Ilustración: Mario Nilson Torres.
Luis Alberto Spinetta es inédito: el ícono del rock argentino dejó más de treinta canciones sin grabar a lo largo de su profusa discografía, pero quedaron las versiones en vivo. Es un mapa de obras de gran calidad y lírica prodigiosa, y que expone nuevas facetas sobre sus múltiples tramas compositivas y creativas. ¿Qué revelan -o reconfirman- los inéditos de Spinetta sobre su genio imparable?
Estas obras que dejó afuera de sus discos -muchas de las cuales están en YouTube- abarcan sus épocas con Almendra, Pescado Rabioso, Spinetta Jade y la jazzera Banda Spinetta. Si bien es un enigma por qué El Flaco decidió no editarlas, corroboran su inspiración inagotable, año a año: así en lo conocido como en lo secreto. ¿Cuántos Spinetta esperan por delante gracias a sus inéditos?
Los primeros temas que Spinetta dejó sin lanzar oficialmente habían sido compuestos para el primigenio grupo Los Mods junto a Guido Meda, amigo en común con su hermano Gustavo: son “Faces and things” y “Free”, de 1966. Dos años después ya llegaría el primer tema que dejaría inédito con Almendra: es “Aunque pudo ser”. Si bien no hay una versión en vivo, los posteriores inéditos de la banda sí quedaron registrados en directo: se trata de las joyas rescatadas del recital del 7 de abril de 1969 en el Teatro El Globo (que dirigía la cineasta María Luisa Bemberg), justo días después del debut del grupo.
En 2004 fue lanzado el CD Almendra en vivo en el Teatro El Globo, por el diario Página/12, gracias a la restauración y masterización que hizo el bajista Machi Rufino, y, sobre todo, a Lito Nebbia, que guardó la grabación. En el libro interno se lee que el CD “incluye seis temas inéditos del grupo que quedaron en los pliegues del alma almendriana. Siguen sonando en nuestros corazones y en los espacios inmateriales de nuestra sala de ensayo de la calle Arribeños”.
¿Cuáles son los inéditos de Spinetta, allí? “Hombre de luz”, “Para que me sigas”, “Continuación del hielo en la ciudad”, “Chocolate” y “Vine al planeta”. El primero, “Hombre de luz”, tiene una historia circular. Allá por 1968, Luis y Emilio se juntaban en la casa familiar de Arribeños y grabaron un demo acústico, entre los cuales estaba “Hombre de luz”. Cuarenta años después, en Un mañana, su último disco solista, Spinetta incluyó otra canción titulada “Hombre de luz”, pero es totalmente distinta: esa letra pertenece a su padre, el tanguero Luis Santiago Spinetta.
Dice la original canción “Hombre de luz” de 1969: “Un hombre solo aparece; con él nace la luz. Desde sus manos comienza la aventura del sol. Hombre de luz que vuelas, no me ilumines más. Hombre de luz que vuelas, déjame descansar”. Es una melodía épica, que podría dialogar con los mejores hits de Almendra. Por su parte, “Para que me sigas” es una lenta y sensible canción rock, con coros beatle y cierta reminiscencia a las melodías de Tanguito, que dice: “Voy a conquistar a las naranjas, voy a ser las flores y las sillas, para que me sigas. En donde cae la luz, si es de tus ojos la luz. Me voy a pintar de primavera; retendré el color de una pradera, para que me sigas”.
Luego, en el disco en vivo de Almendra se oye “Continuación del hielo en la ciudad”, una melodía evocativa de la conocida “Hoy todo el hielo en la ciudad”, pero más oscura. Dice: “Salta el hombre gordo y no quiere caer. Salta el hombre flaco y no quiere caer. Voy al circo a verme a mí mismo, trago el tren de mal y cal. Ya no sé si el pasto me crece en los pies, o si el colectivo me trajo al revés”. Podría ser considerada una obra menor, frente a la potencia melódica de la grabada “Hoy todo el hielo en la ciudad”, pero completa la historia apocalíptica que se plantea allí y suma, en su letra, un evidente aire psicodélico.
