Se despide Sabina: giras y giros de un trovador

Discutido y aplaudido por inmensas minorías, celebrado por numerosos fans de España y Latinoamérica, a los 76 años Joaquín Sabina realiza su última gira. Desde mañana y hasta el 18 de abril, en el Movistar Arena le dice adiós al público argentino. Ahora, a diferencia de algún otro anuncio suyo de retiro, parece que va en serio.
7 0
Read Time:12 Minute, 56 Second

Que las canciones de Joaquín Sabina ganaron vasta difusión en buena parte de España y Latinoamérica, es innegable. Que la masividad o no masividad de una obra no la invalida ni la legitima artísticamente, también.

Pisando firme tanto en la cultura de masas como en la popular, Sabina es una estrella de la industria cultural y el autor de piezas cantadas a la gorra en diversas calles del mundo hispánico. Admirado por artistas del calibre de Jorge Fandermole, Fito Páez, Ana Belén, Chavela Vargas y Pablo Milanés, a la vez que considerado con escasa simpatía o desconfianza por otra parte del público que le cuestiona el facilismo de algunas melodías, cierto viraje político respecto de la izquierda desde la que supo posicionarse, la caricaturización de su personaje under y canalla o el machismo de algunas letras, el cantautor nacido en Andalucía en 1949 realiza en 2025 Hola y adiós, su última gira internacional. Ahora, a diferencia de algún otro anuncio suyo de retiro, parece que va en serio.

*  *  *

PUBLICIDAD

En una entrevista con Jesús Quintero, a comienzos de este milenio y para el programa de televisión Ratones coloraos, el presentador español califica a Sabina como “Joven entre los mayores y mayor entre los jóvenes”. El autor de 19 días y 500 noches, recogiendo el guante y desenvainando una retórica que a veces no es otra cosa que hábil efectismo, refuerza: “Sí, y anarquista entre los comunistas, y comunista entre los anarquistas, y rockero entre los cantautores, y cantautor entre los rockeros, siempre con una pierna en un lado y otra en otro. Y si levanto una me parto la crisma, ¿no?”. En seguida “El loco de la colina”, como se lo conoce a Quintero gracias al nombre de su programa periodístico de los años ochenta, añade: “Tú siempre inclasificable”. Frente a este comentario, el trovador, con afilada elocuencia y ya no por mero repentismo, contesta: “Eso es una vanidad también, pero me gustaría, me gustaría serlo, sí”.

En buena medida, las dos respuestas sintetizan a Sabina: por una parte, el encantador de serpientes diestro en malabares conceptuales, que en esa línea escribe famosos versos como los que siguen: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”, “Y morirme contigo si te matas / y matarme contigo si te mueres, / porque el amor cuando no muere mata, / porque amores que matan nunca mueren”, o “Era tan pobre que no tenía más que dinero”. Por otro lado, el cronista de la observación aguda que advierte el lugar común de elogiar lo inclasificable; el mismo que compone un cancionero de la celebración, la melancolía y los excesos, pero no de lo escatológico; el que entreteje imágenes y metáforas finamente logradas y canta: “En la fatua Nueva York / da más sombra que los limoneros / la estatua de la libertad”, “Viajero que regresas a esa ciudad del norte, / donde una dulce nieve empapa la razón, / donde llegan los barcos cargados de preguntas / a muelles laboriosos como mi corazón”, o “ “Ella le pidió que la llevara al fin del mundo, / él puso a su nombre todas las olas del mar. / Se miraron un segundo como dos desconocidos (…) Y al final, números rojos en la cuenta del olvido, / y con tanto ruido no se oyó el ruido del mar”.

Entre la idea y la imagen, entre el concepto y la metáfora con que, en el siglo XVII español, labraron versos notables los poetas Luis de Góngora y Francisco de Quevedo, Sabina articula una letrística que efectivamente bebió en los autores barrocos, igual que en Pablo Neruda, César Vallejo, Luis Cernuda, Atahualpa Yupanqui, Joan Manuel Serrat, José Alfredo Jiménez y Enrique Santos Discépolo, entre otros.

*  *  *

Las músicas de Sabina, algunas puestas por él mismo, otras a cargo del guitarrista Pancho Varona y arregladas por el multiinstrumentista Antonio García de Diego, suelen calzarles bien a los versos del cantautor oriundo de la ciudad de Úbeda, provincia de Jaén.

