En pocas óperas se combinan los atributos de excelencia, belleza, intensidad, dramatismo, popularidad y vigencia como en Carmen, la obra cumbre de Georges Bizet con libreto de Ludovico Halévy y Henry Meilhac sobre la novela de Próspero Mérimée, que se convirtió con el paso del tiempo en uno de los tres títulos más representados del género y que subirá nuevamente a escena en Buenos Aires en el Teatro Avenida los días 9, 10, 16 y 17 de mayo, a las 20.30.
Con César Tello en el rol de director musical y Gabriel Villalba a cargo de la dirección escénica, esta nueva producción de la sociedad integrada por Compañía Artística Clásica del Sur y Sol Producciones, que en 2024 deslumbró con su puesta de Nabucco, propone una lectura vibrante, cuidada y contemporánea, sin abandonar el respeto por la esencia de la historia inspirada en relatos y cuentos sobre la vida de las gitanas que su autor escuchó durante un viaje a España.
La composición escenográfica combinará elementos tradicionales con referencias al universo pictórico del Pablo Picasso más fascinado por la tauromaquia. La escenografía diseñada por Zacarías Gianni propone un marco visual que transportará al público a la Sevilla de 1820 en perfecta sintonía con la fantástica atmósfera musical creada por el compositor francés.
El regreso de Carmen en modo operístico a una sala porteña, que estará enmarcado en un homenaje al tenor argentino Luis Lima, será también una ocasión inmejorable para el debut en nuestro país de la mezzo soprano brasileña Luciana Bueno, considerada la mejor en el rol en su país, quien será acompañada alternativamente por los tenores locales Gabriel García y Nicolás Sánchez.
“Si cada vez que se hace esta ópera se agotan las entradas y se llenan los teatros, por algo debe ser, ¿no?”, señala Tello, quien conoce de cerca la atracción perdurable de esta obra donde música y drama se fusionan de manera casi milagrosa, que ya dirigió previamente en cinco ocasiones.

Don José, interpretado por Gabriel García en el primer elenco.
Una ópera que desafió su época
Estrenada el 3 de marzo de 1875 en el Teatro de la Opéra-Comique de París, Carmen despertó una reacción cuanto menos inesperada. El carácter de su protagonista femenina, que rompía con los modelos tradicionales representando a una mujer libre, apasionada y dueña de su destino, no pasó desapercibido para el público, y tampoco para la crítica. Como señala el director actual de la sala parisina, Louis Langrée, Carmen hace “apología de la libertad de ir hasta el fondo de sus deseos y convicciones”.
A esa audacia que hoy despierta aprobación y hasta admiración, el público de entonces respondió con inusual indiferencia y desconfianza, no solo por la inmoralidad de Carmen, sino también por su representación de una vida proletaria y su final trágico de crudeza inusitada. En su célebre Diccionario de la Ópera, el especialista Kurt Pahlen asegura que hasta algunos cantantes convocados a los primeros ensayos protestaron por la “modernidad” de la obra.
Hizo falta entonces que pasaran casi ocho meses para que la potencia musical y dramática de la obra impusiera su grandeza, algo que ocurrió el 23 de octubre en la Hofoper de Viena, punto de partida de su conquista de una conquista de las preferencias del público hasta ubicarse en el podio del género.
Desde la inolvidable Habanera, tal como es conocida popularmente el aria L’amour est un oiseau rebelle (El amor es un pájaro rebelde), cuya melodía original pertenece al español Sebastián Yradier, hasta la electrizante Canción del toreador, la partitura de Bizet destila genio melódico y teatralidad, con una orquestación perfecta que logra conjugar belleza y dramatismo en tal medida que la cantidad de representaciones presenta un reto adicional para quienes asumen una nueva puesta.
“Siempre es un desafío lograr que cada versión tenga algo para destacar”, señala Tello. Y agrega: “Puede ser en los tiempos musicales, el trabajo actoral, el nivel de los cantantes. Hacer algo bello e inolvidable desde todos esos lugares”. Versionada, adaptada, parodiada y estudiada en todo el mundo, con una música que ha atravesado fronteras y géneros, desde los grandes coliseos de Europa hasta los dibujos animados, la apuesta de cualquier nueva puesta es no quedar atrapada en la repetición ni traicionar el espíritu original.