La canción inédita que sigue es una joya: se trata de “Chocolate”, con música de Spinetta y letra de Cristina Bustamante, su novia de entonces, y quien inspiró “Muchacha (Ojos de papel)”. ¿Qué dice la suave canción “Chocolate” en sus primeras estrofas? “De la casa con olor a té, no te alejes si es que el sol te ve. Y mirar hacia atrás no te deja pensar que termina esa noche. Y chocolate es quien se queda allí, tras aquel cristal”. Toda la prístina mirada del Spinetta juvenil se filtra en esa canción compartida.
“Vine al planeta” es un rock lento pero punzante, de 11.53 minutos y con una larga introducción, a la Pink Floyd, que fluye en una letra con tópicos que Spinetta luego volcaría en otras obras: “Astronaves de sal, álamos de gas, flores con cristal extraño, seres sin ciudad. Vine al planeta, después de muerto. Vine al planeta, vine despierto, vine a encontrar la paz”. En el estribillo aparecen imágenes no menos surreales: “Círculos de pan, plantas con sabor, flores de papel madera, autos de azafrán”.
Tras esa frase, en “Vine al planeta” sigue un pasaje instrumental con un gran solo rockero-jazzero de la batería de Rodolfo García. Luego la guitarra de Edelmiro Molinari hace un solo hendrixiano e incluso ofrece una breve cita de la melodía del carnavalito “El Humahuaqueño”. Los Almendra regresan a la estrofa “¡Vine a encontrar la paz!”, hasta confluir, juntos, en la breve despedida del concierto del Teatro El Globo, con una punteada versión del vals “Desde el alma”, de la uruguaya Rosita Melo.
Los inéditos de la ópera
En 1970, Luis Alberto Spinetta compuso nada menos que una ópera para interpretarla con Almendra: El señor de las latas. Si bien el proyecto quedó trunco por las complicaciones del grupo para juntarse y ensayar, El Flaco interpretaría en vivo varios de esos temas, que exponen el alto nivel compositivo que lograba desplegar entonces.

Edelmiro Molinari, Emilio Del Guercio, Luis Alberto Spinetta y Rodolfo García.
La ópera El señor de las latas fue un punto de quiebre para Almendra: sólo completaron los ensayos del primero de los dos actos y se cree que aquella fue una de las causas de la ruptura de la banda. La trama de la ópera representaba, en clave mágico-simbólica, al movimiento rockero argentino que estaba surgiendo: sus personajes eran Litto Nebbia, Moris, Tanguito, Javier Martínez, Roque Narvaja y Miguel Abuelo.
En la ópera, Spinetta interpretaba al “mago de agua”, un ser extraterrestre que se convertía en pordiosero en busca de sí mismo. Si bien quedó inédita en su integralidad, algunos temas sí quedaron grabados: “Obertura”, en el disco Almendra II, y los ya emblemáticos “Canción para los días de la vida”, en A 18’ del sol, y “Ella también”, en Kamikaze.
Justamente, fue en la presentación en vivo de su disco solista Kamikaze, el 15 de agosto de 1982, en el Estadio Obras, cuando Spinetta, acompañado por Diego Rapoport en teclados, eligió cantar con su guitarra acústica Ovation cuatro temas inéditos de aquella ópera truncada: “Canción del mago de agua”, “Caminata”, “Historias de la inteligencia” y “Viejos profetas de lo eterno”. Todas son obras de un nivel altísimo, y que gracias a su presencia en YouTube se han transformado en verdaderas joyas para los fans spinettianos.
Ya “Canción del mago de agua” demuestra una lúcida riqueza melódica: “Yo soy el hombre, yo soy el mago de agua. Yo soy el mago, yo soy el hombre que ama. Vivo en los muebles, vivo en todas las casas. Vivo y no sabes bajo qué sueño está mi dolor, o si lo puedo hacer canción”, comienza la letra. Otras preguntas y reflexiones en primera persona son las que plantea la obra “Caminata”, que Spinetta le dedicó a su padre: “Dicen que esta calle existe, y a pesar de que camino no la encuentro. Hoy mis pasos parecen ser más lentos, o es que todo va ligero. Alguien me mira y otros pasan detrás. Voy a buscar al hombre que me mira hasta el fin”.
