Centro Cultural de la Cooperación: otra agenda posible para Buenos Aires

Negras&Blancas dialogó con Juano Villafañe, director artístico del Centro Cultural de la Cooperación, un espacio híbrido y singular en la Ciudad de Buenos Aires que aglutina una diversidad de públicos. “Para llevar adelante la distribución de las metáforas hay que generar políticas públicas”, asegura. Y agrega: “En el CCC somos artistas, no un agrupamiento de gerentes culturales”.
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Hijo de Javier Villafañe y Elba Fábregas, artistas múltiples, poetas, titiriteros e insubordinados, Juano Villafañe acaba de reestrenar “La celebración”, una obra teatral que dirige Manuel Santos Iñurrieta y que escribió a partir de la memoria de las reuniones que se desarrollaban en la casa familiar de Emilio Mitre y avenida Rivadavia, adonde concurrían creadores de la talla de María Elena Walsh, Antonio Berni, Manuel Mujica Lainez, Ariel Bufano, Leda Valladaraes, Olga Orozco y Enrique Molina, entre muchos otros.

“Es como una restrospectiva de todas aquellas reuniones que se realizaban entre intelectuales, titiriteros, artistas plásticos, músicos, que eran muy diversas e interesantes y que de alguna manera, como toda reunión, eran una sumatoria de estados teatrales”, señala Juano Villafañe, que el 23 de abril fue distinguido como Ciudadano Ilustre de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires en reconocimiento a 53 años de actividad de creación y gestión artística.

Desde la puesta en funcionamiento de un teatro para cuatro personas que dirigía su madre y se desarrollaba en el living de la casa familiar, pasando por la dirección de Liber-Arte Bodega Cultural, creada en cooperativa bajo la presidencia de David Viñas, una intensa actividad como poeta, la vicepresidencia de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y la dirección artística del Centro Cultural de la Cooperación (CCC) desde su creación, Juano Villafañe ha desarrollado una destacada labor en el ámbito de la cultura, donde aunó cuestiones estéticas, de formulación y políticas.

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-Pedro Fernández Mouján: Desde 2002 estás al frente de la dirección artística del CCC, un espacio singularísimo que es un híbrido que aglutina teatro independiente y de autor, una propuesta en relación con políticas públicas y construcción cooperativa.

-Juano Villafañe: Cuando pensamos este espacio con Floreal Gorini, que es el autor intelectual del CCC, buscamos que fuera un centro de las artes, las letras y las ciencias sociales: pensamos en esa interdisciplina y en esa confluencia de públicos, de cuestiones experimentales, de temas de debate. En el CCC los que ejercemos la tarea de la gestión cultural somos artistas, no somos gerentes culturales, buscamos producir conocimiento, contactar con los imaginarios de los públicos posibles desde la programación y a la vez investigar, generar conocimiento y políticas públicas culturales. Rechazamos la idea de las estéticas oficiales y preferimos respetar las diversidades bajo la idea de apostar a un debate artístico, político, social, epistemológico, cultural.

GISELA ROMIO

Juano Villafañe y Manuel Santos Itturrieta, autor y director de “La Celebración”.

-¿Y en qué líneas argumentales sostienen ese debate?

-La primera es la producción cooperativa, todos los contratos que hacemos de toda la programación artística es cooperativa; otra línea es realizar un trabajo crítico desde una mirada progresista y latinoamericanista, con una perspectiva nacional, popular, de izquierda no dogmática, considerando que ahí hay una línea histórica de la que somos parte y nos hacemos cargo.

-¿Cómo los impactó la llegada al poder de Javier Milei?

-Lo primero fue una profunda crítica hacia una serie de situaciones que se habían estancado. En las políticas culturales hay institutos de cultura fundamentales que hay que defender como el Instituto Nacional de Cine (Incaa), el del Teatro (INT) el de la Música (Inamu), Argentores, Sadaic, las entidades de gestión pero, al mismo tiempo, hay que replantearse las formas de gobierno y participación de esos espacios. Acá el proceso de renovación estuvo muy atrasado, se fueron instalando capas geológicas y llegamos a un punto en que se vuelve central replantearse nuevas formas de gobierno; hay que apostar a una soberanía popular que se genere en las formas autogestivas, coopertivas y participativas. Por supuesto que defendemos la necesidad del Estado de sostener estas instituciones pero el Estado tiene que hacer participar a la sociedad civil para que sea ella la que gobierne más allá de las coyunturas gubernamentales. Esa asociación entre instituciones públicas y la sociedad civil es muy fuerte. Es fundamental dar lugar a formas de participación y empoderamiento que en su desarrollo generen nuevas discusiones, porque el capitalismo tiene la tendencia a concentrar, disolver y aislar.  Debemos reconsiderar las formas de participación, porque defendemos un Estado distribuitivo pero determinadas lógicas de funcionamiento entraron en crisis y necesitamos instancias de construcción que garanticen poderes autónomos. La lógica de administrar la crisis del sistema de una manera prolija no alcanza para resolver los problemas estructurales fundamentales.

