Martha Argerich: entre la fascinación y el deseo

Cómo es la biografía de Olivier Bellamy que publicó Blatt & Ríos.
1 0
Read Time:7 Minute, 35 Second

Foto Adriano Heitman

Más cerca de las licencias que toma el pintor ante el retrato que de las exigencias de precisión que ordenan la relación entre mapa y territorio, la biografía puede gozar de las prerrogativas, no exentas de riesgo, de un género literario. No es novela ni cuento, no es poesía, ensayo ni crítica, pero en su dinámica la biografía se deja atravesar por todos los géneros para impulsar una suerte de pacto artístico entre naturaleza y retórica. Verdad y literatura, anverso y reverso de un relato, pactan las propias coordenadas de un estatuto en el que el sortilegio consiste en esquivar lo definitivo y dejar fluir la parcialidad. Más si el biografiado –en este caso “La” biografiada– es contemporánea del biógrafo. Y mucho más aún si vive y desarrolla la actividad que impulsó a contar su historia.

PUBLICIDAD

En 2010 Olivier Bellamy, periodista, conductor de radio y documentalista francés, contó la vida de Martha Argerich, por entonces a punto de cumplir 70 años y ya considerada una leyenda, incluso más allá del universo de lo que culturalmente se conoce como “música clásica”. La biografía se publicó en Francia y junto al nombre de la pianista en el título, el subtítulo L’enfant et les sortilèges, reponía la historia de aquel niño que no quería hacer sus tareas en rebeldía contra su madre, pero también al universo de Maurice Ravel, uno de los compositores con los que la pianista logró mayor empatía. También aludía a la niña que Martha nunca dejó de ser y al sortilegio que todo relato insinúa. Silvia Kot realizó la traducción al castellano de la biografía de Bellamy, que en 2011 la editorial El Ateneo publicó como Martha Argerich, a secas, y que ahora Blatt & Ríos incorporó a su atractivo catálogo y acaba de editar como Martha Argerich. Una biografía.

Un rescate editorial esperado y necesario que, tal vez sin proponérselo, aparece para convertirse en una forma de consuelo ante la imposibilidad de volver escuchar a Argerich en vivo en Buenos Aires, como desde hace años venía sucediendo.

La que huía

Con un aliento narrativo cercano, lineal y ameno, sin más aspiraciones que la de trazar contornos biográficos firmes de quien “huía de su madre, huía del piano, ¡huía de todo el mundo!” –como define Charles Dutoit a Argerich en algún pasaje del libro–, el gran mérito de esta biografía es el de saber seleccionar y ordenar temporalmente los hechos para que la historia, de alguna manera, se cuente sola. Con una estrategia narrativa que prescinde de un aparato de notas y referencias, Bellamy se sirve de algunas frases textuales de la protagonista para apuntalar una historia que crece en la reconstrucción del entorno.

A veces como figura, otras veces como fondo, Argerich es siempre el horizonte del relato. La pianista que con distinguida excentricidad fue siempre refractaria a las entrevistas, prácticamente impenetrable en su cotidianeidad, enemiga de las convenciones, bohemia, altruista y taciturna hasta el misterio, se va revelando entre las figuras que la rodean. Su relación con el piano –el instrumento, su repertorio y la institución socio-cultural que representa–, se extiende en su relación con el mundo sobre el que vive. Entonces la biografía es también la exposición de una época intensa de intercambios humanos, artísticos y comerciales.

Lo monstruoso

La vida artística de Argerich coincide con la de un mundo en ebullición cultural y política, que es también la época de oro del negocio discográfico y de la actividad de conciertos. La biografía de Bellami no esquiva las dinámicas monstruosas de una profesión sufrida y redituable como la del músico virtuoso.

Yendo y viniendo por la época y sus protagonistas, Argerich aparece entre la fascinación y el deseo y más allá de los regímenes documentales del género la biografía de Bellamy se lee con fruición.

Una cartografía artística

Un gran mapa de relaciones entre nombres, épocas y lugares va delineando la vida de Argerich. Buenos Aires es la infancia, que también se sitúa en la calle Lavalle, donde estaba el estudio del temible maestro Scaramuzza. Viena es Friedrich Gulda, Bolzano y Ginebra los primeros concursos, Hamburgo los debuts europeos, Hanóver la primera grabación, Moncalieri el silencio de Arturo Benedetti Michelangeli y Nueva York la posibilidad de encontrar al admirado Vladimir Horowitz.

Entre la amistad, la pasión, el arrebato y la indolencia como muestra de distintas formas del amor, la cartografía extiende el tiempo de la pianista entre el falansterio de Rue Jules-Crosnier en Ginebra y “la calle de los pianistas” de Bruselas, el hospital de Santa Mónica donde la trataron de una cáncer que superó, la muerte de su madre mientras estaba de gira por la Unión Soviética, la adoración definitiva del público japonés y sus paulatinos regresos a la Argentina a partir de 1986, que en 1999 se consolidaron en el Festival Argerich.