Un rasgo de este cancionero habitado por ritmos que van desde la balada y el blues hasta el rock y el tango, pasando por el flamenco y el bolero, es que la letra posee un protagonismo central con relación a la música. Lo sonoro asume su necesaria importancia, dado que una buena letra no alcanza para que una canción tome vuelo; pero no deja de ser cierto que estas composiciones, incluso las de hermosas melodías como las de “Por el boulevard de los sueños rotos”, “De purísima y oro” y “Eclipse de mar”, son fundamentalmente las de un probado letrista.

Como dice el mismo Sabina, lo de salir a cantar fue un artilugio del azar, cuando en la década del setenta, a raíz de la dictadura de Franco, tuvo que exiliarse en Londres: “Yo quería ser Borges, no Bob Dylan, dar clases, a lo Antonio Machado, en institutos de provincia, y escribir unas novelas muy vanguardistas que no leyera nadie, pero que los críticos valoraran”. El poeta español Luis García Montero lo resume de otra manera: “Sabina es un poeta metido a cantante, no un cantante metido a poeta”.

*  *  *

“El joven aprendiz de pintor que ayer mismo

juraba que mis cuadros eran su catecismo,

hoy, como ve que el público empieza a hacerme caso,

ya no dice que pinto tan bien como Picasso.

En cambio, la vecina que jamás saludaba

cada vez que el azar o el ascensor nos juntaba,

vino ayer a decirme que mi última novela

la excita más que todo Camilo José Cela”.

Estas dos irónicas estrofas –minitratado sobre las peripecias del éxito– entonaba Sabina en “El joven aprendiz de pintor”, del disco Juez y parte (1985). Por su lado, en la entre elegíaca y vitalista “A mis cuarenta y diez”, del álbum 19 días y 500 noches (1999), afirmaba que, desde que salía “con la pálida dama”, andaba “más muerto que vivo”, para después tranquilizar a los ocasionales oyentes, diciéndoles que más allá de su vida de vicios y descontrol, “el traje de madera que estrenaré no está siquiera plantado”, “el cura que ha de darme la extremaunción no es todavía monaguillo” y, por si fuera poco,  “para ser comercial a esta canción le falta un buen estribillo”.

Cuando Sabina, haciendo las veces de poeta-mánager, sostiene que su canción carece de un estribillo próspero, probablemente se esté refiriendo a las obras que resultan hits del mercado. Esas a las que el ensayista italiano Umberto Eco llama “canciones de consumo” y “música gastronómica”, música que, por ser un producto exclusivamente industrial, no persigue ninguna intención artística. “A mis cuarenta y diez”, vale decirlo, es una obra exitosa, pero no toda obra exitosa es en sí misma una canción de consumo.

*  *  *

El bombín o sombrero de hongo es un clásico de Chaplin, Leonard Cohen y Bob Dylan. En español está asociado, claro, a Sabina. La iconicidad sabinera de esta prenda es muy potente: basta el garabato de un bombín y del contorno de un cuerpo flaco, casi de espantapájaros, para que el dibujo inmediatamente convoque al poeta de Úbeda.

En los años noventa, Sabina ya portaba esta clase de sombreros, pero el primer disco en que pudo vérselo con su típica prenda fue el doble Nos sobran los motivos, grabado en vivo y publicado en el 2000. Cuenta el trovador que empezó a usarlo como evocación de sus tiempos londinenses, así como también en homenaje al cine mudo y a los dos poetas cancioneros mentados más arriba.

Acaso la correspondencia más categórica del bombín de Sabina, pueda trazarse con la novela española, específicamente con el libro El caballero del hongo gris, sacado a la luz por Ramón Gómez de la Serna en 1928. La historia cuenta las vicisitudes de un tal Leonardo, quien se compra un sombrero de hongo y, a partir de eso, advierte que las personas empiezan a tratarlo de modo más considerado. El protagonista, un estafador, siente que de ahora en más, y merced al sombrero recién estrenado, podrá salir airoso de cada uno de sus negocios.