El universo simbólico de la tauromaquia
La propuesta escénica de Gabriel Villalba toma el camino de la investigación profunda y del cruce entre disciplinas. Inspirado tanto por la historia de los gitanos en la Sevilla contemporánea como por las conexiones plásticas entre la tauromaquia y el universo de Picasso, Villalba encontró junto al escenógrafo Gianni una estética que cruza la pintura, la tradición y la tragedia con un notable equilibrio visual.
“En esa investigación hallamos todo el universo de la tauromaquia. Aparece Picasso como un gran admirador de esos menesteres y también de la obra Carmen. Entonces comenzamos a ‘maridar’. Encontramos un camino estético y visual que compone una escena en la que conviven ambas artes de manera magnífica”, explica Villalba.
El resultado es una puesta que conjuga elementos clásicos con herramientas de teatro independiente, actuación naturalista y dirección actoral detallada. Para Villalba, la ópera no debe ser un museo, sino una experiencia viva: “Me gusta pensar a los cantantes como actores. Mi mayor desafío es que todo tenga sustento y credibilidad”.
Lejos de aquellas propuestas que se suponen innovadoras desde reflectaras no siempre felices del original, el director y también actor advierte que nunca piensa en mis trabajos como “una cuestión egocéntrica de transgresión como hecho en sí mismo, o creyendo inventar la pólvora”. “
“Trato de tomarme cada trabajo como un desafío de estudio, de entendimiento del discurso del autor y de su contexto histórico. Entonces, me sumerjo en esa atmósfera, estudiando la obra y la línea dramática y psicológica de cada personaje. Entonces, vas a notar que el foco en mis trabajos, más allá de la puesta en escena, está puesto en la dirección actoral”, completa.

La mezzo soprano brasileña Luciana Bueno encarna a Carmen en las cuatro funciones.
Carmen, ayer y hoy: un espejo inquietante
Pero como ya fue insinuado, Carmen no sólo sobrevive por su música inolvidable. Su historia, que no es sino la de una mujer libre que muere a manos de un hombre que no soporta su autonomía, ha cobrado nuevas resonancias en tiempos de visibilización del femicidio y la violencia de género.
“La temática es tan actual y los personajes están tan bien escritos que podría ser una serie de Netflix de 2025”, dice Villalba con crudeza. “Don José no es un enfermo, no es un loco. Es un hombre normal y corriente, que se convierte en femicida ante la negativa de poseer su objeto de deseo. Eso mismo: poseer. Hasta quedarse con la propia vida de Carmen”.
En esta lectura, Carmen deja de ser aquello que durante mucho tiempo fue denominado “crimen pasional” y expone, con más claridad que nunca, los mecanismos culturales que aún sostienen la violencia machista.
Para Luciana Bueno, la mezzo brasileña que encarna el rol principal, este eje dramático está en el corazón de su interpretación. “Imagino que Bizet quiso denunciar esta barbarie porque durante la ópera el público se enamora del personaje de Carmen. El asesinato al final se hace aún más trágico porque la gente siente lo terrible e injusto que fue ese crimen”, sostiene.
Bueno, considerada una de las mejores intérpretes del personaje en su país, debutará en Argentina con esta producción. “Estoy muy feliz y honrada de poder debutar en un escenario argentino tan maravilloso como el del Teatro Avenida… ¡Y con Carmen! ¡Increíble! Sé que el público argentino es exigente y conoce el mundo de la ópera. Espero entregar lo mejor y que todos se vayan del teatro muy contentos y satisfechos con lo que vieron y sienteron.”
Ser Carmen: entre la voz y el cuerpo
Una de las claves de esta versión es la exigencia integral del rol protagónico. Para Bueno, el mayor reto no es sólo vocal, sino expresivo: “Carmen no tiene grandes arias, sino grandes escenas. Lo digo porque para mí no sirve sólo cantar las arias, tengo que actuar, ¡ser Carmen! Esto hace una gran diferencia porque el público espera una Carmen con actitud. Si la cantante no da una interpretación convincente, el público queda decepcionado”.