Magnetismo Argerich

Muchas cosas pasaron en la vida de Argerich después de la publicación de esta biografía, entre ellas el documental Bloody Daughter realizado en 2012 por su hija menor Stéphanie, que por su abordaje objetivo y decididamente crudo deconstruye cualquier mirada romantizada en torno a su figura. No obstante, el trabajo de Bellamy –que en 2021 amplió con Raconte, en base a varios encuentros con la pianista– logra dar forma a una historia que, lejos de ser definitiva, supera el mero anecdotario.

Se suele suponer que una biografía dice tanto del autor cuanto de su objeto de estudio. En el caso de Argerich, las posibilidades de esta ecuación se reducen al mínimo. El personaje es poderoso y magnético. Bellamy lo sabe y repliega su rol al de un redactor prudente, aunque la apreciación de que “físicamente, Martha Argerich parece una indígena americana. Y es posible que su carácter gentil y empático la haya llevado a identificarse con la población más desheredada de su país”, con que la presenta en el primer capítulo, resulta de un eurocentrismo poco menos que decimonónico. Más allá de este derrape con resabios colonialistas, el francés es cauto y oportuno en los comentarios. Su posición es la de un relator prolijo e informado. Casi un testigo que más que afirmar conclusiones, las sugiere.

Marthita y Perón

Después de la lectura de un relato generoso en digresiones que propician numerosas conexiones, sería difícil imaginar a Argerich sin la presencia de su primer maestro en Europa, Friedrich Gulda, más que un excéntrico, un enemigo declarado de la banalidad en cualquiera de sus formas. Y Gulda no hubiese entrado en la vida de Argerich sin una decisión de Juan Domingo Perón.

Delicioso –y contundente– resulta el relato del encuentro entre la niña que prudentemente acompañada por su madre fue recibida por el entonces Presidente, para pedir ayuda para continuar sus estudios fuera del país. Entre el “Decime ñatita, ¿adónde querés ir?” con que Perón la recibe, hasta el “Adelante, Marthita” que deja sentado en el cuaderno de autógrafos que la niña le extendió al final de la charla, quedó definido el futuro de una de las artistas más extraordinarias que dio el siglo XX y sus prolongaciones, para quien.

Amores y odios

Su libertad es una fatalidad en un mundo lleno de presiones”, anota su biógrafo sobre Argerich. La que sistemáticamente se negaba a ser presentada a Walter Legge, el legendario productor del sello EMI, lanzador de las carreras de Herbert von Karajan, María Callas y tantas estrellas discográficas de la música clásica. La que decidió interrumpir su carrera en coincidencia con su primer disco para el prestigioso sello Deutsche Gramophon –“que produjo el efecto de una bomba en el mundo musical”–, por el que además de críticas ditirámbicas había recibido una carta elogiosa del amado Horowitz. La que canceló conciertos –costumbre que sostuvo toda su vida– para acompañar en el piano a sus amigas, la violinista Yosha Sivo en el Concurso Paganini de Génova, o Brunilda Gianneo en un concurso en Munich.

También la que en 1965 volvió a tocar para coronarse ganadora indiscutida en el Concurso Chopin de Varsovia. La que, acaso por respeto el mito, no se atrevió a tocar con Jaqueline du Pré –“Era muy original y extravagante. Había nacido bajo el signo de Acuario como mi madre”. La schumaniana inmune a Brahms que sentía a Chopin como un amor imposible. La que justificaba lo que otros sentían como una mirada sensual argumentando que era corta de vista. La que hablando de sus maridos sabía que Stephen Kovacevich le dio más de lo que le sacó Charles Dutoit. La que se situaba en el mundo asegurando que “la derecha es el dinero, yo no vengo de allí”. La madre insuficiente y la pianista para quien nunca nada fue todo. O sencillamente Marthita, la que, contaba su hermano “Cacique”, odiaba dos cosas: que la elogien y que le toquen el pelo.

Las suscripciones son el ingreso principal de Negras&Blancas.

Si querés colaborar en nuestro crecimiento, podés hacerlo con una suscripción a la revista. Tu aporte solventará el trabajo de las redactoras y redactores.

Foto del avatar

About Post Author

Santiago Giordano

Santiago Giordano nació en Córdoba en 1965. Es músico, docente, crítico musical y ensayista. Colabora en diarios como Página/12 y en varias revistas especializadas en temas musicales. Desde hace 10 años conduce todas las tardes Las fantasías del caminante, por Radio Nacional Clásica (96.7). Ha publicado los libros Había que cantar. Una historia del Festival Nacional de Folklore de Cosquín (Cosquín, 2010) e In Genio. Historias de música italiana (Ediciones del Copista, 2008). Es autor del ensayo Para una gestión de las artes sonoras, incluido en el volumen Inconciente Colectivo. Producir y gestionar cultura desde la periferia, publicado por la Universidad Blas Pascal en 2007.
Happy
Happy
100 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Conocer las actualizaciones de las últimas noticias

By pressing the Subscribe button, you confirm that you have read and are agreeing to our Privacy Policy and Terms of Use
PUBLICIDAD