Rafael Bielsa: “Argentina es un país sobrepensado e infraejecutado”

Escritor, con un libro de cuentos recién publicado, Bielsa integró el primer gabinete del gobierno de Néstor Kirchner y ocupó diversos espacios de relevancia en el ámbito público y privado. Incluso trabajó en la misma empresa que Javier Milei. “Nunca imaginé que pudiera ser el presidente de mi patria”.
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Pensador apasionado de su patria, Rafael Bielsa concibe la escritura y la política como modos de habitarla. “A la Argentina, cuando peor le va, más se la piensa. La Argentina es un país sobrepensado e infraejecutado”, dice en esta entrevista con Negras&blancas en su casa de Colegiales. Rodeado de libros, con una biblioteca que quedó reducida después de haber donado gran parte de sus ejemplares, el excanciller volvió a vivir a su país después de ejercer cuatro años como embajador en Chile y el regreso llegó con la publicación de un nuevo libro de cuentos.

“Bestias fugaces talladas en el tiempo” (Descontexto) reúne 14 textos en los que la amistad es una insistencia porque a estos protagonistas los amigos vuelven a buscarlos o se vuelven tan presentes en el recuerdo que necesitan ir a averiguar qué hicieron la vida y el tiempo con ellos. “El hombre existe en la medida en que encuentra palabras para nombrarse”, dice el narrador del cuento “Afuera la luz se extinguía” y ese intento de nombrarse es el que comparten varios de los personajes. Esa posibilidad de nombrar para entender la encuentran cuando se enfrentan a ese amigo que vuelve o con el que se reencuentran.  

El autor, antes ministro de Relaciones Exteriores, diputado, síndico general de la Nación y titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), reconoce que no vuelve a leer sus textos una vez publicados y que además suele confiar en el trabajo de quienes lo editan porque tiene poco sentido de la propiedad con las cosas que escribe.

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Entre los libros de su autoría están los de poesía como “El sol amotinado”, “Un rumor descalzo”, “Varieté” y “1930 Berlín”; novelas como “Tucho, la ‘Operación México’ o lo irrevocable de la pasión” y “Rojo sangre”; y ensayos como “Lawfare: guerra judicial-mediática. Del Primer Centenario a Cristina Fernández de Kirchner”, escrito con Pedro Peretti.

Bielsa tiene también un período como presidente de la empresa Aeropuertos Argentina 2000 en el que compartió espacios de trabajo con el presidente Javier Milei. En ese entonces era el jefe de un equipo en el que el libertario era analista de riesgo y si bien las charlas no terminaban en acuerdos sí mantenían una cierta cordialidad. Sobre ese tiempo, que el abogado egresado de la Universidad Nacional de Rosario define como lejano no sólo por los años transcurridos sino porque no se avizoraba una ambición o carrera política del entonces empleado, también habla en esta entrevista. 

-Emilia Racciatti: ¿El libro sale en un momento en el que la ficción es necesaria, no? ¿Estamos un poco sobre informados?

-Rafael Bielsa: La Argentina, cuando peor le va, más se piensa. La Argentina es un país sobre pensado e infra ejecutado. Siempre, desde el comienzo de la democracia hasta aquí, fue muy bien pensado en momentos de grandes crisis valórica, de funcionamiento. Pienso en 2001, 2002 y en el proceso actual. Está apareciendo un pensamiento sobre Argentina fantástico. En ese contexto, hay mucha ficción y más literatura producida que la publicada porque también hay una caída en el nivel de compra de los libros. Lo veo en las librerías porque soy un fanático de las librerías y me doy cuenta de cómo se padece el momento, pero se escribe.

“Yo trabajé siete años con Javier Gerardo Milei y nunca, nunca creí que iba a ser presidente de mi patria. Es más cuando empezó su carrera política me daba un poco de temor por él, porque le tenía mucho afecto, entonces le decía tenga cuidado Javier Gerardo, no diga las cosas que dice, baje un poco el nivel de lo extemporáneo de su vida. Todo al revés”.

– ¿Cómo fueron apareciendo los cuentos, apareció uno en especial? ¿Nunca fue una novela?

-No, nunca fue una novela y si hay algo del libro que merezca un elogio hay que dárselo a quien lo publicó, que es un amigo chileno, Juan Pablo Villavicencio que hizo una tarrea fantástica. El libro lo tenía prácticamente escrito al llegar a Chile pero él se empezó a interesar, empezó a corregir. Fue mérito, magia o voluntad de Juan Carlos. Tengo muy poco sentido de propiedad con las cosas que escribo cuando termino de escribirlas, no las vuelvo a leer. Ni hablar de cuando las publico, ahí directamente no las leo. Hay cuentos que me doy cuenta que podrían novelarse, ahora que los novele otro, yo ya escribí el cuento. Hay uno sobre la extinción de la Argentina, que es para hacer una película o escribir una novela. Yo trabajé siete años con Javier Gerardo Milei y nunca, nunca creí que iba a ser presidente de mi patria. Es más cuando empezó su carrera política me daba un poco de temor por él, porque le tenía mucho afecto, entonces le decía tenga cuidado Javier Gerardo, no diga las cosas que dice, baje un poco el nivel de lo extemporáneo de su vida. Todo al revés.

