Rubén Rada: cuando la música no calla

El uruguayo Rubén Rada reapareció el viernes a la escena porteña. Sin abandonar su esencia candombera, pero nunca encerrado en ella, el uruguayo historizó su propio recorrido en el escenario de C. Art Media. Gabriel Plaza escribe la crónica de una noche en la que el lenguaje musical fue un instrumento para conjurar la crudeza del mundo material.
2 0
Read Time:7 Minute, 50 Second

Estamos en 1971. La dictadura militar uruguaya censura a sus artistas. El grupo Tótem, con Rubén Rada a la cabeza, piensa muy bien las cosas que va a poner en una canción. Entonces empieza con un ritmo de los dedos sobre el tambor y tararea y dice: “Los pensamientos son todos míos/pero mi lengua ya no es tan mía”.

Estamos en 2025. Hace unos días el gobierno de Javier Milei prohibió el concierto que Milo J iba a realizar en la ex Esma. La imagen con camiones hidrantes, rodeando a unos 20 mil chicos, que solo querían asistir a un concierto, parecía de otros tiempos.

Es viernes, día de los enamorados en Buenos Aires, y en la pantalla se despliegan imágenes psicodélicas. Ruben Rada da un salto en el tiempo hacia atrás para hurgar en el sonido rockero psicodélico y progresivo con el espíritu de Woodstock que tenía con la banda Tótem, sin abandonar la base afro del candombe.

PUBLICIDAD

Rada toca y ni siquiera quiere mencionar la palabra dictadura sobre el escenario, -en referencia a lo que pasó en Uruguay y también en la Argentina-, pero está diciendo mucho con “Dedos” esa canción grabada en 1971, en el álbum debut de Tótem, que es una ráfaga de memoria de lo que pasó en el cono sur.

No necesita de comentarios panfletarios, apenas guiños cómplices teñidos por una pátina de ironía y humor, cuando presenta, en otro momento del show, el tema “Quién va a cantar”: “La idea de esta canción se la afané a Guarany (por “Si se calla el cantor”, tema que estuvo en las listas negras de la última dictadura militar argentina)”.

Si cada pueblo tiene un presidente

Que por lo menos rime con la gente

Cuando el reparto sea más coherente

Tendremos un planeta con identidad

Cuando el público escucha la frase de la canción con la palabra presidente se detona una silbatina tan fuerte que tapa por varios segundos el estribillo: ¿Quién va a cantar?¿Quién va a soñar?¿Quién va a pedir para que no calle el cantor?”.

Rada sigue tocando.

De sus letras siempre se desprende algún comentario social de la vida cotidiana. Es un ídolo popular con los pies en la tierra.

Subido a una máquina del tiempo y del ritmo, el músico invoca, a lo largo de más de una hora y media de concierto, parte de su historia musical que incluye El Kinto con Eduardo Mateo, -una de sus páginas musicales más gloriosas artísticamente de fines de los sesenta-, cuando evoca ese standard de la música popular uruguaya llamado “Don Pascual”, compuesta por Chichito Cabral.

Lejos de toda solemnidad, Rada toca esa perla sofisticada del candombe beat con un swing tan fluido y natural, donde la música flota como una boya sobre el agua, que hasta le permite inventar una coreografía de la que participa el público, que se deja arrastrar por esa cadencia serena del tema como si fueran pececitos, sumergiéndose y emergiendo, entre las olas de ese Río de la Plata imaginado por la canción.

Este es un concierto no solo para fans, sino un concierto pensado para pibes y pibas que lo descubrieron tardíamente y que nutren ese público más treintañero que lo acompaña en esta nueva visita a Buenos Aires. Acá están las parejas de chicas que vinieron a celebrar San Valentín y se besan en la balada “¿Y cómo es él?”; también el grupo de seguidores de la música uruguaya, que dicen al final del show: “Ahora hay que ir a ver a la Catalina”; los padres con sus hijas; los que terminan haciendo un trencito en “Cha cha muchacha”; el que replica los pasos de murga y hasta el rockero que cierra los ojos y acompaña el solo de guitarra en “Dedos”. 

Frente al carisma de Rada y esa totalidad de clásicos, que conforman la lista de temas del show, no hay otra cosa que rendirse y disfrutar.

Es así que en ese resúmen de un amplio repertorio popular se proyecta la vigencia de este Rada en el presente: desde temas como “Blumana”, más conocida por su estribillo “Tocá che Negro Rada” hasta la versión candombe de “11 y 6” de Fito Páez, incluida en su último disco editado en el 2024, Candombe con la ayudita de mis amigos.

En ese rectángulo frío que es la arquitectura del C. Art Media, los tambores comandados por Rada y custodiados por la legendaria figura del Lobo Nuñez en tambor piano, irradian una energía tribal, que se manifiesta en ese baile colectivo abajo del escenario, en el golpe de la clave de candombe que los porteños acompañan batiendo sus palmas, o que se expresa en el grito de guerra, que Rada le pide al público.

El candombe es la lengua madre de Rada. No hay canción que no esté atravesada por ese toque de herencia ancestral de los primeros afrodescendientes que llegaron al Uruguay y que con el paso del tiempo se instalaron en los barrios Sur y Palermo de Montevideo, donde se realiza el desfile de llamadas durante el carnaval.