Quizá la mejor canción de esta tanda sea “Historias de la inteligencia”: aun con su críptico lirismo, logra expandir melódicamente el viaje épico que relata la ópera. ¿Qué entona Spinetta aquí? “Sentado en el columpio viendo pasar historias de la inteligencia. No creo en tu discurso viejo y gris, no creo que con dinero se arregle. Pueden degradarte o acelerarte; no creas que quizás es muy tarde. La diferencia está aquí por fin entre lo proyectado y lo que luego hiciste”.
“Viejos profetas de lo eterno” también conmueve, y, en aquel concierto en Obras del ’82, apenas cantó las primeras líneas, el público se puso a aplaudir: “Viejos profetas de lo eterno, yo me pregunto ¿qué es lo que vendrá? Nuestra miseria no desciende ya más, y el viejo desierto debería poblarse. Y la vieja herida debería sanarse. Viejos profetas de lo eterno…”.
Otros temas inéditos de la ópera de Almendra, pero que nunca llegarían a escucharse en vivo, fueron “Niño escobita de Sol”, “Torta de Talco”, “Jueves no se detiene”, “Antes de ayer”, “Cero”, “Una puerta al sol” y “Aurora”. Y el misterio acompañó esos temas para siempre.
Los incunables de Pescado Rabioso
Ya en 1972, Spinetta compuso varios temas que terminaría dejando sin grabar en Desatormentándonos, el primer disco de Pescado Rabioso (el cual pretendía ser doble, algo a lo que se opuso la discográfica Microfón). Los inéditos del primer Pescado Rabioso son seis: “La fiebre paranoica”, “Mensaje a las larvas”, “La tabla de nada”, “Suave nube dama”, “Pibe” y “Ya es el momento, ya”.
Luis Alberto Spinetta, Black Amaya y Carlos Cutaia.
“La fiebre paranoica” es un espeso blues en tono menor, de 11.30 minutos, en el que Spinetta denuncia cómo las instituciones pueden anular la creatividad, oscilando entre mi menor y la menor: “Vos al nacer eras un nene, sin fantasmas en tu espalda. Luego al crecer te cercenaron tu verdadera identidad”. Y sigue: “Con la noche y con el día es tu mente que cruza la vía, si vences a la represión. Yeah yeah yeah”.
Luego viene un gran solo de guitarra con clara inspiración de Led Zeppelin, y la letra continúa en su tesitura anti-represiva: “No mientas más, mejor mira tus manos, cómo tratan de escapar de la fiebre paranoica que te da la sociedad”. Vuelve el estribillo y la energía de “La fiebre paranoica” se vuelve ardiente en vivo.
El tema dialoga perfectamente con el siguiente inédito: “Mensaje a las larvas”. Es un rock más acelerado, entre lo lírico y lo político, en el que Spinetta casi grita: “¿Qué nos separa del punto de partida? ¿Qué nos incrusta en la mayor tiniebla? Yo desconfío de todas esas suertes que se combinan para anular tu cuerpo”. Otra vez la búsqueda de la integridad personal, aunque haya fuerzas externas e internas que opriman la libertad individual y la colectiva.
“Mensaje a las larvas” es una de las canciones políticas y a la vez más líricas de Pescado Rabioso, con la voz de Spinetta en su rango más agudo: “Mueve la palma gris, nena. ¿Quién mueve palmas del sueño? (…) Abre las puertas del cuerpo”. Seguirán largos pasajes instrumentales y la letra volverá al punto de partida: “¿Quién pone trabas a todo lo que crece?”.
“La tabla de nada” arranca con un riff y un ritmo que podría dialogar con los de la futura canción “Cheques”: “Chocolatinero, venile a vender, a ese nene tonto, que es un escolar. (…) Muchas cosas hay que no aguanto. Muchas cosas hay que no entiendo”. El tema avanza con distintos cortes y Spinetta va cantando números, en referencia a las compras progresivas que hace el chocolatinero de la letra (“2 por 2, 2 por 3, 3 por 4”), en conjunción con los cambios de ritmos de la canción: abrasadora.
