El zapatismo invita a gestar “el día después”

A 31 años de un alzamiento que lejos de las guerrillas revolucionarias del siglo XX instauró una nueva subjetividad política, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional celebró desde su territorio autónomo de Chiapas unos Encuentros Internacionales de Rebeldías y Resistencias convidando a caminar hacia “el día después”
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En tiempos donde la extrema derecha global impone agendas que dan vía libre al capitalismo poniendo en jaque hasta la propia existencia planetaria, el zapatismo celebró en su territorio del sureste mexicano los 31 años de su irrupción pública y política con el primero de una serie de Encuentros Internacionales de Rebeldías y Resistencias donde volvió a abrir las puertas a un debate mundial mostrando cómo camina hacia lo que llama “el día después”.

Para poder bosquejar ese horizonte, la experiencia autonomista que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se desplegó en territorio chiapaneco, junto a las comunidades originarias de la región, desde mediados de los ’80: lo hizo entregando pistas diversas y acumulando experiencias propias desde entonces en un proceso que tendió puentes ecuménicos y también atravesó períodos de repliegue hacia sus bases fortaleciendo una estructura comarcal e identitaria que se corporizó en el Congreso Nacional Indígena.

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Mojones de ese andar donde la imaginería y las acciones fueron construyendo un espacio vital de reproducción de la vida con iniciativas propias en administración, salud, justicia y educación, están plasmadas en hechos y consignas que, por citar apenas una porción de ellas, incluyen –sin abandonar jamás el pasamontañas negro que también iguala simbólicamente-: “mandar obedeciendo”, las declaraciones de la Selva Lacandona, los Caracoles, “para todos todo”, la Marcha del Color de la Tierra, “un mundo donde quepan muchos mundos”, la Otra Campaña, “la alegre rebeldía”, los semilleros de pensamiento crítico frente a la hydra capitalista, “Ya Basta”, el anuncio de “la tormenta” que en 2015 auguró la presente etapa del expansión capitalista, “vamos lento porque vamos lejos”, la travesía marítima “por la vida” rumbo a Europa en el barco La Montaña y un puñado de textos de lectura necesaria como “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, “El fuego y la palabra” o “Los otros cuentos” (audiolibros editados por la Red de Solidaridad con Chiapas).

Las primeras de las jornadas que entre el 28 de diciembre y el 2 de enero últimos se desarrollaron en Chiapas, de San Cristóbal de las Casas a Oventic, llegaron para exhibir un punto de equilibrio entre esas dos corrientes: la del fortalecimiento y reconocimiento de sus más profundos entramados y también la de una lengua cargada de ideas que portan una expectativa universal pese a brotar de un entorno tan específico: el de un conjunto de pueblos originarios de raíz campesina en un contexto de marginación y empobrecimiento.

De las entrañas y las tradiciones a las miradas más generales para el análisis, la denuncia y las alternativas, hubo paneles con voces de las comunidades y también invitadas (entre ellas las del politólogo John Holloway, la abogada Bárbara Zamora e investigadores como Inés Durán, Raúl Romero, Carlos Aguirre Rojas y Jacobo Dayán, por citar apenas algunas participaciones), pero además se plasmaron definiciones prácticas acerca de la organización comunitaria y social a cargo del Subcomandante Moisés. También reapareció públicamente Marcos, un mestizo señalado como líder del alzamiento del 1° de enero de 1994 que aguó los festejos oficiales por el ingreso de México al Tratado de Libre Comercio junto a Estados Unidos y Canadá. Vocero y profuso escriba en las primeras décadas del movimiento que, a tono con el espíritu de dicha estructura, pasó de Subcomandante a Capitán en un proceso de pérdida de jerarquías en el que temporalmente tomó el nombre de Galeano para homenajear el apodo del maestro José Luis Solís López, asesinado por paramilitares el 2 de mayo de 2014.

Palabra de Marcos

En sus alocuciones cargadas de simbolismos y retórica, Marcos no quiso eludir uno de los asuntos más dolorosos de la coyuntura mundial y sostuvo que la guerra en Palestina “debe cesar ya, porque ha dejado muchas víctimas bajo los escombros. Entre muerte y destrucción es difícil que esa semilla crezca, pero es posible y tal vez, en ese mundo, que crezca en la imaginación de esa infancia el árbol de la libertad, porque cuando nosotros decimos Palestina libre, es eso, libre de la guerra, pero también de quienes le dicen qué hacer y cómo y qué no”.

El escritor y guerrillero introdujo la consigna del “día después” que fue el eje de la convocatoria e inauguró su ponencia proponiendo un imaginario diálogo temporal con una niña del año 2144 que ante la pregunta de “¿cómo están allá?” responde “depende de qué estás haciendo allá en tu calendario” y entonces retomó la palabra y postuló: “Mientras se cae en la cuenta de que lo que importa no es esa comunicación, sino poder responder a la pregunta de qué estás haciendo ahorita para que yo te pueda contestar qué está pasando dentro de 120 años…nosotros nos estamos ubicando vivos. Nuestro problema ya no es vivir o morir, a diferencia de hace 31 años. El reto que nosotros vemos es qué vamos a hacer con esa vida en ese mundo. ¿Vamos a repetir lo que ya conocemos o vamos a buscar otra cosa?”.

