En el nombre de la música (urbana)

“El rato juntos” y La Siniestra, se presentan el jueves 28 en diferentes escenarios porteños. Razones para reponer la memoria de música urbana. Reflexiones y estrategias para una confluencia de las músicas de la ciudad frente a los impulsos globalizantes.
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Foto: Rubén Pineda

El próximo jueves 28 dos escenarios porteños, el del CAFF y el del Torquato Tasso, recibirán respectivamente al grupo tanguero La Siniestra celebrando 20 años y a la juntada de Juan Pablo Fernández y Los Techistas del Apocalipsis, Elbi Olalla y Alejandro Guyot proponiendo la reunión “El rato juntos”.

La coincidencia calendaria habilita a instaurar una suerte de “noche de la música urbana” que vuelve a poner en escena una corriente estética local que condensaba la confluencia de artistas provenientes del rock, el tango y la canción construyendo una síntesis posible alejada de purismos pero nunca distante de raíces y memorias.

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Aquella denominación que supo darle marco a diversas expresiones que surcaron los 90 y buena parte de la primera década de este siglo (entre ellas Pequeña Orquesta Reincidentes, Buenos Aires Negro, La Chicana, Me Darás Mil hijos, 34 puñaladas, Altertango, La Orquesta Típica Fernández Fierro, Romina & Los Urbanos, Daniel Melingo) que a su modo recogieron un legado capaz de sobreponerse a la disputa entre La Vieja Guardia del tango y la irrupción Piazzolla y, además, se dejaron impregnar por afluentes del rock local como, por ejemplo, Los Visitantes.

Sin embargo, esa identidad brumosa y fluida que iba puliendo los eslabones de otra cadena de influencias, rupturas y continuidades, empezó de pronto a perder su nombre en favor del desembarco de expresiones ligadas al rap, el trap, el freestyle y el reggaetón, toda una movida impulsada desde las factorías globalizantes de Miami y Puerto Rico.

Y aunque esa imposición global en torno a lo que se espera de lo latino en la exaltación de su marginalidad, es agrietada por otras y otros artistas locales que procuran adosarle un canto propio y un color más particular, ese posible cartel de la música urbana dando cuenta de un cancionero contemporáneo abrevando en la cultura nativa ya no tuvo espacio.

Juan Pablo Fernández, otrora voz cantante de la Pequeña Orquesta y, más cerca en el tiempo, de Acorazado Potemkin, arriesga en charla con Negras&Blancas que “el término urbano supongo que vendrá de una tradición del rap yanqui a la que le decían ‘urban’. Así que, bueno, dejémoselo, porque para eso está bien, mejor incluso que para definirnos a nosotros. En el caso de quienes haremos ‘El rato juntos’ nunca nos gustaron las fronteras de los géneros musicales, todo lo que hacemos está embebido de los cruces, nos gustan los puertos, donde llegan los músicos de todo el mundo y la gente se encuentra mientras busca una voz propia, una manera de componer que no se parezca a nada. Incluso al cruzarnos nosotros, nos obligamos a adaptar lo que traíamos como una certeza. En mi caso, yo sí me siento que vengo del rock, pero el rock ya no es un género, sino que es una coartada, una forma de tomar cosas de distintos lugares y usarlas y combinarlas de una manera original. Ya es más una actitud frente al collage compositivo que una forma musical”.

En un sentido similar, Diego Bergesio, vocalista y compositor de La Siniestra, apunta a este medio: “No me parece entrar en puja por quién se abandera la denominación música urbana entre los géneros y lo veo más como una imposición que toma la industria para poder encasillar, segmentar y vender más y mejor. Por mi parte lo vivo de forma indiferente y sin darle importancia a las denominaciones. Si la música ‘groovea’ y me hace mover el pie, si la poesía me toca alguna fibra dejándome una inquietud, si hay carácter en la estética y en la interpretación, me guste el estilo o no, lo voy a bancar a full, porque estamos todos sumergidos en esta ciudad, porque el tango y rock van a seguir siendo urbanos y suburbanos, contando lo que nos pasa, lo que vemos en la calle y no nos gusta, y también lo que nos hace bien, y hay algunos artistas de trap o freestyle que están en esa línea también. Tendríamos que aprender a convivir y sigo celebrando el cruce de géneros, por ejemplo, cuando el tango y el trap sonaron en la cancha de Huracán con YSY A y Cucuza Castiello, Noelia Sinkunas y otros colegas amigos la rompieron en el escenario a estadio lleno”.

