Ramón Navarro: “El pueblo me ha hecho lo que soy”

De regreso a Chuquis, el lugar que lo vio crecer y cuyas calles tomaron el nombre de sus canciones y también fue escenario de “Un pueblo hecho canción. Una película sobre Ramón Navarro”, el documental dirigido por Silvia Majul, Navarro retomó palabras y vivencias. Como fruto de ese lazo, el artista y la comunicadora continuaron ese diálogo en una charla inédita cuyo extracto reproducimos a continuación.
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La noticia de la muerte de Ramón Navarro, uno de los artistas fundamentales de la cultura popular argentina, no podrá detener el peso de una obra y de una trayectoria que, en 91 años, hasta le dio nombre a las calles de Chuquis, un poblado ubicado a 80 kilómetros de la ciudad de La Rioja “que me vio vivir más que nacer. En los años mas importantes de todos, que es la infancia y la adolescencia, ahí es donde nos nutrimos, ahí donde la semilla empieza a crecer pa dentro”.

En un nuevo regreso a ese lugar que fue epicentro del filme “Un pueblo hecho canción. Una película sobre Ramón Navarro” (2017) y en conversación con la realizadora Silvia Majul, surgieron otros aspectos de ese cosmos creativo que confirmó aquella sentencia sobre los creadores que son capaces de pintar mundos desde su aldea.

“Chuquis es mi querencia externa porque anda conmigo siempre para todos lados y esa sensación es intransferible aunque mucha gente que es de los lugares que ama siente lo mismo. Yo he tenido la suerte de poderlo decir de expresarlo en las canciones, en las coplas. Usted quiere hacer un recuerdo de su casa por ejemplo, y la pinta en los versos, las coplas, una tonadita, una musiquita. Y eso es todo, esa es la raíz, después que crezca el árbol o que no crezca ya es una cuestión que no se puede predecir”, sintetizó con la honda sencillez de los sabios.

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-Silvia Majul: Suena sencillo pero pocos describieron esos lugares como usted..

-Ramón Navarro: Si suena sencillo pero es sumamente indescifrable, la cuestión es decir, no hay una metodología. Si yo a la misma obra le quiero hacer otra similar y le quiero poner los mismos ingredientes  no me sale igual la comidita. Es diferente, hay un misterio en eso. Ojalá supiera…

-¿Y como sintió la primer recorrida por las calles que nombraba casa una de sus canciones?

-Era como si yo fuese otro, o uno más de ellos en todo caso, era así, me sentía igual que ellos, con la misma emoción. Ahora, que me estas preguntando, me estoy emocionado. Es un momento más que hermoso, inolvidable.

-Hay quienes describen personajes desde afuera. Pero en su caso lo que noto es que hay un afecto por los personajes, una apropiación de la historia, un cariño muy especial..

-Desde luego que sí. Me ha costado mucho encontrar las palabras para describir. Era mucha responsabilidad también para mí. Encontrar la palabra para nombrar ese recuerdo de esa persona y además ponerle una música para que encaje con esas palabras. No es tan fácil la cosa, pero yo creo que lo logré y creo que lo logré porque al conmoverse otras personas escuchando eso quiere decir que están recibiendo ese saludo que yo le doy a él.

-Le pregunto sobre Leopoldo, otro de los personajes de sus canciones…

-Don Leopoldo Romero vivía en los que se llamaban puestos de criadores de cabra, los puestos serranos, que estaban a mucha más altura. Cuando éramos changos íbamos corriendo para allá y lo visitábamos siempre y al principio estaba acompañado, tenía su familia, pero se le fueron yendo, se fue quedando solo. Y la última vez que fuimos, ya estaba absolutamente solo. Estaba el rancho, sus cabras, sus perros cabreros, su fogoncito y tenía necesidad de hablar, hablaba todo y contaba cosas muy graciosas. De ahí nació la canción, de ese lugar que era tan alto que a veces cuando venían las tormentas, las nubes a veces le tapaban el rancho y hago alusión a ese silencio en el que vivía, porque le estaba costando mucho trabajo vivir solito. Por eso la canción se llama asi, “Leopoldo silencio” que es un homenaje a esa forma de vivir en ese silencio enorme. Con una alegría incomprensible para todo ese sufrimiento que tenía en esa soledad pero viviendo con mucha esperanza siempre en todo, nunca lo sentíamos quejarse. La última vez que fuimos, cuando grabamos la canción, fuimos hasta el rancho, pusimos un grabador en la cima de la piedra y le dimos como una especie de serenata aunque ya había partido.

