Pumper Nic o la (buena) literatura de la nostalgia

La periodista y escritora Solange Levinton reconstruyó la historia de Pumper Nic, el primer fast food argentino. ¿Podemos volver a los lugares dónde fuimos felices?, se pregunta. Si existe una literatura de la nostalgia, su libro opera como un manual para escritores que aspiran a superar el mero sentimentalismo. Negras&Blancas dialogó con la autora.  
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Fotos de Pumper Nic: Gentileza Rodrigo Fonte

Argentina invita al pasado. La realidad material, atravesada por los artificios del dólar barato, prefigura para cualquier ciudadano de mediana edad un deja vu que repone síntomas de una experiencia económica ya transitada. No es una mera regresión, sino una regresión dañosa. En el libro “Un sueño made in Argentina”, en cambio, la escritora y periodista Solange Levinton propone un viaje al pasado (la historia de la cadena de hamburguesas Pumper Nic) pero en ese caso -virtud de la narrativa sobre la realidad- ese retorno puede ser evocado, aun cuando no esté exento de fracasos, con un de un halo de felicidad. Felicidad pedida, pero felicidad al fin.

Hay en la elección de Levinton un perfume de nostalgia y acaso cierta empatía con el pecado original de la historia: la picardía criolla de la creación de una empresa, Pumper Nic, parcialmente una copia (que mereció una condenada judicial) del gigante estadounidense Burger King, que llegó quince años después en la Argentina. Un ilícito sin daño visible.

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¿Quién me robó mi niñez?

Como una refutación de la letra de Joaquín Sabina que reza que “al lugar donde has sido feliz/no debieras tratar de volver”, Levinton inició una primera exploración bajo el impulso de su propia nostalgia y pronto encontró que no estaba sola en ese sentimiento. “La idea que hoy tenemos de un fast food no es, precisamente, un lugar dónde uno anhele trabajar y, sin embargo, en el caso de Pumper, existían grupos en las redes sociales que se proponían mantener viva una historia que sólo existía en la transmisión oral. Había en los ex empleados y consumidores alguna idea de haber participado de una experiencia que en ese momento era novedosa, moderna y también el riesgo de la desmemoria frente a una historia de un tiempo analógico, que no se recuperaba con una búsqueda de Google”, explicó la autora.

Foto: Gabi Salomone

El fast food argentino.

La aventura empresaria de Pumper Nic tuvo una épica inconclusa: Alfredo Lowenstein, su fundador, en 1974, es hermano del impulsor de la marca de hamburguesas Paty. Es un salfe made man, un inmigrante hijo de un carnicero judío que llegó desde Alemania huyendo de los nazis, pero la de Pumper es también la historia de una empresa con una decadencia al menos desprolija que dejó damnificados.

La producción libresca ha narrado historias de empresarios “argentinos”. Algunas gloriosas, como podrían ser los casos de Torcuato Di Tella, inmigrante italiano convertido en emblema de la industria local con la empresa SIAM. O el soldado belga Julio Steverlynck que se instaló en Jáuregui y en poco tiempo su empresa se convirtió en la principal productora mundial de lino textil. Steverlynck no sólo fundó una empresa, sino que, antes del peronismo, impregnado en las ideas del catolicismo social, imponía la jornada laboral de ocho horas, vacaciones pagas, salario familiar, licencia por maternidad, licencia por matrimonio, asignación por hijo y créditos para vivienda a sus empleados. Pumper Nic no puede integrarse a esa liga. Su proceso errante lo despojó de la épica empresaria.

La historia de los Lowenstein en Pumper es una historia de inmigrantes escapados de la Segunda Guerra, diestros, como tantos argentinos nativos o inmigrantes, en sobrevivir a un estado de crisis permanente, pero no un modelo a imitar. Por eso el libro de Levinton combina -allí una virtud del enfoque- la narración de los protagonistas con las historias de sus trabajadores e, incluso, hasta las de sus consumidores. Evoca una suerte de memoria social que nos invita a apropiarnos de aquella historia.

“Es un libro que muestra una dimensión humana, no sólo el devenir empresarial, aunque ese costado también está presente”, resume Levinton.  