El blues romántico-sensual “Suave nube dama”, si bien parece no tan logrado como otros de la primera etapa de Pescado, tiene un interesante swing, al compás de su sencilla letra, que parece trazar un guiño al “Tren de las 16” de Pappo’s Blues: “El micro que te lleva sale mañana a las diez. Tu pelo negro, nena, me hace comprender. Solo en las sombras debo estar. No sé por qué en la estación despediré, a esta nube dama, mañana a las diez”.
La canción “Pibe” es un rock más lento, en el que Spinetta canta: “Pibe, después de darte de beber, la poca luz que yo sé, tu boca es falsa, siempre falsa, siempre falsa. Mira detrás del hueco jardín, las llamas van a quemar tu zafarrancho si no cambias”. Sus diversos segmentos muestran cómo El Flaco, y toda la banda, exploraban ritmos diversos e imágenes alucinadas al son de la época.
Del último inédito de Pescado Rabioso, “Ya es el momento, ya”, no se conservan registros en vivo, pero sí de la letra, que comienza diciendo: “Saca todos los vestidos nuevos. Mañana vamos a la ciudad. Nuestra huerta se va a quedar sola, con la luna de noche y el sol al alba (…) Nena no vayas desprevenida. Con tres días de viaje te podés cansar. Ya es el momento, ya”.
Tras la disolución de Pescado, en 1973 Spinetta grabó Artaud: la obra cumbre del rock argentino. En las presentaciones del disco en el Teatro Astral, aquel mismo año, decidió incluir cuatro canciones, que luego quedarían inéditas: “Ella flota por mí”, “Psicodelia”, “No te detengas” y un blues acerca del diablo, sin título.
“Ella flota por mí” expone motivos y sonidos que Spinetta trabajaría en otras creaciones (“anochece en duras sombras; en la colmena la abeja murió con su saliva dibujando, y el olor de un viejo marfil me recordó las lapiceras”). “Psicodelia” tiene su valor en las florituras bluseras que Spinetta hace en su guitarra eléctrica, como si extrajera inspiraciones del Río Mississippi: “No te escapes, psicodélica. Yo te abro las puertas de cunas. Mientras el cielo para de vibrar. De calor, de ser. Azul y gris, yeahhh”.
La obra “No te detengas” tiene algo de “Ah, basta de pensar”, de Kamikaze, y dice con tónica blusera: “Amanece, no hay nada para hacer. Mi ropa crota se ensució con el té. Ahora cruzo la calle Santa Fe. No tengo fuego, la gente está de más. No, no te detengas. Con un testamento. No te mortifiques por tu sufrimiento”.
Y sobre el blues inédito acerca del diablo, Spinetta dijo en el Astral del ’73: “Lo hice hace dos días y todavía está muy fresco en mi mente y en mi retina”. Seguramente, una huella de todas las zapadas a dos guitarras que compartió El Flaco con David Lebón: “Yo te estaba esperando y me estaba preguntando por qué -dice el blues-. Ahora todo es distinto, ya no espero el buen tiempo, ya lo es. En las sombras del cuarto era el diablo quien iba y venía. Pero el diablo es tan lento, ya no espero el buen tiempo, ya lo es”.
El jazz de los Espacios Amados
El Flaco Spinetta también dejaría temas inéditos en el universo del jazz rock. Tras haber editado en 1977 el desafiante disco A 18′ del sol armó una segunda versión de su formación jazzera -la Banda Spinetta- y para ella compuso una serie de obras que iban a conformar el hipotético disco Los Espacios Amados. Nunca sería lanzado oficialmente, pero existen registros en vivo de esas canciones complejas, entre instrumentales y cantadas, bajo la inspiración del jazz rock de Weather Report y de Return to Forever.
Así, con esa segunda formación de la Banda Spinetta tocó en vivo, en 1978, nueve obras que quedaron sin editarse: “Los Espacios Amados”, “Italia Cautiva”, “Estrella Gris”, “Las alas del grillo”, “El turquito”, “Covadonga”, “Tanino”, “Bahiana Split” y el legendario “Tríptico del eterno verdor”. Todas estas piezas son de una calidad inexpugnable.