-Entre esos recuerdos le pido que me presente a Don Rosa Toledo…

-Don Rosa era un personaje muy querido porque era muy gracioso, tenia mucho sentido del humor. Fue un hombre sin formación académica que conoció la vida mirándola, observándola, sufriéndola también. Un hombre que se fue a trabajar en las minas del sur y volvió a Chuquis. Era un hombre grandote, alto, fortachón, gracioso, que cantaba unas vidalas hermosas y sabía todo. Solía venir a mi casa y mi mamá, que lo quería mucho, le pedía que le corte la leña, que le achique la leña para que pudiera entrar en la cocina económica de entonces. Don Rosa venia y hachaba con una habilidad que era una cosa impresionante. Un día, yo era chango, le digo “Don Rosa le quiero preguntar por qué usted cada vez le pega a la leña pega un quejido” y me respondió: “Pa’ que la leña sepa que me duele cuando le pego”.

-Un poco lo que usted le dio a Chuquis marcó para siempre la historia del pueblo, el latir del pueblo

-Sí, muchos dicen eso, pero es más lo que me ha dado el pueblo a mí que lo que yo le he dado al pueblo. El pueblo me ha hecho lo que soy. Entonces no me sentía alguien que le pertenecía a eso. Le pertenecía a todo eso, a toda la gente. Pensé que todo lo que había hecho yo, en todos mis años cantando, componiendo y haciendo todo esto que hago desde hace varios años, lo había hecho pa’ que pase eso. Llegué a esa conclusión. Así que nada mejor me puede pasar

-Es un pensamiento lindo. Encontró el por qué más importante de todos esas canciones que se hicieron de una patria porque hoy se cantan en todo el país…

-Algunas de ellas se han cantado durante mucho tiempo y se siguen cantando y también las han tomado una generación nueva muchas de ellas, hay versiones de algunas obras de esas que se siguen haciendo todos los años. Hay una, la “Chayita del vidalero” que compuse cuando tenía 18 años, en la pensión de Doña María en La Plata, en una tarde de esas nostalgiosas. Estábamos estudiando y teníamos más guitarras que libros y salió esa chayita así de golpe, de un momento para otro. Me apresuré para escribir la letra y la canté varias veces para acordarme la música. Y desde entonces hasta el día de hoy, todos los años tienen una grabación distinta, instrumental o cantada. Eso es un milagro, una cosa increíble

-La nostalgia parece buena consejera para la composición…

-A veces uno mira mucho afuera, lo exterior para ver de donde puede tomar cosas, de aquel, del otro. Yo creo que lo más importante es mirarse pa’ dentro. Eso que te he hablado de la semilla que tiene que crecer internamente. Entonces lo que va a nacer de eso seguramente va a ser un buen árbol, que te va a dar lo que dan los árboles, frutos, sombras, madera.

-¿Cuales son sus sueños hoy?

-Siguen siendo importantes, uno siempre sueña con que todo cambia para mejor, que nos vaya bien a todos, que respetamos a los otros. Mi sueño es que con el vecino uno pueda quererse aunque no piense igual. Las cuestiones económicas, las cuestiones políticas, todas las cuestiones sociales que a veces separan a la gente pueden discutirse para que saquemos la verdad de cada uno y a lo mejor alcanzamos una verdad más integral. Ese es mi sueño americano, el que tenían nuestros próceres, el de hacer un gran estado latinoamericano. Ojalá podamos dar esta discusión sin lastimarnos físicamente, sin muertos, sin desaparecidos. Que podamos tener la inteligencia de convencer más que de agredir al otro para imponer nuestras ideas. Ojalá podamos lograr eso en lo que la cultura, la educación, el trabajo y la dignidad tienen mucho que ver con la alegría que vos quieras que tenga el otro. Todo eso forma parte de mis sueños.

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Silvia Majul

Silvia Majul nació en Llao Llao, Río Negro, pero vivió en Santiago del Estero, Córdoba y Buenos Aires. Actualmente está radicada en Unquillo. Es agente de prensa, realizadora audiovisual autodidacta y colaboradora en medios radiales, televisivos y gráficos desde hace tres décadas. Como agente de prensa trabajó con artistas, actores y escritores nacionales y extranjeros de un gran abanico ecléctico. Ideó y produjo muestras, espectáculos y el álbum doble “Canciones para no morir”, homenaje a Hamlet Lima Quintana, con importantes artistas de todos los géneros. Como realizadora audiovisual dirigió “Un pueblo hecho canción, una película sobre Ramón Navarro” (2017), “El nombrador, una película sobre Daniel Toro” (2021) y —con dirección colectiva— el “El andariego, historia de un grupo vocal” (2024). También colaboró en la investigación y prensa de otras películas, produjo y fue guionista de ciclos para canales de Buenos Aires y Córdoba. En el plano literario escribió el ensayo “Entré a mi pago sin golpear. La identidad cultural santiagueña en algunas canciones de Trullenque”, junto a Carlos Juárez Aldazábal; y obtuvo 2° Premio Fundación Cultural de Santiago del Estero.
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