60 mil bandoneones alemanes llegaron a la Argentina entre las dos guerras mundiales. Los instrumentos de aquella época no sólo son los más buscados por los músicos argentinos. Por imperio de la economía de escasez, también son una joya demandada en el mundo del delito. El martes 25, a la tarde, al bandoneonista Enrique Fasuolo le arrebataron su instrumento en avenida Corrientes 983: un joven de camisa colorada y pantalón gris le apuntó al pecho con un arma. Desde ese día, no lo volvió a ver. La investigación policial está detenida por el feriado.
Enrique de 85 años dedica sus días a tocar en la calle. Suele parar en San Telmo y en las estaciones del subte de Lima y 9 de Julio. Desde que se jubiló, en 2004, se abocó a su pasión: el bandoneón. Se sentaba en su banquito, dejaba a su lado el estuche de su bandoneón para quien quisiera aportar algo y, sin decir palabra, se ponía a tocar. Su amplio repertorio hacía que las personas disfrutaran desde un tango hasta una cumbia.
Enrique pasó por una operación en su ojo derecho hace dos meses, tiene problemas de audición y necesita un audífono especial para su condición. Los gastos en medicamentos se acercan a 100 mil pesos por mes. Tocar en la calle era también su modo de ganarse la vida.

Una pasión que se comparte
Carlos Alberto Cuenca es su alumno y parte de su familia. Se conocieron en 1992 y desde ese momento comparten su amor por la música y los bandoneones. Alberto siempre fue un apasionado por el arte. Su padre era músico y en el pasado había tocado junto con Enrique.
El maestro bandoneonista se quedó solo luego de la muerte de su esposa Denise en 2016 con quien no tuvo hijos. Sin embargo, Enrique está acompañado. Su aprendiz y amigo de la vida lo contiene en todo este proceso que lo afectó emocionalmente. “En casa estamos como en un duelo. Falta algo, te diría… alguien”, confesó Alberto.
“Carlos, me robaron” fue lo primero que le dijo Enrique a su amigo cuando llegó a su casa. Al instante, Alberto notó que el carrito con el que transportaba el bandoneón no estaba más. Tras el shock del momento, ambos fueron a hacer la denuncia. Primero, se dirigieron a la comisaría vecinal 1-D en Lavalle 451. Luego, tuvieron que hacer la denuncia en Interpol de manera virtual porque los bandoneones están considerados patrimonio cultural de la nación según la ley 26.531/2009: régimen de protección y promoción del bandoneón.
Las autoridades aún no iniciaron la búsqueda del instrumento por los feriados de carnaval en los que no hacen ningún proceso operativo, ni judicial ni policial.
“Solo queremos que devuelvan el bandoneón”
Lo que ambos piden es que el instrumento regrese a sus manos. “Es muy incierto que se pueda conseguir uno parecido”, sostuvo Alberto. Muchos de los bandoneones que se encuentran en el país están a resguardo, son herencia de algún familiar o no están a la venta por el valor de los mismos. Además, de que este tipo de instrumento tienen un diseño en particular y muchos son irrepetibles. “El fuelle es una cosa única. Es un instrumento muy delicado y personal. Yo sé lo que siente Enrique, es como si le arrancaran un pedazo de su vida”, dijo Alberto.
Enrique está con mucha ansiedad y frágil por lo ocurrido. Por esto es que aún no volvió a tocar en las calles. Pero, pretende volver a hacerlo con el bandoneón que su aprendiz le prestó. “Enrique toca por la pasión por la música. Su escenario es la calle”, sintetiza Carlos Alberto.
Se abrió una cuenta del Banco Nación a nombre de Enrique Fasuolo para quienes quieran aportar a la causa. El CBU es 0110095230009504084401
Muchas gracias por la difusión.