La Siniestra. Foto: Alejandro Diez

Antes de viajar desde Barcelona para sumarse al agrupamiento, la pianista Elbi Olalla, una de las fundadoras de la experiencia mendocina Altertango, reflexiona con Negras&Blancas: “Nunca he sido ‘mainstream’ y la liga en que me muevo es con gente a la que le gusta que la música esté buena, que tiene lindas letras, lindos arreglos y que está tocada con alma y corazón: Gente del palo del rock, del tango, del blues, del jazz, del flamenco. Para mí Duki (y digo Duki por poner un nombre) está en otra galaxia y no tenemos nada que ver, por lo tanto sea cual sea el nombre de la etiqueta, no siento que me concierna ningún tipo de comparación”.

Desde una posición vecina, aunque reafirmada en su propia impronta, Alejandro Guyot, líder de Bombay Bs. As. y con un andar solista que incluye la música y la literatura, considera en charla con esta revista que “ciertamente se superponen los títulos de música urbana y a mí no me molesta de por sí, son claramente músicas con distinto recorrido, con distinto abordaje, distinto tratamiento de la instrumentación. Frente a lo que yo vuelvo al género tango, a la canción, a la milonga. Porque yo vengo haciendo muchas canciones que tienen acompañamiento de milonga, así que para mí esta situación está buena como una excusa para volver a ser más tanguero todavía”.

Y a partir de tal provocación, el autor de la novela “Sangre” sostiene que “el nuevo cancionero tanguero está teniendo un auge impresionante, se está multiplicando. Son muchísimas las agrupaciones de guitarras con cantoras, con cantores que tienen un repertorio nuevo, que hacen o canciones propias o canciones de colegas. Hay proyectos, como el repertorio que está armando Marisa Vázquez junto a La Conurbana que me parece riquísimo. Y también Gisela Magri, lo que configura un nuevo horizonte muy fértil y virtuoso que incluye el hecho por demás interesante de que en las milongas se estén bailando tangos nuevos”.

Alejandro Guyot

En tren de sumar otra mirada, Alejandro Bordas, guitarrista, autor y director musical de La Siniestra aporta a Negras&Blancas: “El contexto lo es todo en el arte, no podemos apartarnos de lo que hay alrededor, te diría que es materia prima para crear esa visión o perspectiva personal del mundo. En lo musical es bastante abstracto, pero esas ideas musicales acompañado de las liricas termina de armar un concepto”.

Bergesio, su compañero en el septeto tanguero, arriesga como respuesta al agobiante presente una serie de posibilidades: “Juntarme con amigxs, leer, escuchar discos e ir a ver show de colegas, tomar talleres de poesía y canciones, cantar, escribir, mate y guitarra por las mañanas, dar clase en la escuela de música de Lanús y recibir el amor de la estudiantada, hacer canciones con gente que uno aprecia y admira, jugar con gatitos y perros, tomar Campari con mi viejo de 85 años mirando TC 2000 o la Fórmula Unp, imaginar un mundo mejor”.

Fernández retoma la palabra y entrega su propia fórmula: “Es muy importante encerrarse a veces, aislarse del día a día para pensar, para proyectar y componer. Pero es lindo dejarse interrumpir. Y en nuestro país, no hay forma de que eso no ocurra, de que no te golpeen la puerta de la sala de ensayo las necesidades de los tuyos, los problemas del trabajo, la violencia cotidiana, las deudas, la intemperie de los pobres, la gente en la calle, no hay forma de que eso no se meta en las canciones, y sobre todo en la forma de producir espectáculos musicales Por eso hay que cuidar a lxs musiques que uno admira, estar con ellos, armar yunta, encuentros artísticos, y ahí la música va a aparecer, siempre aparece”.

Y en esa sintonía, el guitarrista, autor y cantante también propone: “Escuchar. Escuchar al otro. Los músicos tocamos y cantamos, pero eso es el 50%. El otro 50% es escuchar al de al lado”.

La Siniestra: 20 años y un impasse

El conjunto La Siniestra, una personal y audaz mirada del tango desde la actualidad, llegará el 28 a las 20.30 al Caff (Sánchez de Bustamante 772) para, en un mismo acto, celebrar dos décadas de historia, volver a hacer sonar su más reciente disco “Crash” (2023) y también poner en pausa su proyecto.