“Al único que no pude entrevistar directamente es al fundador de la empresa, Alfredo Lowenstein, que contestó sobre algunos datos puntuales a través de su hijo. Pero en otros integrantes del grupo familiar inicial y en los ex empleados había hasta desesperación por conseguir que la historia no se perdiera”, explicó.

Auge y caída.

El lector probablemente se sorprenda cuando la reconstrucción de la historia de Pumper no la ubique en la plenitud de los ´80 sino una década antes. La empresa fue fundada en septiembre de 1974, a la luz de los gigantes estadounidenses, Pumper y Mc Donals, que hasta finales de los ´80 no desembarcaron en la Argentina. Pumper copió el método del fast food, desde el proceso industrial hasta el mobiliario con la incomodidad justa para expulsar a tiempo al comensal, y le adosó un toque argentino en la terminación “a la parrilla” de la hamburguesa.

Llevó a tener 70 sucursales, una facturación millonaria, e incluso sobrevivió a una feroz disputa judicial con Burger King por la copia del logo (que Pumper perdió); pero en su éxito veloz anidó la semilla de la decadencia: el descontrol de las franquicias convirtió a Pumper en una maquinaria destartalada cuando Burger y McDonald´s se instalaron en la Argentina con un plan de crecimiento paulatino y riguroso; y, Pumper, de pronto, de una opción moderna se convirtió en lo viejo del menú gastronómico porteño. La antesala a una fatasmagórica retirada empresaria.

“Hubo una suerte de tormenta perfecta. La llegada de otros fast food, más profesionales en la administración de las franquicias, puso en evidencia la falta de uniformidad que existía entre las sucursales de Pumper. Por otro lado con los años la familia empresaria original se fue desinteresando y concentrando en otros negocios y, al final, para los nuevos jóvenes Pumper era lo antiguo frente a McDonalds y Burger King. Tal vez como todo lo que es disruptivo, también es más fácil que más rápido se vuelva viejo”, afirma Levinton.   

La explicación de la autora no coincide enteramente con la versión que quedo documentada en la Justicia Comercial en la que los propietarios de la empresa debieron justificar la cesación de pagos de Pumper frente a sus acreedores. Allí el litigio perdido con Burger King es destacado por los ex propietarios con un protagonismo desmedido y sin fundamento (Pumper sobrevivió más de dos décadas a esa condena, en 1986). Tampoco la competencia con las nuevas cadenas explica por si sola la caída. Como se narra en el libro -y acaso opere en forma contraintuitiva contra la memoria de los lectores- los gigantes estadounidenses del fast food hicieron un ingreso progresivo y hasta lento en el mercado argentino. No fue una bomba que estalló y cambió todo.

Es desenlace de Pumper, como el origen, también puede ser visto bajo el ADN argentino. Diego Lowenstein -hijo del fundador, que entonces estaba a cargo de la empresa- en 1995 se integró a otro fast food de hamburguesas trasnacional (Wendy´s) que, como es lógico, le requirió que cesara su participación en Pumper para no competir contra sí mismo.

Desde entonces los cambios en la conducción empresaria de Pumper pasaron a ser un misterio para los empleados y la empresa familiar inicial se convirtió en un esquema de tenencias accionarias que no dejaban ver a los verdaderos titulares.

Ahora que somos felices

“Un sueño made in Argentina” es el segundo libro de la periodista Solange Levinton, que había publicado en 2017 “Voltios: la crisis energética y la deuda eléctrica”, editado por Leila Guerriero. Su trabajo puede rastrearse en artículos de La Nación, Clarín, Infobae, Editorial Perfil, Gatopardo y la desmantelada agencia Télam. El libro sobre Pumper es el resultado de un concurso organizado por la editorial española Libros del Asteroide.

El último local de Pumper Nic cerró, en Villa Gesell, en abril de 2000. Y el 5 de mayo se decretó oficialmente la quiebra.

La historia sobrevivió en sus protagonistas. La mística de los ex empleados, que durante años recrearon el periplo de la empresa en la tradición oral, ahora quedó documentada.

La investigación exhaustiva de Levinton en “Un sueño made in Argentina” asegura la permanencia que los dueños de Pumper Nic no pudieron garantizar.


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Mariano Suarez

Licenciado en Ciencias de la Comunicación, magister y doctor en Derecho del Trabajo; Doctor en Derechos Humanos y Previsión Social. Escribió una decena de libros de derecho, comunicación y música.
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