-Ese cuento parece hablar de este presente…

-Es increíble como uno tiene cosas que están por suceder y no sabe que las tiene. El cuento lo escribí hará 4 o 5 años. Te voy a decir exactamente cuándo lo escribí: el actual gobernador de Mendoza, en su primer mandato, hizo una declaración absolutamente extemporánea, diciendo que Mendoza podía existir perfectamente sin ser parte de Argentina, ahí se me ocurrió el cuento y lo empecé a escribir. Pasaron unos 6 años. Yo trabajé siete años con Javier Gerardo Milei y nunca, nunca creí que iba a ser presidente de mi patria. Es más cuando empezó su carrera política me daba un poco de temor por él, porque le tenía mucho afecto, entonces le decía tenga cuidado Javier Gerardo, no diga las cosas que dice, baje un poco el nivel de lo extemporáneo de su vida. Todo al revés.

-¿Hay algo que lo haya hecho pensar en un camino político?

-Fue mi analista de riesgo, un excelente, inmejorable analista de riesgo, que además tenía una manera de expresar la escuela de pensamiento económico de Austria de una manera muy creativa. Cuando uno lo tiene por delante a Javier Gerardo tiene que pensar que va a llover sobre mojado. Siempre llovía sobre mojado. En aquella época, citaba a Friedrich August von Hayek, ahora mucho más a (Jesús) Huerta de Soto, que son los supermercados de la política económica de Austria. Hayek respetaba el pensamiento del enemigo jurado de Milei, el norteamericano Keynes, y ahora Milei respeta a Axel Kaiser, todas personas que aquel pensamiento de lógica, de filosofía, economía depurada fue llevado por toda esta gente, (Murray) Rothbard, a un sector de mucha descortesía, violencia en las maneras, indiferencia por el sufrimiento ajeno.

-¿No había en esas conversaciones cierta ambición política?

-No, siempre despreció la política. Es más, yo siempre le decía “pero Javier Gerardo, eso que me está explicando usted no es aplicable” y él me decía “por supuesto, pero eso es un análisis político, yo desprecio la política, mi análisis es académico”. Incluso lo invité un par de veces a dar charlas con grupos con los que yo conversaba, chicos de la edad de mi hijo mayor o de mi segundo hijo, con los que hablaba de política internacional. Ellos eran todos estudiantes en ese momento. Él fue y dio unas charlas magníficas. Era respetado y respetaba. Esta cosa de ahora es muy difícil de entender para mí. Desde ya, como no tengo por qué aceptarla, no la acepto, pero no eran cosas comunes en aquella época. Él iba a pelear de manera absoluta a favor de (Federico) Sturzenegger pero nunca se expresaba de esta manera que es impropia del cargo y de una conversación entre mayorías como puede ser una conversación de naturaleza democrática. No extraña cuando uno lee estas nuevas expresiones del nuevo conservadurismo porque son todas antidemocráticas, dicen “mi pensamiento económico es contradictorio con los principios de la democracia”.

-En el libro hay diferentes formas de amistad y de habitar Rosario. La amistad aparece como insistencia, en el tiempo aparece esa necesidad de saber qué pasó con ese otro…

-Hay que ver si lo que persiste es la amistad o un amigo de los que hacían la amistad porque no hay que olvidarse de que es literatura, por lo tanto, mucha gente que aparece existió en una mínima expresión y la conservé en mi vida. Además, la Argentina y las grandes ciudades, ni hablar Buenos Aires, pero Córdoba, Rosario, Mendoza, Salta eran muy distintas a lo que son hoy. Rosario era una ciudad muy dolorosa como algunos cuentos lo relatan, pero al mismo tiempo muy linda de ser vivida. Estaba hipermusicalizada, tenía muchísima literatura, pintura, mucho arte. Rosario es la ciudad de un literato maravilloso como (Jorge) Riestra, de un pintor como Julio Banzo, era extraordinaria y todo eso crepitaba en el día a día. Después la política mezcló todo eso y vino el dolor.

-Cuando te dispones a escribir ficción, ¿Rosario aparece inevitablemente?

-No porque en otros libros la aparición de Rosario es muy excepcional. Lo que sí aparece mucho y, en algún momento si sobrevivo y logro hacerlo, va a ser un libro, es el pueblo donde pasaba mis vacaciones cuando era chico, Morteros. Es donde nació mi madre. La historia funcionaba más lenta, el acontecer era en otra marcha de lo que es hoy entonces todo duraba más tiempo. Las casas, por ejemplo, eran de abuelo, hijos y nietos, de todas las generaciones. Eso le daba una persistencia, una capacidad para respirar los olores ciudadanos o pueblerinos con mucho más tiempo. Las relaciones eran más largas, loa lugares y las temperaturas también, todo eso es canto para la literatura. Me viene a la cabeza Rimbaud, un tipo que dejó de escribir poesía a los 21, 22 años, que había escrito todo lo que se podía escribir en ese puñado de tiempo. Pienso en un amigo de mi tía, Pringles Quiroga, que escribía poesía. Eran tipos muy llamativos en un sentido positivo, fue el que por primera vez me habló de Proust, yo tenía 15 años. Le dije que no había leído Proust y muchas otras cosas. Y leí Proust y fue muy importante en mi vida. Todo eso nació en Rosario.