Alejandro Bordas resume las vertientes que concurrirán en dicha función y comenta: “Se trata de celebración, alegría, angustia, todo eso junto. Son 20 años de intensidad, cinco discos, giras por Latinoamérica y por el país. Un recorrido en el cual crecimos cada uno y pudimos aportar nuestro arte a la construcción colectiva de algo más grande por sobre las individualidades, eso es Siniestra, un proyecto colectivo, que casi te diría, ‘sobrevive’ 20 años en un país en el cual el tango ya no interpela o interpela a muy pocas personas, en una sociedad que busca recompensa inmediata en relación con una ilusión exitista. Bueno, Siniestra en ese sentido es casi contra-cultural tanto a nivel de las liricas como de las músicas propuestas en este período”.

Otro aliado en esta aventura, Diego Bergesio, pondera “el grupo humano que se armó en los diferentes contexto y épocas del grupo durante los 20 años, donde todxs tiramos para adelante, un milagro conducido por el amor, las ganas y la música, que se fue reciclando en el transcurrir del tiempo. Pero también siento que hay bajar un poco la manija de tocar por tocar, son tiempo para reflexionar, observar, escuchar, estar presente desde lo humano, descansar y reformularse para no repetirse, creo que lo que sigue es un poco de silencio”.

Para la velada de festejo y paréntesis, tocarán Marcela Pedretti (piano y composición), Daniel Ruggiero y Martin Cecconi (bandoneones),

Matías Yanni (contrabajo), Christine Brebes y Alex Musatov (violines) y Lito Castro (sintetizadores), sumando, además, los aportes de Agustín Guerrero, Natalia Lagos, Barby Aguirre, Lola Rosa y Pelu Romero.

Olalla, Guyot y Fernández por el placer de “El rato juntos”

“Los tres somos músicos, intérpretes, compositores. Ale y yo tangueros filo-rockeros y Juan rockero filo-tanguero. Nos gusta la misma música. Nos queremos y admiramos mutuamente. Se trató de ‘o hacemos un asado y después tocamos’ o ‘tocamos y compartimos con más gente’”, resume Elbi Olalla a la experiencia de “El rato juntos” que el 28 en el Torquato Tasso (Defensa 1575) la reunirá con Alejandro Guyot y con Juan Pablo Fernández y Los Techistas del Apocalipsis (sus flamantes laderos Pipa Dellamea, Mateo Baudino y el Topo Vergara).

Para la pianista este encuentro pondrá sobre el escenario aquellas cosas que la motivan: “Las canciones, los arreglos lindos de orquesta o de grupo, las letras extraordinarias que cuentan tu historia con vuelo poético formidable, la energía en la performance en vivo y todo eso que es inmortal”.

Según Guyot “esta reunión significa simplemente el hecho de formalizar lo que ocurre cuando nos juntamos con Juan y cuando coincidimos con Elbi y con el que festejamos la amistad y la música”, consigna de cara a su participación.

Con similar impronta espiritual, Fernández explica: “Para mí significa darle un espacio a la forma en que queremos de hacer las cosas en esta era de instantes. Las canciones y los amigos son muelles a los que volver, mojones de sentido mientras corremos y pagamos para poder estar al día con nuestras cosas, así que necesitamos construir ese momento, ese lugar y hay que hacerse ese tiempo”.

Por último y puesto a develar la mecánica de esas complicidades, cuenta: “Va a empezar Ale Guyot tocando material solista junto a colegas varios, luego seguirá Elbi con sus invitados, mientras vamos a ir haciendo temas y versiones cruzadas de temas que grabamos y compusimos juntos. Y luego tocaré con los Techistas y cerraremos los tres. El Tasso es un lugar ideal para eso, para el sonido potente y para la canción más íntima. Y con un hermoso piano”.

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Sergio Arboleya

Sergio Arboleya es periodista. Se desempeñó como editor de Espectáculos en la Agencia Télam y es autor de los libros “La Trova Rosarina” (1998) y “No pienses que nos perdiste” (2024). Integró el colectivo que entre 2006 y 2015 realizó la revista Devenir e integra el grupo qua a partir de 2017 hace el programa “Después de la Deriva” por FM La Tribu.
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