En la segunda Banda Spinetta, de 1978, además del Flaco en guitarra y voz estaban Eduardo Zvetelman en teclados, Luis Cerávolo en batería, Ricardo Sanz en bajo y Bernardo Baraj en saxo tenor, quien recuerda: “Cuando El Flaco me llamó, ya estaba grabado A 18’ del sol y empezamos a sacar algunas cosas nuevas, pero que después, tristemente, no se grabaron. No eran temas particularmente complejos, porque todos se sacaban en los ensayos y se tocaban. Era una mecánica de laburo muy artesanal, y de muchas horas, porque al Flaco le gustaba mucho ensayar y a mí también”.
Cada tema de Los Espacios Amados tendría su análisis particular, pero vale volver al “Tríptico del eterno verdor”, cuya magnética melodía inicial es acompañada por la letra, que dice: “En el silencio descubrirás, la inmensa voz de tu corazón, y al escucharla comprenderás, que tu canción es de plomo aún. En el mediodía de tu alma, sabrás que el viento emigra sin cesar”. En total, el “Tríptico” dura veinte minutos y cada una de sus partes tiene una vital autonomía que aún sorprende, tantos años después.
¿Cómo hacía Spinetta para componer esos temas difíciles dentro del panorama del jazz rock? Corrobora Baraj: “El Flaco tenía un talento excepcional y poseía unas condiciones extraordinarias para la música. Era un fuera de serie. Le surgían las cosas con una naturalidad asombrosa. Además, era un gran compañero de laburo y un ser humano extraordinario, con mucho humor”.
En la dinámica de trabajo, “Spinetta normalmente me pedía que tocara las melodías de las canciones -prosigue Baraj-. O, si era algo que él cantaba, por ahí había un momento en el medio en el que yo tenía que hacer un solo y él me pasaba las armonías. Particularmente, recuerdo un show que hicimos en el Anfiteatro de Santa Fe, y otro en el Teatro Astral, en abril del ’78: justamente el concierto se llamó ‘Los Espacios Amados’. También hicimos el Teatro Coliseo, el Teatro Avenida y un Obras, adonde vino Gustavo Moretto de invitado con su trompeta”.
Baraj recuerda que ensayaban ese repertorio en la casa del sonidista, en Monroe y Mariano Acha, en el barrio porteño de Villa Urquiza. “Había un bar en Monroe y la vía y un día fuimos allí a tomar algo -evoca-. Entonces cayeron los pesados, los de los Falcon verdes, y nos llevaron en cana: había una cosa de mucho apriete físico y psicológico. Ni siquiera les importaba que fuera Spinetta. Pero él pudo comunicarse con su padre, que a su vez habló con Guillermo Vilas; éste hizo una llamada y al final nos dejaron. Pasamos un momento muy feo”.
Baraj recuerda algo más: “Era el año del Mundial ’78 y el 25 de mayo nos fuimos a tocar a la concentración de la Selección Argentina, en José C. Paz, apenas siete días antes del debut futbolístico con Hungría. El Flaco Luis Menotti era un melómano y había un buen vínculo por la música: fue una visita increíble. Además, nosotros éramos refutboleros y con El Flaco y Rodolfo García íbamos a ver a River; también jugábamos a la pelota en Parque Saavedra. En ese año y medio compartimos cosas muy fuertes con Luis”.
Bernardo Baraj llegó a ser parte de la grabación de los demos de los temas que Spinetta llevaría a Estados Unidos para hacer el disco Only Love Can Sustain, en 1979: “Creo que grabé cuatro temas -dice-. Hicimos el demo para que Guillermo Vilas lo llevara a Norteamérica para presentarlo al Flaco allá, y a raíz de eso después se grabó el disco. Después de la experiencia de la Banda Spinetta, ya El Flaco tenía la cabeza en otra cosa y no volvimos a tocar juntos. Pero ese tiempo con él fue impagable”.