-¿Cómo asumís el reconocimiento de Ciudadano Ilustre de la Cultura?

-De alguna manera me reconocen por más de 50 años en la actividad cultural, como gestor cultural pero además realizando actividad artística. Yo me formé, de algún modo, de manera renacentista, en mi casa estudié música, artes plásticas, teatro, literatura, nos inculcaron la idea de que había que formarse en todas las artes y oficios posibles ya desde niño. La ceremonia fundante la realicé con mi madre en 1972 con un teatro para cuatro espectadores en el living de mi casa, ahí empecé a hacer también mis primeros recitales de música y de poesía. Ese pequeño teatro con mi madre lo tomé como punto de referencia, podían venir Kive Staiff, Alejandra Boero, el almacenero de la esquina, el tendero. Hacíamos funciones todos los sábados y después los asistentes se quedaban a cenar. Por otra parte, creo que todos estamos construidos por epifanías, por experiencias poéticas, algunos lo saben y otros no; muchas veces para quienes trabajamos en la actividad artística todo el proceso creativo deviene de una epifanía que luego se transforma en un producto estético final. Creo que el reconocimiento implica ese proceso creativo pero también lo que viene después, porque una vez que se construyen las metáforas, las imágenes, los bienes culturales, a uno le interesa cómo impactan esas metáforas en el mundo, cómo circulan esos bienes culturales en la sociedad. Cuando esos relatos se encuentran con el espectador hay un fenómeno multiplicador de la experiencia poética. Estas formas múltiples hacen que el reconocimiento sea para mí pero también a todos los que en el hacer artístico trabajaron conmigo. Siempre me interesó pensar cómo desde la gestión se distribuyen los bienes culturales, porque para llevar adelante la distribución de las metáforas hay que generar también políticas públicas que lo permitan.

-Cuando hablabas de “La celebración” señalabas la idea de que en esos encuentros entre artistas de tu casa paterna se daban “una sumatoria de estados teatrales”.

-Dentro de una reunión tenés estados de introspección, estados de humor, juegos, cierta virulencia en algún debate, alguna condición de aclaración particular; una reunión no tiene un relato unívoco, coherente, de principio a fin, sino que se trata de superposiciones, estados inconexos, vinculaciones, desvinculaciones, charlas diversas, por eso al pensar la obra jugué con esta idea de sumatoria de estados teatrales.

-Hay una composición de escenas.

-La obra es un collage de acontecimientos cuya relación entre ellos está hilada por la acción de las actuaciones, donde por ahí alguien canta un bolero, uno dice un poema, polemizan sobre alguna cuestión estética o hablan sobre la cotidianeidad de la casa y en estos sucesos se va armando también una agenda que permite pensar en las dificultades que tiene cada uno con su oficio, los golpes que tuvo cada uno en la vida.

La Celebración

-Eran muy connotadas las personas que tomaban parte de estas reuniones. -Para mí, cuando era niño, eran los amigos de mis padres y fue con el tiempo que me fui dando cuenta de la dimensión simbólica y la tarea intelectual y artística de cada uno, pero en la obra ningún personaje representa a nadie particular, pueden aparecen trazos, distintas circunstancias que evocan a Enrique Molina, como un maletín que siempre llevaba, pero nadie lo representa, está Olga Orozco pero nadie representa a Olga Orozco y aunque a veces se  los nombre a Antonio Berni o Enrique Wernicke ningún actor hace de ellos; por allí hay algún parecido a Javier Villafañe y en algún momento aparece mi madre por algunas formas de representación de un personaje que deja el cuerpo en el escenario y se cae, pero nadie hace de ellos.

“La ceremonia” se puede ver los viernes a las 20 en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, está protagonizada por Irene Almus, Eduardo Calvo, Alfredo Castellani, Diana Kamen y Sergio Lumbardin, tiene dramaturgia de Juano Villafañe y Manuel Santos Iñurrieta y dirección de Santos Iñurrieta.

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Pedro Fernández Mouján

Periodista. Durante los últimos veinte años trabajó en la Sección Espectáculos de la hoy desaparecida agencia de noticias Télam. Escribió la novela "Millas" (Beatriz Viterbo).
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