Amén de la inspiración en estrellas en lengua inglesa, la prenda que cubre la testa de Sabina es consonante con Gómez de la Serna, con su humor distintivo y con su personaje de tintes picarescos.

*  *  *

Trastocar el tiempo o, mejor dicho, las etapas convencionales de la vida, es una constante en Sabina y en su imagen de cantor canalla. En ciertos momentos que no son los menos, hace un culto de la impetuosa juventud, plantea haber emigrado de la adolescencia a la ancianidad, sin previo paso por la madura adultez, y afirma no sentir la menor nostalgia por eso que algunos escritores llaman su primera patria: la niñez (emblemática es la canción “Tan joven y tan viejo”, donde el emisor asegura todavía emborracharse y dormirse “en los entierros de mi generación”). En otras ocasiones, la infancia es tratada con ternura, como en “República feliz”, pieza en la que a través de versos de once sílabas (métrica preferida por Sabina), concibe a la niñez un período en que “las nubes eran mapas de algodón” y “no habían muerto los dioses todavía”.

Reveladoras de cómo la juventud se inscribe (se reescribe) en la poética sabinera, son las canciones “Cuando era más joven” y “Whisky sin soda”, las dos del mismo año (1985) y del mismo disco (Juez y parte). La primera despliega la figura de un emisor que, después de sus travesuras juveniles en ciudades lejanas y en medio de amoríos sórdidos, come caliente, paga los impuestos, cuenta con un pasaporte y vive a la luz del amor conyugal, sin por eso dejar de evocar nostálgicamente sus tiempos de aventuras. La segunda postula lo contrario: alguien que sobrevive con menos que lo justo (“gasto más que gano, vivo con lo puesto menos un botón”), pero que incluso así no amortigua su vida arrebatada y trasnochada: “¿Qué voy a hacerle yo, / si me gusta el whisky sin soda, / el sexo sin boda, las penas con pan?”.

Perfectamente pueden en un mismo álbum convivir un yo sosegado y otro licencioso y caótico. Lo que sucede es que Sabina se esmeró en fundir o en confundir su persona civil con la segunda de esas imágenes, la que rinde pleitesía al “sexo, drogas y rock and roll”. Tanto que, en una de sus últimas canciones, de 2022 y titulada “Sintiéndolo mucho”, canta con voz desgarrada: “Siempre he querido envejecer sin dignidad, / aunque al fusil ya no le quede ni un cartucho (…) fingiendo ser un estupendo viejo verde, / y lo de viejo, sintiéndolo mucho”.

Tanto, además, que su figura de cantante maldito o antihéroe (héroe heterodoxo, enfant terrible) fue la que por momentos eclipsó (eclipse de mar) el peso poético de sus versos. Valor injustamente olvidado por buena parte de sus detractores, no menos que por un sector de sus fans que, en una versión trovadoresca de los rolingas rockeros, aman a Sabina por su apología ingeniosa de amores a escondidas y noches de humo y alcohol, más que por aquellas metáforas y paradojas escritas con todo rigor.

*  *  *

A sabiendas de que “rock” es una categoría inestable y confusa, el rock español no es lo mejor del rock en español. Y por más que Sabina guste filiarse con la cultura rockera (“like a rolling stone”, dirá siguiendo a Dylan y al cuarteto de Jagger que lo versionó), su obra conversa mejor con la tradición de los cantautores, esa que en España y en Latinoamérica cuenta con una lista de nombres como los de Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Javier Ruibal, Silvio Rodríguez, María Elena Walsh, Leda Valladares, Pablo Milanés y Jorge Fandermole, por decir solo algunos.

Más allá de esta conexión con el mundo de la trovadoresca, ¿cabe afirmar que las canciones de Sabina envejecieron? Lo mismo que, dentro de cierto espíritu de época, pudo haber atraído por tabú, se convirtió en políticamente incorrecto, en machista. Al mismo tiempo es difícil pensar que, pese a los nuevos paradigmas, quienes crecieron o se enamoraron al calor de las canciones del español puedan dimitir así nomás de esa predilección.

¿Qué sucede con las nuevas generaciones impregnadas de los movimientos de liberación femenina, por ejemplo? ¿Podrían gustar del cancionero sabinero, en varios pasajes poblado de prostitutas y donjuanes? Por otra parte, y en términos estéticos, ¿cuánto se escuchan en general otros artistas que entregaron obras todavía más contundentes, como Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Carlos Gardel y el mismo Charly García?