-Hay un personaje que está en “Rojo sangre” y en estos cuentos: Mario Riesi, un periodista de una vieja escuela, con un respeto por la conversación, por el arte de la entrevista.

-No sé si existió, creo que no, me hubiese gustado. Muchos años después un abogado se pareció a él porque Riesi también tiene algo de Lampedusa, el autor de “El gatopardo”, tiene esa cosa de muchísima cultura pero que nunca es excesiva y nunca llega al desmán, algo que uno agradece enormemente y mucho más en un periodista.

-¿Cómo ves este momento de los medios?

-Sería muy cruel si no fuera que lo veo tan deplorable como este momento de la política. Como veo deplorables las cosas que me permitían hacer de la vida un lugar amado. Si algo me enoja con Javier Gerardo Milei es que lastima todo aquello que me permite hacer que la vida sea un lugar de amor, de comprensión, generosidad, escucha, de conversación y en algún momento no me lo impidió. Es como si yo hubiese descubierto una decepción, una traición. En la Argentina, se ha perdido el buen hablar, el respetar, el decir tu historia es mi historia y mi historia es tu historia. No sé qué va a pasar con los chicos. Te contaba que doné mi biblioteca, lo que no te conté es que la doné después de habérsela querido regalar a mi hijo mayor de 32 y a mi segundo hijo que tiene 29. Ni hablar de que tiene 15 o el que tiene 12 porque esos no pertenecen a la generación lectora pero los que sí pertenecen me dijeron no viejo, yo no voy a leer nunca más, me dijo el mayor. Aunque lee pero no lee libros.

-Claro están las redes sociales, los discursos son más fragmentarios, hay una crisis de los relatos…

-Si, pero también pienso que el ser humano, en algún sentido, tiende a volver a unos relatos, a aquellos lugares donde amó la vida.  Este proyecto no es que vaya a durar, lo que sí va a hacer daño y lo que va a durar es reponer, restañar ese daño pero no triunfará como un proyecto de vida. Es muy ordinario, muy berreta, tiene muy poco gusto.

-¿Qué desafíos tiene la política en esta crisis y en lo que va a implicar una reconstrucción?

-Los primeros médicos, los medievales decían primero no hacer daño, esa era la primera norma, después hacé lo que puedas y a la política le vale eso. Lo primero que tiene que hacer la política es aceptar quiénes ya estamos y quiénes pueden venir. El papel de los que ya jugamos el juego tiene que ser elegir los que pensemos que estén en condiciones. En lo posible que no sean familiares nuestros porque eso es un poco hartante, y ayudarlos a que lleguen, generarles posibilidades. No es posible que los que hacen política piensen como primer discurso citar lo que ya fracasó. Hay un deber de nuevo pensamiento, de encuentro con nuevos pensamientos. Tenemos que hacernos preguntas entre nosotros, resolverlas y no dirimirlas o fijarlas para las próximas elecciones sino en términos generacionales. Hay que establecer el final de un comienzo, el comienzo de una restauración democrática, el comienzo de un pensamiento sobre cuestiones que en algún momento hicieron grande al país y permitieron que la gente viviera de manera un poco más digna. Es muy difícil hablar de dignidad si los elementos centrales de la dignidad no están presentes.

-Viviste 4 años afuera del país, ¿qué estás viendo hoy en la Argentina?

-Argentina tiene una extraordinaria vocación por hacerse daño. Se nos da mucho más como lastimarnos que mejorarnos o hacernos bien. Chile no, cuando sufre algún dolor colectivo, un tsunami o una catástrofe de esa naturaleza, que son periódicas, rápidamente se juntan. Hará un mes atrás hubo un frente de tormenta del sur oeste al noreste y rompió muchísimas copas de árboles. En Santiago de Chile hay muchos cables que van por la parte de arriba de los árboles, es una manera más barata que usan las empresas para no tener que cavar en la tierra, y se cortó la electricidad de 800.000 personas. Rápidamente se pusieron en orden las cosas. Solamente un tipo que no está involucrado en corrupción es capaz de decirle al señor que les dijo a los chilenos que estaba orgulloso, como empresario, de cómo habían resuelto este problema, “yo como funcionario le dijo que tenga cuidado porque hoy empiezo la cancelación del acuerdo que hicimos entre el estado y la empresa”. Es muy difícil encontrar estos discursos acá.

-En otros momentos sí, hoy es todo lo contrario.

-Hoy es como el discurso de rompamos y demos, rompamos y demos que va a venir la inversión. Nadie invierte en un lugar que no respeta. Nosotros vamos a tener que ganarnos el respeto de manera muy humilde, enérgica y orgullosa. No señor, usted acá no viene a llevarse el litio y a sumir el hambre en mis compatriotas.  

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Emilia Racciatti

Periodista - Licenciada en Ciencias de la Comunicación - Letra P / Radio AM 530
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