Con 81 años, Rada dice que ya no puede ir a las llamadas de candombe, entonces sobre el escenario crea su propia llamada, su propia esquina junto a las cuerdas de tambores, como si estuviera en esas calles del barrio Sur que recorrió de chico. Allí donde aprendió todo lo que sabe.

Por unos minutos, ya no importa la canción, sino ese diálogo musical de los cueros, ese trance, ese intercambio de figuras musicales que se intercalan entre la rítmica de la cuerda de tambores. Rada sonríe. En este instante, no lo aqueja ningún dolor, ningún achaque físico. Rada es ese tambor sonando. Es música. 

En su casa, en cambio, rodeado de premios y sin su instrumento, se aburre. Es en los escenarios, donde el artista uruguayo vive y puede desplegar su personalidad, ese humor, ese estado de ánimo de alegría, que de alguna manera le ayudó a sobrellevar una infancia dura y con carencias económicas.

En el show acusa una rinitis que no le permite cantar como quisiera, dice. Esa voz que dibuja fraseos complejos, que tienen el toque emocional justo y esas melodías simples que se adhieren al cuerpo y no se desgastan con el paso del tiempo, no parece estar afectada.

Cuando encara las notas altas que lo distinguen en “Malísimo”, Rada se deja llevar por el vuelo de esa música que se eleva en la frase: Puedes, puedes, puedes ver el mar/Puedes ver la luz, puedes más, tú puedes/Contar las estrellas, guardar la más bella/Remontar las nubes para no verlas jamás, como si la melodía lo empujara más arriba, como si la banda lo apuntalara, como si sus tres hijos -Julieta y Lucila en los coros y Matías en la guitarra eléctrica y coros- le dieran la fuerza que necesita para seguir cantando y disfrutando arriba de un escenario.

Al Negro Rada le brillan los ojos cuando Matías Rada hace un solo de guitarra con los piques de Jimi Hendrix, o cuando Julieta presenta una canción solista, o cuando Lucila, también se luce con su voz. Pero también, Rada disfruta del orgullo de tener una banda que suena y que tiene sus momentos de solos como en el jazz. Sobre todo, cuando Herman Klang, el tecladista que reemplaza en este show a Gustavo Montemurro, despliega sobre las teclas un sonido más psicodélico, que se alarga en esas notas que quedan reverberando como un eco electrónico en el aire, y que recuerda a esos tecladistas del rock progresivo de los años setenta.

Toda la banda que lo secunda, lo sostiene, le da brillo a sus arreglos musicales que vivorean entre la trama rítmica de esa cuerda de tambores -la triada de piano, chico y repique- el virtuosismo de sus músicos, y la sólida base del bajo y la batería, que sostiene esa pared de sonido, donde pueden convivir estilos como el funk, el rock, el jazz, la plena, la murga, la balada y el pop.

En su espíritu, es una formación que tiene la característica de una orquesta de antes, que agita el baile, que suena sofisticada y popular al mismo tiempo, que genera un ida y vuelta con la gente, y que siempre sorprende por la calidad musical y la variedad de climas.

“Muriendo de plena”, la canción que el propio Rada considera un hit comercial y queda para el final del concierto, es una canción que se burla de la muerte y de la tragicomedia de la vida, y que produce un magma volcánico entre el público, una suerte de explosión del delirio, un abrazo colectivo entre desconocidos, el salto y el baile desprejuiciado, solo o en parejas, el momento del estallido de una noche que termina.

Después vendrá un lento, una despedida en fade out, el juego con los brazos en alto balanceándose de un lado al otro al ritmo del coro de “No me queda más tiempo”, pero a esa altura ya nadie le podrá quitar lo bailado al público, ni siquiera la realidad que los espera afuera.


Las suscripciones son el ingreso principal de Negras&Blancas.

Si querés colaborar en nuestro crecimiento, podés hacerlo con una suscripción a la revista. Tu aporte solventará el trabajo de las redactoras y redactores.

Foto del avatar

About Post Author

Gabriel Plaza

Ejerce el periodismo musical desde 1992. Fue crítico de música en el Diario La Nación (Buenos Aires), desde 1996 hasta 2019. Sus crónicas musicales se publican en medios como Revista Ñ, Silencio, Página 12, Caras y Caretas, y Anfibia. Fue tercer premio del concurso para Jóvenes Periodistas de Iberoamérica Lazaro Carreter en el año 2000 (BMG Group. España). Es co-fundador de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM) y uno de los autores del libro Ritual y Ritmo sobre el fenómeno de La Bomba de Tiempo, junto a Humphrey Inzillo, editado por Atlántida (2017). Sus artículos aparecie-ron en publicaciones de la Universidad de La Plata y la Universidad de Guadalajara, México. Es autor del libro sobre la Bomba de Tiempo junto a Humphrey Inzillo. Tiene su pro-grama de música Hora Cero, todos los martes a las 23, en Radio Nacional.
Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Conocer las actualizaciones de las últimas noticias

By pressing the Subscribe button, you confirm that you have read and are agreeing to our Privacy Policy and Terms of Use
PUBLICIDAD