*  *  *

Contra todo pronóstico, se llamó la anterior gira del juglar, avisando que en 2023, quién lo diría, a los setenta y cuatro años y pese a la mala vida, seguía aún saliendo a la carretera.

El padre de este Joaquín Ramón Martínez Sabina (ese es el nombre original del cantautor) fue un policía y versificador que escribía coplas para los bautismos, cumpleaños, casamientos y velatorios de su pueblo. La trova de ocasión también parece ser una especialidad de su hijo, que casi en paralelo con su actual tour de recitales, grabó la canción “Un último vals”. En esta pieza, el emisor ya no exhibe su juventud sostenida con porfía, sino que invierte su posicionamiento o su pose: se desnuda, se desanuda, desarticulando su figura de viejo joven y declarando el temor y el vacío ante las inmediaciones de la muerte: “Cuando cenes en el bar del hospital, / cuando ensayen los colegas las palabras que dirán el día de mi funeral (…) cuando no sepa la orquesta la canción que te escribí, / cuando las casas de apuestas no den un euro por mí”, avizora Sabina. Él, que prefiere “ser cualquiera a ser yo mismo”, y que ahora opta por “ser donnadie a ser donjuán”, le implora a alguien (en el videoclip, Serrat y Jimena Coronado, esposa del propio Sabina; en la realidad, los oyentes todos): “No olvides guardar un último vals para mí”.

Miles y miles de españoles y latinoamericanos no le niegan este baile final, y lo acompañan a lo largo de una serie de recitales que arrancó en México el mes pasado, que terminará en España en noviembre y que mañana 24 de marzo, vaya fecha para la historia argentina, comenzará su paso por nuestro país.

 Sabina, es cierto, envejece a la par de algunos modelos o patrones genéricos que se desprenden de sus letras, y hay quienes no sin razón se decepcionan por sus últimas declaraciones políticas. Sin embargo, y por un lado, existe un canon sabinero secreto o por visibilizar más –integrado por canciones como “Flores en la tumba de un vasquito”, “Balada de Tolito”, “Cuando aprieta el frío”, “Caballo de cartón” o “A la sombra de un león”–  que bien vale escuchar. Por otra parte, “Con la frente marchita”, “Eclipse de mar”, “Pongamos que hablo de Madrid”, “Por el boulevard de los sueños rotos”, “Contigo”, “Noches de boda” y “La canción más hermosa del mundo”, son algunos de los motivos que sobran para creer que este juglar del deseo y los excesos, forjador de su propia caricatura, pero a su vez artesano de metáforas hermosas y de versos bien medidos y rimados, no pisará esa región donde habita el olvido, ese barrio que hay detrás de las estrellas.


Las suscripciones son el ingreso principal de Negras&Blancas.

Si querés colaborar en nuestro crecimiento, podés hacerlo con una suscripción a la revista. Tu aporte solventará el trabajo de las redactoras y redactores.

Foto del avatar

About Post Author

Alejandro Gómez Monzón

Alejandro Gómez Monzón es poeta y ensayista. Su libro La flecha ya está en el aire. El cancionero y la literatura de Yupanqui, publicado en 2023 por Mil campanas, resultó finalista en 2021 del premio “Todos los tiempos el tiempo”, organizado por Fundación Proa, La Nación y Fundación Bunge y Born. En 2017, su libro de poemas Los silbidos que afilaron las piedras obtuvo el primer premio del “Concurso Nacional de Cuento y Poesía Adolfo Bioy Casares”, convocado por la Dirección de Educación del municipio de Las Flores. En 2023, mediante la crónica “Diario de un horizonte apócrifo”, participó del libro Ruta Salamone, publicado por Ediciones Bonaerenses. Es profesor en letras y magíster en literatura argentina. Colaboró en las revistas «Anfibia», «Latinamerican Literature Today», «Sudestada» y «Lo imborrable», entre otros medios escritos.
Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
100 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Conocer las actualizaciones de las últimas noticias

By pressing the Subscribe button, you confirm that you have read and are agreeing to our Privacy Policy and Terms of Use
PUBLICIDAD