Su visión coincide plenamente con la del director escénico, que concibe la ópera como teatro total: “Mi propuesta siempre fue esa: que los cantantes actúen. No me interesa que sea un concierto con disfraces. Necesito que su cuerpo esté disponible para actuar y transmitir lo que requieren los personajes”, subraya Villalba, quien ha trabajado con actores de teatro under, comedia y musical, y aplica ese bagaje con sensibilidad al ámbito lírico.
Con un largo rodaje en el papel, Bueno cuenta que desde sus primeras experiencias con el personaje ya entendía cómo se sentía y cómo reaccionaba a cada segundo de toda la ópera. “Me sentí como en un encuentro de almas y tuve la gran oportunidad de interpretarlo tantas veces y de tantas maneras diferentes que cada vez enriqueció mi comprensión del personaje y de la partitura. Independientemente del tipo de montaje, el alma de Carmen y su carácter son vistos por mí como un punto sagrado a mantener y respetar”, asegura.
Y si bien contempla que hay distintas maneras de poner en escena a Carmen, admite que ha visto “algunas producciones que exageran la modernidad y no respetan el libreto, distorsionan mucho la historia y no están de acuerdo con ella, mostrando una falta de respeto hacia la maravillosa y perfecta obra de Bizet”.
“Es muy desagradable -dice- ver una cena que no tenga nada que ver con lo que se canta, me pone muy incómoda. Me gusta todo tipo de puesta en escena y me adapto bien, siempre que sea respetuosa y coherente con lo que sucede y se canta.”
Un trabajo colectivo
Otro de los sellos de esta producción se fundamenta en su espíritu colaborativo. Villalba habla de los ensayos como un “ida y vuelta constante” con los cantantes, donde el trabajo se completa entre todos. “Llevo una idea de la escena, pero la termino de completar con ellos allí. El aporte de cada artista es súper valioso. Necesito que sea un trabajo colectivo, que todos se sientan parte”, sostiene.
Y eso se percibe en el entusiasmo del equipo. Los ensayos son, en palabras del director, “una fiesta”, en la que cada artista descubre nuevas formas de expresarse. “Siempre se van diferentes a como vinieron. Y el público también”.
Una ópera que nunca se va
A pesar de los desafíos que enfrenta la producción de ópera, con costos elevados y recursos a veces escasos, el género sigue vivo y con una notable actividad. “Los que aman la ópera nunca la abandonan”, afirma Luciana Bueno. “El público sigue atraído por las historias, la música y el fascinante sonido de una voz producida acústicamente, sin amplificación, llenando el teatro. ¡Es casi un superpoder!”
En línea con tal afirmación, con esta nueva Carmen, la Compañía Clásica del Sur renueva su compromiso con el gran repertorio y con un arte vivo, vibrante y necesario. Una tragedia de amor y libertad que no envejece, sino que se actualiza en cada nueva mirada.
Ficha
Preparación y dirección musical: CÉSAR TELLO
Dirección de escena: GABRIEL VILLALBA
Diseño de escenografía:ZACARÍAS GIANNI
Producción: CLÁSICA DEL SUR / SOL PRODUCCIONES /
JUAN CARLOS MONTAMAT / MANUEL FERNÁNDEZ ARIZA
Carmen: Luciana Bueno
Don José: Gabriel García (9-16) / Nicolás Sánchez (10-17)
Escamillo: Bruno Sciaini (9-17) / Esteban Hildebrand (10-16)
Micaela: Virginia Molina (9) / Eugenia Coronel Bugnon (10-16) / Belén Rivarola (17)
Frasquita: Clara Dardanelli (9-16) / Natalia Vivas (10-17)
Mercedes: Claudia Drescher (9-16) / Laura Domínguez (10-17)
Morales: Franco Gómez Acuña (9) / Marcelo Reynes (10-16-17)
Zúñiga: Miguel Gualano
Dancairo: Néstor Género (9-16) / Mauro Luna (10-17)
Remendado: Miguel Balea (9-16-17) / Juan Pablo Juárez (10)
Lilas Pastia: Rodrigo Cartault
CORO ESTABLE DE CLÁSICA DEL SUR / DIR. MTRO. CÉSAR TELLO
CORO DE NIÑOS DE CLÁSICA DEL SUR / DIR. NATALIA VIVAS
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