También quedaría un inédito de la amistad entre Spinetta y Guillermo Vilas: “Tu destino es el de morir de amor”, con letra del Flaco y música del tenista. ¿Qué dice para acompañar la etérea melodía? “Tus ojos brillan en la inmensidad. Viento. Diosa luz. Dios piel. Hijo sol. Me encantaría oírte cantar. Fantástica es tu manera, pues tu destino es el de morir de amor”.
Spinetta Jade inédito
Al regresar de la grabación estadounidense de Only Love Can Sustain, Spinetta se movió con rapidez. En el mismo 1979 formó Spinetta Jade con una primera línea brutal: estaban Pomo en batería, Juan del Barrio y Lito Vitale en teclados y Pedro Aznar en bajo. De hecho, Aznar y Vitale estuvieron en el debut de Jade, el 3 de mayo de 1980 en Obras, pero luego dejaron sus puestos para Beto Satragni en bajo y Diego Rapoport en teclado.
El jazz rock de Spinetta Jade tenía una veta más pop y cancionística que las formaciones de la otrora Banda Spinetta. Eso se ve en el tema de Lito Vitale “Ciega y lejana orilla” y más aún en las obras del Flaco que quedarían afuera del primer disco de Jade, Alma de Diamante (1980): “Ramas de sol”, “Experiencias en el pabellón ‘A’”, “Jade”, “Ixtlán” e “Ilumina mis ojos” (la versión en castellano de un tema de Only Love Can Sustain).
“Vamos a empezar con un tema de características aleatorias”, dijo Spinetta el 3 de mayo del ’80, al arrancar el concierto inicial de Jade con “Experiencias en el pabellón ‘A’: su riff rockero deriva en el complejo fluir jazzero de la banda, en un altísimo nivel para el debut, con disonancias, improvisaciones, diálogos entre los dos teclados y un resonante solo del bajo de Pedro Aznar.
En su versión en castellano, “Ilumina mis ojos” se desprende de Only Love con Sustain para vibrar en toda su intensidad junto a Jade. La obra emplea la persistente metáfora de la luz, en Spinetta, para hablar de una conexión emocional entre el amor y la comprensión, entre la búsqueda de la semilla y la iluminación corporal y espiritual.
De “Ramas de sol”, que Spinetta había hecho en 1979, quedó una sola versión en vivo: se grabó en el Club Atenas de Córdoba, en 1980, ya con Diego Rapoport en teclados y Beto Satragni en bajo (en reemplazo de Lito Vitale y Pedro Aznar), y dura doce minutos, entre la parte cantada, el solo de guitarra y del teclado, el interludio acelerado y la segunda parte, que retoma el lento motivo inicial.
“Ramas de sol que disipan su luz en la aurora, oigan sonar el concierto del ser que se expande. Desde lejos, abran ya sus manos, dejen latir esta vida. ¿No se dan cuenta que el silencio del mundo no escucha nuestro llanto?”, arranca diciendo la letra de Spinetta, con motivos melódicos que él expandiría luego. Así, “Ramas de sol”, suena como una buena práctica para sus futuras creaciones con Jade.
¿Y qué sucede con “Ixtlán”? Como remanente del disco Alma de Diamante, Spinetta se inspiró en el pensamiento del antropólogo peruano-estaounidense Carlos Castaneda, a partir de sus libros Las enseñanzas de Don Juan (1968) y Viaje a Ixtlán (1973). Sobre todo, sus ideas en torno al camino del guerrero, afines a cierta mirada japonesa de la elevación y el destino, que Spinetta exploraría luego. ¿Habrá trazado conexiones entre Castaneda y el mundo japonés?
“Ixtlán” es un tema de un gran lirismo, con una secuencia de acordes con séptima aumentada y oncenas y trecenas de claro corte jazzero. Dice la letra: “Las cañas se desdoblan, en un débil ruido, una vez que el sol las abandona. Y los vientos calcinados, respirando sus gritos, callan frente a la luna de piedra. Ixtlán, Ixtlán, todo está tan bien, en torno al viejo muro más allá del tiempo…”. Así, el Spinetta inédito no dejaba de sorprender.
En la segunda parte de este dossier hablarán quienes se animaron a versionar estos temas secretos…
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