quería distanciarme mucho de las realidades físicas, quiero decir. De hecho, primero estuvo Fabián Vena como Rucci, porque también se le parece. Gravitó además en la elección el hecho de saber que iba a trabajar con dos actores impresionantes, que perfectamente iban a poder rastrear los personajes, y trabajar a partir de ahí. Por lo demás, he sido muy riguroso en cuanto a lo que dijeron Rucci y Tosco. Lo que sí he cambiado fue el orden. Fui organizando el debate para que fuera teniendo un crecimiento dramático, hasta llegar a esa situación crítica donde se produce el desenlace para luego relajar. Ese crescendo que el programa televisivo obviamente no tuvo, fue lo que quise dar en la obra justamente por teatral.

 -¿Costó la adaptación o fue fluyendo más rápido de lo que pensabas?

 -Pienso que se dio en el tiempo justo. Le dedicamos los dos meses que generalmente le dedicó a una obra. Fue un trabajo fluido, muy a gusto, y lo más lindo fue recibir un apoyo inmediato a partir del estreno. Descubrimos que a la gente le encantaba estar inmersa en esa situación, por lo efusiva que es la respuesta cuando el espectáculo termina. Es más, muchas veces se ha terminado la obra al grito de “Unidad / de los trabajadores / y al que no le gusta / se jode / se jode”, porque creo que hoy se vive una situación que se refleja en lo que ambos dijeron en el debate. Entonces, era necesario unirse para poder vencer a la dictadura de Lanusse.

 -Y hoy, a un neoliberalismo extremo disfrazado de libertario ¿Cómo ves el panorama?

 -Patéticamente lo veo. Muy mal. Pero, bueno, hubo muchos momentos trágicos de nuestra historia en los que nos obligaron a crear nuestros propios ministerios de cultura. Y no nos queda otra, porque sino caés en la parálisis. Se trata de volver a empezar, como ha sido en otros tiempos.

ESCENAS CLAVE DEL DEBATE

Rucci y el capitalismo nacional

GERARDO SOFOVICH: -¿Usted identifica el concepto de explotado y explotadores con el sistema capitalista?

RUCCI: -¿Pero de qué estamos hablando? Acá, en este momento, se plantea una cuestión de dependencia. Y no solamente por la presencia de monopolios en nuestro país, sino por la presencia de argentinos cipayos que se ofrecen a esos monopolios. Lo que significa que lo primero que hay que plantear, cuando el gobierno asuma el poder, es la defenestración de todos aquellos capitales que no están al servicio de la Nación y que no se integran dentro de la comunidad. Como hay industriales mercenarios, industriales que se ofrecen

con generosidad a los capitales extranjeros, también hay industriales que son argentinos y tanto o más nacionalistas que nosotros.

MIGUEL CORE: -¿O sea que para usted el capital nacional no explota igual que los monopolistas?

RUCCI: -Si el capital nacional se integra a la comunidad y le ofrece al trabajador un salario digno que le posibilite vivir decorosamente, no explota. Ahora, si el capital nacional tiene al trabajador en su fábrica, con un salario de hambre y dentro de un régimen que lo somete, es tanto o más explotador y comete mayor delito que el de afuera por el hecho de ser argentino.

CORE: -¿Pero usted cree que existen explotados y explotadores o no?

RUCCI: -Sí. Por supuesto que existen explotados y explotadores y nosotros tenemos

que plantear la cuestión para que desaparezcan tanto los explotados como los explotadores y conformemos una sociedad integrada, cada uno con sus obligaciones y sus derechos, pero jamás como está ocurriendo en este momento en el que hay más de un millón y medio de trabajadores que prácticamente no tienen la posibilidad de llevar sus salarios a sus casas, o si los llevan, llevan salarios, de hambre, que no alcanzan para nada. Y esto no es culpa de la Confederación General del Trabajo como encima nos quieren hacer creer. Esto tiene origen en el sistema de gobierno que quieren implementar.

Tosco y el Cordobazo

CORE: -¿Tosco, usted atenta, como dice Rucci?

TOSCO: -¿Cómo? ¿De qué forma atento?

CORE: -¿Por ejemplo, acata la autoridad de Rucci?

TOSCO: -Como directivos de la CGT nosotros acatamos las resoluciones de los cuerpos orgánicos.

SOFOVICH: -Puntualmente, Tosco

TOSCO: -Y cuando estamos en la lucha siempre hemos cumplido.

SOFOVICH: -Pero ahora…

TOSCO: -La CGT de Córdoba jamás dejó de cumplir un paro…

CORE: -Tosco usted no nos contesta la pregunta.

TOSCO: -Es que Rucci no es el dueño de la CGT. No hay máxima autoridad para nosotros. Sólo hay cuerpos orgánicos democráticamente constituidos y todas las resoluciones se dan en ese carácter y es lo único que respetamos. Córdoba no es una isla, ni está fuera del país ni del mundo. Nosotros creemos que con

buena voluntad, con comprensión, con espíritu de lucha, se puede llegar a una unidad. El Cordobazo fue una rebelión obrera y popular que expresó la avanzada de las luchas obreras y populares argentinas. Lo esencial del Cordobazo es que surgió de los trabajadores y de los estudiantes, y que ellos por sus propias convicciones salieron a la calle a luchar y a dar batalla. Esto es un ejemplo que nunca deberíamos olvidar. La expresión popular debe tomar las calles cuando se avasallan sus derechos.”

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About Post Author

Cristian Vitale

Periodista. Es profesor de enseñanza media y superior en Historia, egresado en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. También periodista, recibido en el Instituto Grafotécnico. En 2019 publicó el libro San Martín, Rosas, Perón (Orígenes, mutaciones y persistencias de una trilogía nacional), por Editorial Octubre. En 2021 publicó Encarnación Ezcurra, la Caudilla, como parte de la colección “Caudillos” de la Editorial Marea, dirigida por el periodista e historiador, Hernán Brienza. Trabaja en Página/12 desde 1998, y ha colaborado en varias revistas de arte, cultura general y política (La Mano, La Maga, TXT, Caras y Caretas, y XXIII, entre ellas), además de los diarios Popular, La Unión de Lomas de Zamora y La Voz de Avellaneda. Condujo el programa radial Resonancias, que se emitió entre 2014 y 2023 por Radio Nacional Folklórica, luego de haber pasado durante tres décadas por varias emisoras del país. Además, ejerce como docente en las áreas de Ciencias Sociales y Ciencias de la Comunicación en el circuito de educación media y superior de la provincia de Buenos Aires.
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