En ese relato entre el presente y el mañana, dijo: “El capitalismo no piensa que va a desaparecer, piensa que va a estar el día después, pero no puede imaginarse el día después. Sin propietarios, sin productores y consumidores, porque ese es su base: tiene que tener propiedad privada, tiene que tener productores y tiene que tener consumidores”. Y desde su lado de esa puja, señaló: “Lo que pasa es que solo escuchamos lo malo y no hemos escuchado multitud de resistencias y rebeldías que están actuando. Los que ahora nos persiguen decían ‘no están solos’ y sabemos que no estamos solos, pero no porque nos griten, a nosotros no nos preocupa de que no estén las masas, las mayorías, porque sabemos que de ahí no viene la respuesta, viene de las minorías. Y les platiqué de eso hace 31 años, porque hace 31 años éramos una minoría con todo en contra y sabemos que ustedes en sus colectivos, grupos e incluso individualmente llevan todo en contra y no están lamentándose ni sufriendo. Sufriendo sí, pero productivamente, no improductivamente. Están haciendo algo y están convocando a otros”.

A modo de síntesis de su extensa y florida presentación, Marcos puso en foco la Declaración por la Vida (lanzada por el zapatismo el 1 de enero de 2021) y remató: “Nosotros tenemos un propósito que es destruir un sistema ¿es eso lo que nos une?, sí: Reconocer las diferencias y establecer un objetivo común. Nosotros lo que proponemos es ‘busquemos si hay algo de acuerdo’, si no hay acuerdo, bueno, ni modo. Pero los zapatistas creemos que sí hay y por eso cambiamos el nosotros y en lugar de hacerlo más pequeño, lo abrimos a los cinco continentes”.

Más democracia y la no-propiedad desde el Moisés

Más allá de la vuelta de Marcos y su prosa, la cita le deparó a Moisés el rol de precisar y determinar algunos de los lineamientos ejecutivos de la administración zapatista para precisar la vitalidad de un proceso que en pos de reafirmar su identidad autónoma y emancipadora, revisa procedimientos y procura seguir afinando la mira.

Sobre una pizarra y fibrón en mano, el Subcomandante Insurgente detalló una nueva forma organizativa que renovó el organigrama de funcionamiento antes más piramidal y con la tutela de la Comandancia del EZLN y el Comité Clandestino Revolucionario Indígena, pero que ahora busca expandirse en horizontal.

Allí hizo público el reemplazo de dos formas que funcionaron por tres décadas, las Juntas de Buen Gobierno y los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (Marez) que pese a tener mandatos revocables y rotativos no lograron evitar “que siempre hubiera recortes de información de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba”.

“Esa pirámide no sirve. No funciona para lo que queremos. Queremos que la mujeres y hombres estén informados y que el pueblo discuta cómo quiere la justicia, la salud, la educación, el común, el todo. Esa es la verdadera democracia que no estamos diciendo que es la mejor y falta que lo veamos aquí para ver qué más hace falta para seguir mejorando”, repasó.

Al graficar el organismo, dibujó tres círculos a una misma altura integrado por los Gobiernos Autónomos Locales, el Colectivo de Gobiernos Autónomos Zapatistas y la Asamblea de Colectivos de Gobiernos Autónomos Zapatistas e hizo una apología de la información y de la búsqueda del consenso en cada una de las áreas de la vida social de las 12 regiones que conforman esa territorialidad.

La exposición pública también le permitió expresar los basamentos de la no-propiedad y el común, dos ideas articuladas que reponen una práctica ancestral de tierras comunitarias y producción colectiva de alimentos y recursos que busca detener el proceso de propiedad individual que, además de arrasar con la idea de un espacio compartido y colaborativo, favoreció la entrega de tierras a latifundistas y cristalizó un sistema de pauperización pese a la publicitada promoción de ayudas estatales.

Moisés también fue el encargado de las palabras salientes en el festival cultural en el Caracol de Oventic que coronó la intensa actividad de esos días.

En clave de balance comentó: “Descubrimos dos armas en la lucha pacífica, que es resistencia y rebeldía, pero se necesita organización para esas dos armas” y enseguida alertó: “Es correcto que nos quieren matar, que nos quieren hacer guerra por lo que es construir la libertad, la justicia y la democracia para el pueblo. Pero queremos dejar claro que también estamos preparadas para defendernos. No estamos amenazando, estamos diciendo la verdad, nos vamos a defender si nos vienen atacar, somos miles de combatientes”.

Haciendo gala de la estructura y los lazos, el EZLN planea una ambiciosa agenda que para los próximos meses anuncia confluencias culturales y artísticas, de ciencias y tecnología (sin internet ni combustibles fósiles), de organizaciones afines, una gran movilización (en las partes y el todo del planeta Tierra) y un cierre de 2025 que condense nuevamente una memoria y una proyección de todas esas actividades anuales.

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Sergio Arboleya

Sergio Arboleya es periodista. Se desempeñó como editor de Espectáculos en la Agencia Télam y es autor de los libros “La Trova Rosarina” (1998) y “No pienses que nos perdiste” (2024). Integró el colectivo que entre 2006 y 2015 realizó la revista Devenir e integra el grupo qua a partir de 2017 hace el programa “Después de la Deriva” por FM La Tribu.
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